viernes, 4 de noviembre de 2011

PERIÓDICO PRIMERA PÁGINA


EDITORIAL Nº 201 – NOVIEMBRE 2011


El pasado domingo 23 de octubre el pueblo votó libremente en democracia y reeligió en forma contundente en primera vuelta a la presidenta Cristina Kirchner.

A diferencia del voto capitalino, que consagró a la Derecha Conservadora, el país en su conjunto lo hizo por un proyecto de transformación instalado en una América Latina que se libera de las garras del Imperio de turno, “el norteamericano”.

Votó por la plena vigencia de los Derechos Humanos, votó por el juicio y castigo a los genocidas usurpadores del poder, militares y civiles de 1976, votó por el MERCOSUR, por la UNASUR, votó por el BANCO DEL SUR, por la CELAC, votó contra el ALCA (fallecido en nuestra Mar del Plata hace 4 años). Votó además por una rápida integración latinoamericana con una moneda única (el sucre).

Votó por la recuperación del sistema jubilatorio público, por la Asignación Universal por Hijo, por La Ley de Medios. Votó por una ley de Regulación de la Tierra, estén éstas en manos extranjeras o de terratenientes “nacionales”.

Votó, a diferencia de la Capital, por una justicia social más abarcadora, que integre a miles y miles de argentinos marginados. Votó por profundizar los cambios que se vienen operando en los últimos años.

Es verdad que se puede avanzar más, en el campo económico, social, industrial y científico. Pero también es verdad que ciertos sectores de la llamada “oposición” poco hicieron al respecto –en su conjunto— y nada proponen en la materia más que volver a la dependencia, a los ajustes del FMI y a la voluminosa Deuda Externa que ahogó al país durante la dictadura, el menemismo, el delaurrismo y el duhaldismo.

¿Acaso no bastó la experiencia vivida entre 1976 y 2004? Durante más de un cuarto de siglo de una “dependencia adicional” a la constante y duradera en que estuvo sumido históricamente el país.

No puede olvidarse que el “centralismo capitalino” tiñó nuestra historia de unitarios y federales, de civilización y barbarie. De los civilizadores que asesinaron a los caudillos, como “El Chacho” y “Felipe Varela”, y que desplazaron a Gervasio Artigas.

De los civilizadores que como Julio A. Roca, masacraron a los pueblos originarios de la Patagonia, y repartieron sus tierras entre los amigos del poder, nobles apellidos como los Martínez de Hoz, que en nombre de la civilización se quedaron con el 20% de aquella masiva apropiación.

Hoy se sienten agraviados sus herederos, que demandan al escritor Osvaldo Bayer por divulgar las “verdades silenciadas y ocultas” de aquella época nefasta de la historia, de la que fueron cómplices otros historiadores del sistema y los medios encubridores, como aquellos de los “Noble, los Mitre y los Vila”.

Son también cómplices los poderosos de la “Sociedad Interamericana de Prensa” (SIP), dueña de los principales medios informativos del mundo, que hoy apañan a periodistas que le cantan loas al cáncer de Hugo Chávez, como aquellos que en 1952 le pintaran a Evita en las paredes de Buenos Aires ¡viva el cáncer!, muerte que festejaron unos pocos del Barrio Norte y lloraron las grandes mayorías de los barrios humildes.

También algunos se restregaron las manos en la intimidad cuando falleció Néstor Kirchner el año pasado.

Lo que ocurre, es que estos civilizadores no perdonan a los nuevos líderes de América que se paran frente al imperialismo, y dicen ¡basta! Basta de sumisión y dependencia, como lo hacen los líderes de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Perú, Argentina, Nicaragua, y la indestructible Cuba del Che y de Fidel.

El modelo de la Europa “democrática y progresista” está hoy sumida en una crisis brutal del capitalismo, está empeñada en salvar a los bancos y ¡hundir a los pueblos!

Argentina en cambio votó hoy, como ayer lo hicieron los pueblos de aquellos países, y lo harán mañana otros pueblos de una América que no baja los brazos, que no se entrega, que resiste, que se diferencia de la Europa que se hunde, y de los EE.UU. que también se hunden, aunque perpetúa sus asesinos bombardeos en todo el mundo con misiles desenfrenados.

“…¿Qué sucede?... ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón…

Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa' ver si lo puede arreglar…”

¡Sabiduría tenía el Cadícamo de los años 30! ¿Tendrá también sabiduría el pueblo de los años actuales?


Hasta la Próxima

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