“Cuidado con la hoguera que
enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo.”
W. Shakespeare
A tres meses de cumplirse 40 años
de democracia, producidas las PASO, se cumple la profecía de Cristina –de
tercios–, aunque con un inesperado y en números gruesos; ganador Milei: 30%,
Juntos: 28% y Unión por la Patria: 27%. Tercios, marcados por dos de ellos, que
propugnan “el ajuste tan temido”. Aunque por fuera queda un espacio más,
el de las abstenciones y el voto en blanco.
Aparece la demanda: interpelar,
interrogar, requerir, exigir, exhortar, reclamar, demandar, y en esa disyuntiva
se marcha a un octubre imprevisible, en un terreno minado de hogueras y con
escasas mangueras para sofocarlas.
Tras la sorpresa y cimbronazo,
aún no se avizora una reacción, eficaz y competitiva, para oponer a la
“libertad” que pregona Milei, quien entre gritos y ofuscaciones reivindica a
Cavallo, Menem y otros personajes del pasado, que tanto daño provocaron al país
y al pueblo.
No se sabe si las tardías medidas
del gobierno recientemente anunciadas para los más necesitados (la suma fija, excepción de un componente del
monotributo por seis meses, préstamos, etc.) ¿alcanzarán?
¿o serán devoradas nuevamente por la galopante inflación que no para?, lo que
en mucho depende de que los empresarios cumplan,
y la dureza del control del Estado.
La pregunta apropiada:
¿alcanzarán para dar vuelta el difícil escenario que se presenta?
Sin embargo, alumbra en el
orden internacional un tema que no es menor: la
ampliación del grupo BRICS, que cambia profundamente la relación de fuerza
mundial, poniéndole un corset al “patrón dólar”, fortaleciendo la diversidad y
un nuevo orden que ajuste la pluralidad económica, geográfica y política del
siglo XXI, lo que puede ayudar al país a salir de las garras del FMI.
No obstante, vale hacerse algunas
preguntas: ¿supo el oficialismo comunicar adecuadamente su gestión?, ¿supo
interpretar las aspiraciones de importantes sectores silenciados, opacados,
aplazados?, ¿supo alertar sobre el flagelo brutal del cogobierno del FMI, que
impuso y continúa imponiendo su programa de ajuste? ¿Hicieron
los responsables –el gobierno de Macri– la autocrítica necesaria, por haber originado la deuda, luego fugada?, ¿Se
cumplieron las metas del programa planteado al
inicio de un gobierno que se prometía popular, para contener, cobijar,
englobar, incluir a todas y todos?
Y finalmente este nuevo “acuerdo”
tan absurdo, controvertido como imposible de cumplir, limita al país de la
soberanía indispensable para autogestionarse sin condicionamientos.
Son muchas las preguntas y
escasas las respuestas, los triunfos y las derrotas no se producen por
casualidad, siempre hay causas, efectos y responsables, directos o indirectos, por acción
u omisión.
Hoy el planteo es: ¿qué hacer?, ¿cómo
salir del difícil trance?
Ante todo, falta una “mano dura” con los
desestabilizadores directos, la especulación con los precios y últimamente el
planificado clima de saqueos, raterismo y violencia planificados por redes sociales, por no se sabe quiénes, aunque se
puede presagiar.
Con esta temperatura de
incertidumbre, aparece quien pregona una libertad poco clara, seguido por
una juventud descontenta, incontenida que no encuentra futuro, pero ¡ojo! que
esa “libertad hueca” puede ser únicamente para que los poderosos puedan hacer
lo que se les plazca, sin un Estado que los regule e impida sus abusos. Esa libertad no alcanza a todos y menos a
los más débiles. Esa es la libertad que defienden los autodefinidos
“libertarios”, que pretenden convalidarse a través del voto popular.
El deshuese del Estado es un
tema más que grave, y lo esgrimen por igual con distinta intensidad, tanto
Milei como Bullrich.
“La revolución es un sueño
eterno”, el planteo de Andrés Rivera en su
libro queda muy lejos, porque hoy está en juego puntual el propio papel y/o
desaparición del Estado, denigrado por las derechas fascistas de nuestro país y
del “moderno mundo”.
¿Votar en octubre?, ¡sí!, pero
con la memoria alerta, en un pasado violento que no debe volver, y en defensa
propia. “¡Cuidado con las hogueras que enciendes!”.
Hasta la próxima
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