viernes, 4 de noviembre de 2011

CINE: VAQUERO DE JUAN MINUJIN


VAQ U E R O


Un serio y denodado esfuerzo de dirección e interpretación hace Juan Minujín en esta película, puesto a reflejar las peripecias a que se ve sometido un actor, en medios estrictos y competitivos como lo son el cine y el teatro.

La exigencia es pintada como monstruosa desde los medios y desde la familia, pero sobre todo desde él mismo que por momentos, en un largo monólogo se dice: “¡Basta, a apagar la cabeza por unas horas!”

Con esa frase pinta su situación desde el inicio. No confía en nadie, no se muestra tal como es, no afloja jamás. Hacia delante, enceguecido y sin pararse nunca a reflexionar: “Como un león”, como aquel inolvidable personaje del cuento homónimo de Haroldo Conti, que no cejaba.

Aguanta las presiones del mundo en el teatro, en constante pugna con su compañero -en un interesante trabajo de Leonardo Sbaraglia-, que aparece como un contendiente tranquilo, sumamente hábil, nacido para ganar. Tirado en un charco de sangre (ficcional) el otro lo sostiene y le demuestra siempre que tiene más oficio.

El padre que de costumbre tiende a menospreciarlo, como cuando le pregunta: “En qué andás?” y pondera el trabajo del gordo que permanentemente compite en su última obra y se roba las escenas; en una palabra, lo ignora.

Él se ve compelido a inventarse una oferta de un director extranjero que viene a la Argentina a hacer un casting para un filme de vaqueros, y luego se entrampa solo con esa historia. No hay riesgo que eluda en esa competencia sangrienta. Todo así.

“Julián Lamas, 33 años, actor”, ensaya una y otra vez ante el espejo. Lleno de odio, en un monólogo interior incesante. Ella, la vestuarista, se le acerca y lo ayuda. Pero él no puede detenerse en esa competencia para amarla, tomarse un descanso siquiera. No logra manejarse con la felicidad, ni por un rato.

Una gran labor de Minujin como actor, que además de sus tareas en el teatro, ya había demostrado su capacidad para componer en cine, cuando hizo al joven víctima de Sida en “Un año sin amor”, de Anahí Berneri.

Aquí le va bien en la dirección, pero el personaje resulta por momentos monótono y agobiante en el permanente monólogo interior.

Minujin se ha sabido rodear de un conjunto actoral sin fisuras: Daniel Fanego en el rol del padre. Sbaraglia muy contenido en el contendiente, y Pilar Gamboa –la notable actriz de “Algo de ruido hace”- en la joven vestuarista que lo ama.

Párrafo aparte merece Guillermo Arengo que viene de interpretar el rol de Mitch en la última versión de “Un tranvía llamado deseo”.

Un buen intento del actor y director Juan Minujin.

Martha Silva

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