martes, 1 de septiembre de 2015

EL GOLPE DEL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1930



6 DE SEPTIEMBRE DE 1930

EL GOLPE CÍVICO MILITAR DE URIBURU


La Plaza del Congreso durante un tiroteo de militantes radicales

Crónica de un golpe anunciado e inicio de “La década infame”

El 6 de septiembre de 1930 los generales José Félix Uriburu y Agustín Justo con apoyo civil de grupos políticos conservadores encabezaron un golpe de Estado. Depuesto el gobierno democrático de Yrigoyen, se inaugura el período conocido como “Década Infame”, por el fraude electoral y la exclusión política de las mayorías.
A partir de ese golpe se sucedieron los gobiernos conservadores del general Uriburu (1930 - 1932), el general Justo (1932 - 1938), Roberto Ortiz (1938 - 1942) y Ramón Castillo (1942 - 1943), todos ellos con políticas que se desentendieron de los padecimientos populares y beneficiaron a los grupos y familias más poderosas. Al mismo tiempo se intensificó la dependencia del país con Gran Bretaña, sobre todo desde la firma del Pacto Roca-Runciman en 1933.


CRISIS ECONÓMICA DE 1929

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial los países europeos quedaron devastados, mientras que en América el gran beneficiado en el plano económico resultó ser Estados Unidos, a costa de la cruenta guerra por los mercados internacionales.
Con el avance de los bancos y las industrias comienza a tonificarse un nuevo imperio, que pronto se apodera de los mercados que antes de la guerra habían pertenecido a Europa. Debido a este proceso, los bancos conceden préstamos a los países europeos que necesitaban con urgencia de ese dinero para reponerse. Mientras tanto, en Estados Unidos la población compraba a diario acciones de las empresas ya que era una excelente inversión a realizar. Sin embargo, a un océano de distancia las empresas del viejo continente comenzaron a renacer y a recobrar paulatinamente los mercados perdidos. Este crecimiento económico europeo trajo enormes consecuencias para los Estados Unidos, por ejemplo, las acciones de sus empresas comenzaron a disminuir, por lo que los inversores perdieron mucho dinero. Prueba de ello fue la guerra interimperial entre la Standard Oil of New Jersey y la Royal Dutch Shell de Gran Bretaña, que alentaron a ambos países a disputarse los yacimientos de petróleo que carecían de valor de reventa. Dicha guerra tuvo relación con la crisis del año 1929 que afectó no solo a Estados Unidos, sino también a todos los países con los que comerciaba. Por esta razón se dice que fue una crisis económica mundial.
Para superarla, el presidente estadounidense puso en marcha el plan llamado New Deal, consistente en que el gobierno interviniera en la economía. A través de inversiones gubernamentales se crearon leyes y programas que ayudaron a las empresas más necesitadas y a los bancos y sectores agrícolas, mientras los trabajadores quedaban inmersos en una profunda desocupación y miseria.
América Latina entonces, como consecuencia “espejo”, fue arrastrada a la crisis mundial. Los planes económicos que también se implementaron solo favorecieron a una pequeña parte de la población, constituida por los terratenientes. Todo indicaba que los sectores más humildes no figuraban en la agenda de gobierno.

Hipólito Yrigoyen



ANTECEDENTES DEL GOLPE

Las elecciones para la renovación de las Cámaras en el Senado estaban programadas para el 7 de septiembre de 1930, pero el día de la víspera se produce el golpe al gobierno de Yrigoyen, por entonces dirigente del partido político UCR (Unión Cívica Radical). El primer mandatario cumplía su segunda presidencia, la cual había comenzado en 1928.
 Sectores de la población y algunos de sus partidarios lo creían incapaz de manejar el Gobierno, en especial por su avanzada edad. Pero se sumaba a esto que su administración arrastraba ciertas características que lo desprestigiaban, como la disminución del comercio exterior y la falta de decisiones efectivas para superar la crisis económica mundial, que se había producido por la caída de la bolsa de Wall Street (Nueva York) que, entre otras cosas elevó el gasto público y el peso se deterioró. Todos estos problemas se agravaban porque el Senado (opositor en su mayoría) postergaba la sanción de medidas de urgencia. Además, la mayoría de sus funcionarios estaban junto a él por interés y para adquirir mayor poder. Sin embargo, la causa principal y desencadenante del golpe de Estado fue la propuesta del presidente para sancionar la Ley del Petróleo que le otorgaba al Estado el beneficio de explotar los yacimientos petroleros del país, quitándole la concesión a las empresas privadas. Participaron del golpe grupos terratenientes y conservadores con un alto nivel económico, quienes luego obtuvieron beneficios políticos. Algunos fueron los futuros ministros Enrique Simón Pérez (Hacienda), Ernesto Padilla (Justicia) y Francisco Medina (Guerra).
Se puede relacionar a este grupo de personas que tomaron el poder con los notables que estuvieron en el gobierno desde 1880 hasta 1914.
El 5 de septiembre de 1930, día previo al golpe de Estado, Yrigoyen había delegado el mando a su vicepresidente, el Dr. Martínez, por problemas de salud. A su vez, se estaban produciendo tumultos callejeros, los que desembocaron en el golpe del día siguiente. Y para sumar gravedad a los hechos, algunos jóvenes formaron grupos como la Liga Republicana y la Legión de Mayo, que apoyarían el movimiento.
El Dr. Martínez fue obligado a renunciar, mientras que Yrigoyen se dirigió a La Plata para refugiarse. Allí firmó su dimisión e inmediatamente fue encarcelado en la Isla Martín García. Liberado luego de dos años, fallece en Buenos Aires en 1933.

José Félix Uriburu



PROCLAMA DEL GOLPE
(Redactada por Leopoldo Lugones)

“El Ejército y la Armada de la Patria, respondiendo al calor unánime del pueblo de la Nación y a los propósitos perentorios que nos impone el deber de argentinos en esta hora solemne para el destino del país, han resuelto levantar su bandera para intimar a los hombres que han traicionado en el gobierno la confianza del pueblo y de la República el abandono inmediato de los cargos, que ya no ejercen para el bien común, sino para el logro de sus apetitos personales. Les notificamos categóricamente que ya no cuentan con el apoyo de las fuerzas armadas, cuyo objetivo primordial es defender el decoro personal, que ellos han comprometido, y que no habrá en nuestras filas un solo hombre que se levante frente a sus camaradas para defender una causa que se ha convertido en vergüenza de la Nación. Les notificamos también que no toleraremos que por maniobras y comunicaciones de última hora pretendan salvar a un gobierno repudiado por la opinión pública, ni mantener en el poder los residuos del conglomerado político que está estrangulando a la República.”


EL GOLPE Y LA DÉCADA INFAME

El golpe de Estado del año 1930 inauguró un período de trece años en el que ocuparon la presidencia, gracias al fraude electoral, el general Agustín P. Justo, el radical alvearista Roberto Marcelino Ortiz y el conservador Castillo. En dicha etapa la participación popular fue anulada, la persecución a la oposición y la tortura a los detenidos políticos se volvieron moneda corriente, mientras que se profundizaba la dependencia y la proliferación de los negociados.
Desde un primer momento se intentó legitimar el golpe frente a la Corte Suprema de Justicia, que finalmente sancionó una ley para hacerlo. Se trató aquí de una enorme contradicción, ya que se legitimó lo que en esencia es ilegal.
El gobierno de Uriburu se caracterizó por su tendencia autoritaria y nacionalista; como jefe de Estado intentó instaurar en la Argentina un régimen fascista (al estilo de Mussolini). En sus proyectos figuraban: reformar la Constitución Nacional para suprimir los partidos políticos, que serían reemplazados por agrupaciones civiles representativas de obreros, patrones y profesionales, quienes (actuando solidariamente) constituirían el Poder Legislativo. También pretendía derogar la Ley Sáenz Peña, estableciendo un sistema electoral selectivo, ya que veían a la democracia como la puerta para la corrupción y el desorden social.
Por su parte, Uriburu creó la Sección Especial de la Policía Federal, dedicada a perseguir y reprimir a los manifestantes opositores y a aquellos que “alteraban el orden público”. Este escuadrón tenía como prácticas regulares la utilización de la picana eléctrica con los prisioneros, por lo general para arrancar confesiones y delaciones. La Sección Especial estuvo a cargo de Leopoldo Lugones (h), un individuo menos poético que su padre, aunque de la misma astilla. Desafortunadamente esta nefasta institución perduró durante el gobierno peronista en la Comisaría 8ª, de la calle Urquiza y Agrelo (frente al Hospital Ramos Mejía) bajo las órdenes del coronel Jorge Osinde, otro personaje de triste fama.
Debido a las profundas divisiones internas del ejército, su impopularidad y la falta de apoyo interno al gobierno, Uriburu tuvo que llamar a elecciones, con la condición de que el radicalismo no participara en ellas. Finalmente los comicios se celebraron en abril de 1931 y las ganó por fraude Agustín Pedro Justo, al que lo sucedió Ortiz, que se vio forzado a renunciar poco después de haber asumido, debido a su ceguera. A Ortiz lo sucedió en el poder Ramón Castillo.
Durante estos años la intervención del Estado en la economía se limitó a resguardar con fondos públicos los intereses privados de los grandes grupos económicos, desentendiéndose del hambre, la desocupación y la miseria que soportaba un alto porcentaje de las familias argentinas. Tal manejo discrecional de los presupuestos por parte del gobierno fomentó la corrupción y los negociados, grandes protagonistas de esta década infame.
La mayoría de los negociados tenían su origen en el gobierno y sus funcionarios. Entre ellos, el más famoso fue el de las carnes, que el demócrata progresista Lisandro de la Torre informó en 1935 ante el Congreso Nacional. El senador santafecino denunció por fraude y evasión impositiva a los frigoríficos Anglo, Armour y Swift. Aportó pruebas que comprometían directamente a dos ministros de Justo: Federico Pinedo, de Economía, y Luis Dahau, de Hacienda. Las pruebas establecían claramente el trato preferencial que recibían estas empresas, que prácticamente no pagaban impuestos y a las que nunca se las inspeccionaba, mientras que a los pequeños y medianos frigoríficos nacionales se los abrumaba con continuas visitas de inspectores impositivos.
La denuncia de Lisandro de la Torre tuvo una feroz escalada, que terminó con el atentado del 23 de julio en el Senado de la Nación y se cobró la vida del senador Enzo Bordabehere, a manos de un matón del Partido Conservador, el ex comisario Ramón Valdez Cora. 


Caravana de civiles apoyando el golpe



COROLARIO DEL GOLPE

Ante todo, la primera y flagrante contradicción se manifestó en las exequias del líder radical, fallecido dos años después del golpe (3 de julio de 1933) con una impresionante manifestación popular de acompañamiento de sus restos.
Al respecto, explica el historiador Felipe Pigna: “Resulta por lo menos insólita cierta nomenclatura utilizada por la historia oficial argentina, aquella de cuño liberal pero que sin embargo no retaceó el elogio de llamar ‘revolución’ a todo golpe de Estado perpetrado en Argentina. El caso paradigmático fue el del golpe del 6 de septiembre de 1930, a cuyos protagonistas llegaron a llamar ‘libertadores’. Curioso concepto que remite a los verdaderos libertadores a San Martín, a Belgrano, a Güemes, tan lejanos a los usurpadores del poder que acompañaron al general devenido en presidente José Félix Uriburu. En el gabinete de ‘Von Pepe’ como llamaban al dictador por sus simpatías germanófilas, estaba la flor y nata de la vieja oligarquía. Allí había lobbistas, abogados de compañías extranjeras. Pero nos han dejado una imagen de Uriburu que lo pinta simplemente como golpista y cuartelero. Resulta imprescindible señalar que él mismo era un lobbista que, como sus compañeros en el gobierno, no dejará sus legalmente incompatibles funciones privadas para ejercer las públicas. Harán lobby en beneficio propio y de las empresas extranjeras a las que representaban y perjudicarán el patrimonio nacional.”
El golpe de 1930 fue el comienzo de una seguidilla de golpes de Estado que interrumpieron la marcha institucional del país, imperfecta y con grandes falencias, pero no por ello desechable. Nada justificaba la interrupción de la democracia en manos de un grupo de militares que se arrogaban supra poderes de control y vigilancia.
Seis fueron las interrupciones del orden constitucional durante el siglo XX:
El último de los asaltos al poder institucional dejó un saldo de 30 mil desaparecidos, violaciones, torturas, apropiaciones de bienes y hasta bebes incautados a las madres asesinadas.
Hubo quienes atribuyeron el título de “revolución” al golpe de Estado de 1930, cuando el único cambio que realizó fue el de profundizar las diferencias sociales y subordinar el país a potencias extranjeras. Aún quedan en el país diferentes lugares que llevan el nombre del dictador Uriburu, por lo que es de preguntarse si no ha llegado el momento de sustituirlos.
Por fortuna, desde hace ya casi medio siglo se mantiene el sistema democrático y es el sufragio el que prima a la hora de realizar cambios.

Miguel Eugenio Germino

Fuentes:
Pigna, Felipe. Los Mitos de la Historia Argentina 3, Buenos Aires, Planeta. 2006.
https://www.facebook.com/FelipePigna/posts/10151132920003950?stream_ref=5
http://www.taringa.net/posts/info/12545796/La-Decada-Infame-1930-1943.html
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/decada_infame/asesinato_en_el_senado_de_la_nacion.php
http://escritorioalumnos.educ.ar/datos/recursos/pdf/historia/decada-infame.pdf






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