martes, 2 de agosto de 2011

LAS ELECCIONES EN CAPITAL



En enero de 1871 se produce en Buenos Aires el primer caso de fiebre amarilla ─o vómito negro como se la conocía─, una epidemia que arrasó con la vida de más del 8% de su población.

El domingo 10 de julio de 2011 se produce también en Buenos Aires una avalancha de votos amarillos, un sufragio que se ubica entre la algarabía y el “asco” de Fito Páez, y que pretende capitalizar un engañoso apoliticismo, como expresión contraria a la llamada “vieja política” que entró en crisis en el 2001.

Pero ¿es realmente nueva esta forma de hacer política? ¿O es la antigua política disfrazada de nueva, con peligrosos condimentos empresariales plagados de negocios poco santos? muchos de ellos hoy observados por la Justicia.

Al mismo tiempo se pretendió captar un llamado “voto no ideologizado”, algo que constituye un flagrante error de apreciación, ya que solo se trata de un voto indiferente, y un voto antiperonista en todas sus variantes. La ciudad nunca fue un campo electoral propicio para aquella fuerza en sus 65 años de presencia. También se apeló a un supuesto voto optimista, alegre, risueño, con la parafernalia de abundantes globos, serpentinas, papel picado, música estridente, y un mensaje lavado: “Juntos venimos bien”. Y se ubicó del otro lado a un voto presentado como pesimista, triste, consternado, “caracúlico”.

El poder adquisitivo de los vastos sectores locales que votaron en amarillo dista mucho de ser el de la otrora reluciente “clase media”, en el distrito más rico del país, que si bien se encuentran por sobre el promedio nacional hoy lucen pauperizados aunque pretendan mantener antiguas apariencias.

Además, hay en ellos un importante componente discriminatorio y hasta xenófobo para con los sectores menos favorecidos y extranjeros. Ayer eran los “cabecitas”, hoy son los “negros de mierda”, “perucas”, “paraguas” y “bolitas”.

Desde mayo de 1810, y aún antes, durante la Colonia, la metrópolis como Ciudad Puerto tuvo hegemonía y así condicionó las políticas nacionales, en detrimento del interior. Ello motivó que a partir de 1816 naciera una irreconciliable puja entre unitarios y federales, que recién se resolverá ─a medias─ tras las batallas de Puente Alsina, Los Corrales Viejos y la federalización de Buenos Aires en 1880.

Pero volviendo al supuesto mensaje de “optimismo” y “buena onda”, en oposición al del pesimismo que intentan adjudicarle a sus rivales, vale preguntarse sobre una realidad que marcha por otros carriles, y por más que el mensaje mediático lo mal utilice y deforme, ¡realidad queda!

Se puede desconocer el desgobierno del oficialismo local, que vació escuelas y hospitales, reprimió con la temible UCEP, vetó 77 leyes (casi todas sobre políticas sociales), pagó sobreprecios en computadoras y bicisendas, sub-ejecutó partidas presupuestarias básicas en favor de otras superfluas, construyó Cero Km de subtes, efectuó encuestas tramposas y hasta delictivas, perpetró escuchas ilegales, contrató para La Metropolitana elementos expulsados de La Bonaerense y ex torturadores de la dictadura, etc., etc. …

Pese a todo ello el votante capitalino cerró los ojos y le firmó un peligroso cheque en blanco a una gestión oscura, por más maquillaje con que intente mostrarse.

Asimismo mucho tienen que ver ─retornando al papel de los medios─ la “oferta” que éstos brindan, con un Tinelli de 28 puntos de rating tv., e infinidad de otros programas light que ofician como “entretenimiento” adormecedor, para que gente poco pensante se distraiga mientras le escamotean sus derechos y el municipio se desentiende de prestar los servicios básicos.

No es ni optimismo ni apoliticismo lo que se maneja, es la vieja y caduca política neoliberal al servicio del empresariado familiar y adicto, que aparece ataviada con ropajes coloridos y estridentes.

El votante “frustrado” se pregunta, ¿se pueden avivar nuevas esperanzas cuando estos cuatro últimos años marcaron lo contrario? El tiempo y la historia darán su sentencia final, aunque para entonces los perjuicios puedan ser difíciles de revertir.

¿Se puede tropezar una y diez veces en la misma piedra, aunque el pulgarcito del pie se estremezca de dolor? Parece que sí.

¿Valdrán como ilustración los versos de Francisco Gorrindo?

“ …Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!...”

Consejo de Redacción

1 comentario:

Alcira Fernández dijo...

Muy buena nota, Miguel. Como decís será difícil revertir otros 4 años de "no hacer o des-hacer Bs. As." O de solo hacer maquillaje, negocios inmobiliarios y sub ejecuciones presupuestarias.
Habrá que concientizar a los porteños, habrá que hacer docencia desde los consejos consultivos. Nació, sin embargo,una nueva institución con democracia participativa: Las Comunas, a la que los medios casi no nombran. Veremos como sigue la historia. Alcira Fernández(CCC5 Almagro y Boedo) Una de la 4 comunas donde el oficialismo está en minoría