viernes, 6 de marzo de 2009

UNA PELÍCULA DE AMOR


La suerte de Emma


Origen: Alemania

Duración: 95 minutos

Dirección: Sven Taddicken

Guión: Claudia Schreiber y Ruth Toma

Intérpretes: Jordis Triebel- Jurgen Vogel- Hinner

Schonneman


Cuando comienza el film, ambos protagonistas no podían mostrarse más disímiles en sus existencias cotidianas: Max es empleado de su único amigo, en una suerte de agencia de automóviles de la ciudad; Emma es una rubia alemana que tiene una granja llena de deudas, cría animales y comercia productos de cerdo. Los faena degollándolos de modo especial, para que padezcan lo menos posible.

Ella está familiarizada con la muerte y ama a los puercos y sus crías, que son su única compañía. Su abuelo que la crió ha fallecido.

Max no tiene amigos ni novia. Habla poco y acaba de aprender que el miedo a morir es peor que la muerte misma cuando el médico le diagnostica cáncer de páncreas y le aconseja tomar el asunto de modo rutinario: “Siempre es bueno que algo siga igual, siga con sus quehaceres”.

Pero él decide hacer todo lo que no hizo hasta ahora, de modo que saquea la caja de su amigo, se escapa con uno de sus mejores autos y huye sin rumbo.

¿Adónde va a parar en su fuga?

A la granja de Anna, que además de sus deudas tiene un pretendiente policía que no la satisface en lo más mínimo.

Cuando conoce a Max le hace curaciones, luego huele el hueco que ha dejado en su almohada y nota sensaciones que ella no ha experimentado nunca hasta ese momento.

Comienza entonces una convivencia con escenas de mutuo descubrimiento que harán de esta experiencia algo muy deleitable.

Conviene dejar las cosas aquí en lo que hace a la trama argumental.

¿Por qué? Lo que importa es cómo dos personas pueden descubrir una vida inesperada y revelarse también el uno al otro, en sus saberes y sus ignorancias acerca del amor.

No habrá un final edulcorado. Lo que tiene que suceder se hará presente dentro de una trama casi policíaca y a veces humorística. El destino ya está marcado.

Resulta conmovedor el momento cuando él le pide como último deseo que le cuente algo, y ella apela a lo que conoce estrictamente: una simple experiencia en la granja, que Max escucha entre sus últimas sonrisas. Han arribado al conocimiento mutuo.

No se puede pedir más.

MARTHA SILVA

No hay comentarios: