MANIFESTACIÓN CONTRA LA REFORMA JUDICIAL
Benjamín Netanyahu: un líder histórico en la cuerda floja
Pese a la fragilidad permanente de la paz en Medio Oriente, el Estado de Israel siempre se las ingenió para
preservar su institucionalidad sin mayores conflictos. Si bien siempre tuvo los
problemas típicos para formar gobiernos que
tienen habitualmente los regímenes parlamentarios, en general la vida política
cotidiana nunca fue afectada. Y en especial la figura de Benjamín Netanyahu se
mantuvo siempre vigente, a pesar de los cuestionamientos, más basados en su
posición intransigente con el mundo árabe que con su gestión diaria.
Pero algo cambió en la realidad
israelí. El intento de su líder por modificar las reglas de la Justicia en beneficio
propio, ocasionó una inesperada crisis con graves coletazos para la institucionalidad
del Estado de Israel. Paros, marchas y paralización de distintos estamentos, fueron las consecuencias a los que en general el
pueblo de Israel no estaba habituado.
Esto puso en tela de juicio la capacidad de gobernar de la derecha y en
especial de su histórico líder, que por el momento no parece encontrarle la
vuelta a una crisis que él mismo inició. La derecha que gobierna, que se creía
intocable, navega a la deriva en un mar turbulento al que no están acostumbrados.
A diferencia de lo que sucede en la Argentina, el pueblo israelí cree
que el último dique ante la avanzada anti derechos que propone la alianza
nacionalista-religiosa que encabeza Netanyahu es la Corte Suprema. Los jueces
son considerados allí como los garantes de la ley, ante la ausencia de una
Constitución formal y de un Parlamento
unicameral que controla la coalición gobernante. Si triunfara el proyecto del
Gobierno, no habría institución política libre de su
influencia.
Ahora el líder israelí puso pausa en su avance y convocó al diálogo a la
oposición, tratando de frenar una escalada de protesta popular que no tenía
freno. La tensa calma actual, sirvió para
demostrarle a los líderes derechistas que la instalación de un gobierno sin
límites institucionales no forma parte de la realidad que espera el pueblo de
Israel.
Pablo Salcito
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