viernes, 31 de julio de 2020

EDITORIAL PRIMERA PÁGINA AGOSTO DE 2020


EDITORIAL AL Nº 302 AGOSTO 2020



“Cuando la tormenta pase
y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido…”

Tal vez una forma acertada de iniciar y concluir este editorial del mes de agosto, sea con estos versos del genial escritor y poeta Mario Benedetti, aún en un momento crucial de la pandemia que amenaza al mundo entero–, aunque afortunadamente parece amesetarse.
Nuestro país, dichosamente, fue uno de los menos perjudicados gracias a las medidas oportunas y anticipadas tomadas, a pesar de los tantos detractores que pusieron las más inapropiadas trabas, hasta el punto de violar sistemáticamente la cuarentena que cumple la gran mayoría.
Ocurre en un momento crucial para el país, acechado por una deuda externa agobiante de la que se logró al menos renegociar una parte, cuando sale a la luz la más brutal de las pandemias, la mediática, de un periodismo aferrado a lo más rancio de la oligarquía para consumar un combo ensañado en destruir al país con su gente más castigada dentro.
 Se pudo consumar un brutal ataque a la libre expresión de las ideas con la inhumana agresión a trabajadores de un móvil de C5N, cuando muchos en malónarremetieron contra pocos indefensos, en lo que pudo ser una calamidad.
 Reina en ciertos políticos la mentira sistemática y organizada; existe también un “Círculo rojo” que presiona con impunidad. “Se puede mentir a muchos poco tiempo. Pero no se puede mentir a todos todo el tiempo”, en una incoherencia ideológica en la que es difícil distinguir a las palomas de los halcones, en el mestizaje que caracteriza a la fauna y la flora del PRO y la pasividad del hoy deslucido y opaco radicalismo.
En esta instancia debe ser la justicia la llamada a dirimir el triste hecho, una justicia cuestionada, devaluada y residual, donde muchos casos se encuentran empantanados, como el caso Vicentin. Falta en el sistema judicial una profunda y rápida depuración, caso contrario estaremos en serios problemas.
Al igual es necesario el tratamiento legislativo del postergado impuesto a la riqueza, que debe ser permanente (no por única vez), además de la urgente designación del nuevo procurador general de la Nación, una profunda reforma tributaria y una ley de entidades financieras (hoy rige aún la de la dictadura). Son algunas de las asignaturas pendientes del gobierno, para poder avanzar sin tropiezos.
Se hace necesario también aumentar en dos nuevos miembros a la Corte Suprema de Justicia, para compensar los dos designados (por la ventana) durante el gobierno anterior, y avanzar en una “renta universal”.
Ésta se está discutiendo y aplicando en muchas partes del mundo, especialmente en los regímenes “capitalistas”, aunque deban rasgarse las vestiduras.
La vacilación no es síntoma de fortaleza, sino que es aprovechada por los enemigos agazapados en las sombras, con fines desestabilizadores; hay que evitar caer en ella.
Hoy tras 140 días de cuarentena, se produce un lógico cansancio social y un agotamiento económico, perjuicios psíquicos para muchos, pero la nueva flexibilización escalonada o no en post de recuperar la economía, presenta un riesgo que tanto las autoridades como los ciudadanos deben asumir, cuidándose y responsabilizándose, porque esta nueva apertura en sí no garantizará una recuperación, algo que no se dio en ninguna parte del mundo.
Todo será diferente en el futuro post pandémico, se deberá convivir un largo tiempo con el virus y los rebrotes. Deberemos ser mejores, distintos, más comprensivos, pero no podemos ser más débiles, al contrario, ¡ser más fuertes! para abordar los nuevos y mayores desafíos de un futuro que no se presenta nada fácil.
No se puede caer en facilismos, ser comprensivos sí, pero es de esperar no dar un paso en falso que haga infructuoso el camino andado hasta el momento. Debe primar la prudencia, tal vez pueda entrar a jugar además “el miedo” como un componente de disuasión.

“…Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado.”


Hasta la próxima





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