sábado, 1 de junio de 2013

Guantánamo



Obama demora el cierre de Guantánamo

 

 


          Lo que fue una de las promesas principales de la primera campaña electoral del actual presidente norteamericano, está lejos de concretarse. La ilegal base de Guantánamo, donde residen miles de presos con todos sus derechos de defensa suspendidos, está lejos de cerrarse. Es más, sigue funcionando como campo de concentración sin perspectivas de cambiar su estatus.
          Miles de personas viven en condiciones infernales a pocos kilómetros de los paraísos caribeños. Ni siquiera se trata de presos comunes sino de supuestos terroristas traídos ilegalmente de todos los rincones del globo. Sus derechos fueron olvidados desde el momento de su captura, ya que muchos de ellos nunca fueron acusados ni procesados, por lo que no saben de qué se los acusa. Eso sí, las torturas no se hicieron esperar.
          El único método de defensa que han encontrado estos presos es la huelga de hambre, que ya ha llevado al hospital a cientos de ellos. Quienes reclaman piden al menos ser procesados para poder defenderse, ya que residen en un limbo legal que en varios casos ya lleva 10 años.
          Las voces críticas se suman en el propio territorio de los Estados Unidos. Están quienes reclaman por las condiciones de los presos por un lado y los que critican el millonario gasto de una base que demanda más fondos que los más grandes centros penitenciarios norteamericanos, por el otro.
          El presidente Obama reactivó sus promesas de cierre en el último tiempo, aunque no se sabe bien si es con intención de cumplirlas o para sacarse la presión de los reclamos. El premio Nobel de la Paz demora una medida, que si bien no repara el daño en las vidas afectadas, por lo menos mejoraría el estado actual de cientos de personas.
          Si es verdad que para la Casa Blanca la permanencia de esta base carcelaria es una ignominia, que pase de las palabras a los hechos de una buena vez y que limpie, aunque parcialmente, la imagen exterior norteamericana cerrando para siempre esta pesadilla de cemento.

Pablo Salcito




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