Bachelet buscará terminar con la herencia de Pinochet
El claro triunfo de la nueva mandataria chilena y sus dichos tanto en
la campaña electoral como en el día que se confirmó su vuelta al poder, abren
la expectativa de saldar una deuda
que la clase política chilena le debe a su país y a América latina: terminar con los resabios de la dictadura
que encarnara Augusto Pinochet.
Pese al bombardeo mediático que nos quiere hacer creer que Chile es el
ejemplo a seguir y que el modelo chileno es impecable, los trabajadores
chilenos adolecen de derechos laborales y se ven desprotegidos ante cualquier
avance de las patronales.
Es que la disciplina que impuso a sangre y fuego la violenta dictadura
que sufrió el país trasandino, dejó casi inermes a los que salen diariamente a
ganarse el pan. No debemos perder de vista que el andamiaje legal que dejó
Pinochet fue escasamente modificado desde su salida. Recordemos que a
diferencia de la Argentina, los militares chilenos conservaron el poder
político hasta el final y lograron condicionar a la democracia chilena con una
constitución que garantizaba su impunidad.
Pero los años pasaron y ahora Michelle Bachelet vuelve al poder
sucediendo a un gobierno de derecha, como el de Piñera, que terminó agotado y
con baja popularidad. Es entonces el momento de aprovechar la debacle de
quienes sostienen el discurso neoliberal, para lograr los cambios que envíen a
esta doctrina al museo.
Cuesta aceptar que si Chile creció económicamente tanto como dicen, las
universidades estén preparadas sólo para los ricos o para los integrantes de la
clase media que deben hipotecar su futuro para estudiar. Para muchos es más
barato venirse a estudiar a la Argentina. Tampoco se entiende que el ingreso
per cápita de los chilenos más ricos sea 78 veces mayor que el segmento más
pobre.
Por lo visto el famoso modelo
de crecimiento chileno no tuvo en cuenta como variable a la equidad. Los manuales que hablan maravillas de la mano del mercado como
ordenadora de la vida económica y social, suelen
saltearse ese capítulo.
Ahora la coyuntura económica y política chilena llegó a un punto de
inflexión que genera esperanzas. Las masivas protestas estudiantiles chilenas
concientizaron a muchos ciudadanos sobre las falencias y las injusticias del
modelo. Por lo menos de palabra, la Presidenta electa parece haber entendido
que necesitan cambios urgentes y de fondo, para lograr que la renta de Chile no
sea patrimonio de unos pocos. Parece ser ahora o nunca.
Pablo Salcito
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