"El lawfare empieza a
través de los medios de comunicación, que descalifican y meten sospecha de un
delito. Se hacen esos sumarios grandísimos y para condenar basta el
volumen de ese sumario, aunque no se encuentra el delito"
Papa Francisco
HAY POCOS QUE CONSUMEN
MUCHO, HAY MUCHOS MÁS QUE CONSUMEN POCO, Y HAY MUCHÍSIMOS QUE CASI NO CONSUMEN
NADA.
Entre los que
consumen poco y casi nada, se ubica el 80%
de los ciudadanos de este bendito país, de
46 millones de seres pretendidamente humanos.
Están los que tienen
grandes extensiones de tierra y están quienes carecen de ella.
Están también
quienes preexistían a la organización del país como tal, “los pueblos originarios”,
los absolutamente desclasados y excluidos del mapa. Algunos además tildados de
“no argentinos”, como los “Mapuches”, que, si no se los reconoce argentinos,
vendrían a ser extranjeros, lo que constituye un disparate.
En nuestra también
bendita hoy CABA, la otrora “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa
María de los Buenos Ayres” –como la nominó Garay, su fundador en 1580–, también están los que
viven en suntuosos departamentos sobre la avenida Libertador, y quienes
subsisten en miserables villas miserias.
Para colmo, el
grueso de los habitantes de la ciudad carece de los espacios verdes suficientes
para una digna calidad de vida, privándoselos a su vez, de la vista al río, como lo garantiza la Constitución
de la Ciudad en su artículo 8º:
“En su carácter de corribereña del Río de la Plata y
del Riachuelo, la Ciudad tiene plena jurisdicción sobre todas las formaciones
insulares aledañas a sus costas, con los alcances permitidos por el Tratado del
Río de la Plata. Serán consideradas como reservas naturales para preservar la
flora y la fauna de sus ecosistemas. Los espacios que forman parte del contorno
ribereño de la Ciudad son públicos y de libre acceso y circulación. El Puerto de Buenos Aires
es del dominio público de la Ciudad, que ejerce el control de sus instalaciones,
se encuentren o no concesionadas.”
Recapitulando, están los que lo tienen todo y en el otro
extremo, los que consumen casi nada, viven en condiciones infrahumanas, no
tienen tierra y hasta se les niega la ciudadanía de argentinos.
Así se aborda el mes
de mayo, mes de la Revolución que intentó darle
identidad al país, aunque condicionada a las trabas a que la llevaron gobiernos dictatoriales y cipayos (por
adopción propia), que padeció en gran parte de su historia.
En este combo, se
produce un cóctel perfecto de inflación +
decepción y desánimo que lleva a los sectores populares a una casi segura derrota. Todo en un nado sincronizado de
voces denostando al país.
La gente pide más seguridad,
y del otro lado se cuela el mensaje
mediático opositor de odio y violencia, y el lawfare.
El tiempo juega en
favor de los que dejaron al país endeudado, y hoy anuncian –sin ocultarlo– que aplicarán sin anestesia el
programa del FMI, del que ya se sienten los
primeros escarceos.
“Espabilar” debe ser la primera acción para no caer
en la trampa perfecta a la que nos llevan: devaluación,
ajuste, recorte
de gastos y
flexibilización laboral. Vendrán por el
litio y luego por el agua.
Por
nuestra soberanía: ¡¡¡no se lo permitamos!!!
Hasta
la Próxima
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