Su voz grave, expresiva; su singular estilo
con la guitarra; su enorme talento como compositor,
que lo llevó a conformar con Jaime Dávalos una fructífera sociedad artística.
Falú nació en El Galpón, provincia de Salta, el 7 de julio de 1923, pero fue criado en Metán y formado en la
capital salteña. En 1945 se radicó en Buenos Aires.
Trabajó con Jaime Dávalos ("Tonada del viejo amor", "Trago de sombra", "Milonga del alucinado" y "Zamba de la Candelaria"), con Manuel Castilla ("Celos del viento" y "Puna sola"), con Ernesto Sábato ("Romance de la muerte de Juan Lavalle") y con Jorge Luis Borges ("José Hernández"), entre otros.
Su música siempre resultó un enlace natural entre las formas y los aromas de la música de raíz folclórica con las exigencias de la academia, en cuyos ámbitos también fue reconocido.
De hecho, además de los escenarios del mundo que recorrió con su repertorio popular, también compuso suites y realizó conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional o formaciones de música de cámara como la Camerata Bariloche.
"Mis obras tienden un puente entre lo popular y la música culta, a través de la guitarra. Podría decir que con la guitarra no solamente rasgueo, sino que le busco otros elementos", reflexionaba el propio Falú, años atrás.
Fue uno de los artífices, en las décadas del ‘50 y el ‘60, de un reverdecimiento de la música folclórica, que entonces despertó nuevos entusiasmos y cobró un auge excepcional.
Sostuvo una carrera sobre la base del trabajo, sin estridencias ni pretensiones personales.
En 2007, empresarios alemanes financiaron una película sobre su vida y obra. Desde hace años se encontraba retirado de la vida profesional. Nos dejó el 10 de agosto pasado, aunque perdurará siempre en la historia del folclore nacional.
Trabajó con Jaime Dávalos ("Tonada del viejo amor", "Trago de sombra", "Milonga del alucinado" y "Zamba de la Candelaria"), con Manuel Castilla ("Celos del viento" y "Puna sola"), con Ernesto Sábato ("Romance de la muerte de Juan Lavalle") y con Jorge Luis Borges ("José Hernández"), entre otros.
Su música siempre resultó un enlace natural entre las formas y los aromas de la música de raíz folclórica con las exigencias de la academia, en cuyos ámbitos también fue reconocido.
De hecho, además de los escenarios del mundo que recorrió con su repertorio popular, también compuso suites y realizó conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional o formaciones de música de cámara como la Camerata Bariloche.
"Mis obras tienden un puente entre lo popular y la música culta, a través de la guitarra. Podría decir que con la guitarra no solamente rasgueo, sino que le busco otros elementos", reflexionaba el propio Falú, años atrás.
Fue uno de los artífices, en las décadas del ‘50 y el ‘60, de un reverdecimiento de la música folclórica, que entonces despertó nuevos entusiasmos y cobró un auge excepcional.
Sostuvo una carrera sobre la base del trabajo, sin estridencias ni pretensiones personales.
En 2007, empresarios alemanes financiaron una película sobre su vida y obra. Desde hace años se encontraba retirado de la vida profesional. Nos dejó el 10 de agosto pasado, aunque perdurará siempre en la historia del folclore nacional.
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