TODA UNA VIDA EN EL ABASTO
con su esposa y Elizabet Mosconi (de Proteger Abasto)
Graciela Josevich
cuenta la historia de su esposo, Luis Coremberg
El 5 de julio de 2023 se llevó a cabo el 1º
Encuentro Ciudadano “(RE)conociendo el Abasto del siglo XX”, en
el Salón SET del Parque de la Estación. La actividad
se desarrolló en el marco del proyecto de mecenazgo 2022: “Revalorización y significación social
del paisaje urbano del siglo XX del barrio del Abasto”
(EX-2022-30102633-GCABA-DGDCC), coordinado por la arquitecta Verónica
Benedet, egresada de la Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo (FADU-UBA) y doctora por la Universidad
del País Vasco (EHU).
Este proyecto, finalizado en junio de
2023, tiene continuidad en la iniciativa vigente correspondiente al mecenazgo
2023, titulada “Huellas
del Abasto. La construcción social de un paisaje urbano, pasado y presente”
(EX-2023-31254036-GCABA-DGDCC).
SU CASA DE LA CALLE BILLINGURST
Durante la jornada, un nutrido grupo de vecinas y vecinos
compartió sus historias personales y su vínculo con el barrio,
contribuyendo con sus memorias a la construcción de un relato más plural e
inclusivo del paisaje urbano del Abasto.
Entre quienes tomaron la palabra se
encontraba Graciela
Josevich, quien relató con emoción la historia de su esposo, Luis Coremberg:
“Luis tiene hoy 90 años, toda una vida en
el Abasto. Luis tuvo una sastrería en el barrio y continúa residiendo en la
zona, sobre la calle Sarmiento, casi esquina Salguero, a pocos pasos de la Plaza Almagro”.
Según nos relató Graciela, su esposo
nació en 1932 en el Hospital
Ramos Mejía y vivió
toda su vida en el barrio del Abasto. En la actualidad viven
muy cerca de Plaza Almagro. Su infancia transcurrió en la casa ubicada en Billinghurst 747,
donde residió hasta la década de 1970. La vivienda, una típica casa chorizo con departamentos
al fondo, aún se conserva, resistiendo por ahora al avance de
la especulación inmobiliaria. Está situada justo enfrente del bar El Banderín, un
ícono barrial.
EN SU JUVENTUD EN EL PATIO DE LA CASA DE BILINGURST
De niño, su padre solía llevarlo a la Plaza
Almagro, cuando los árboles eran todavía bajos y los bancos de
mármol –hoy desaparecidos– ofrecían descanso al vecindario. Durante un tiempo,
cuando Luis era pequeño, también vivieron en el Abasto en Tucumán 2135, en una
construcción que funcionaba como conventillo o casa colectiva. Ese mismo lugar alberga hoy al Club
Judío Macabi, una de las tantas transformaciones que ha vivido
el barrio.
Su vínculo con el Mercado del Abasto se forjó desde muy joven a través de un
inquilino que tenían en la casa de Billinghurst: un inmigrante italiano que,
tras la Primera Guerra Mundial, se había radicado en Buenos Aires. Durante las
décadas de 1930 y 1940, este hombre compraba verduras en el Abasto y las vendía
en un carrito por las calles del barrio, acercando a Luis al ritmo cotidiano
del mercado.
Graciela lo recuerda con ternura y una
pizca de humor:
“¡El pobre hombre! Murió joven de un
infarto… ¡pobre!... tal vez de tanto tirar de aquel carrito. ¡No era fácil
ganarse el mango en esa época!”.
Graciela no solo compartió con emoción
la historia de su esposo Luis y su vida en el Abasto, sino también su fuerte compromiso con la defensa del
arbolado urbano y los espacios verdes del barrio. En sus
palabras:
“Era una época de casas bajas… A mí, los
edificios altos no me gustan, igual que a Luis. Y los dos coincidimos en que hay que cuidar los árboles,
no podarlos porque sí. Yo he hablado con muchas personas que lo recomiendan.
Hay que cuidarlos, es otra cosa, no destruirlos, porque eso es muy malo…”.
Este aprendizaje llegó en su adultez, como
ella misma reconoce:
“La verdad, aprendí eso de grande, porque
antes no tenía la menor idea sobre la poda.
Pero conocí a una señora maravillosa, María
Ángeles Di Giacomo, que sabe muchísimo del tema y lo transmite
con una pasión admirable”.
Desde la Comisión de Espacios Verdes de la
Comuna 5 y el Consejo Consultivo, Graciela participa
activamente junto a vecinas como Virginia,
con quien hace poco lograron salvar
de la poda un ejemplar imponente de tilo en Sánchez de Bustamante y Humahuaca.
Presentaron una nota formal y la Comuna tuvo
que reconocer que el árbol no necesitaba poda alguna.
Pero no todo son triunfos:
“En plena temporada han sacado árboles
enteros… Es terrible, ha pasado en Almagro y también en Boedo. Y todo por el
tema de la iluminación. ¡Pero si la solución no es talar el árbol, sino bajar
un poco la luz!”, menciona Graciela.
Con tono firme y algo de ironía, deja
claro que, para muchas vecinas y vecinos del barrio, el patrimonio no es solo de ladrillo y
cemento: también está en las copas frondosas, en las sombras que cobijan y en
la memoria viva de una comunidad que cuida lo que es suyo.
Pero
el testimonio no quedó solo en la voz de Graciela. Posteriormente, Eleonora
Martínez Camadro (del equipo del Proyecto Mecenazgo) y Elisabet Mosconi (de Proteger Abasto)
realizaron una entrevista en su casa, donde Luis Coremberg pudo contar su
historia en primera persona, con mayor detalle y emoción.
Testimonios como este, junto a muchos
otros relatos de vecinas y vecinos, están disponibles en la “Biblioteca Virtual del Abasto”.
Equipo investigación “Espacios Cotidianos”
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