Relato:
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Siempre fui, señor licenciado, de opinión
que a los hombres que se casan los habían de llevar a la iglesia con
campanillas delante como a los ahorcados, pidiendo por el ánima del que sacan
a ajusticiar y habiendo de llevar teatrinos que los animasen. Más después que
he visto esta materia de los maridos cuán en su punto está, soy del parecer
que es el mejor oficio que hay en la república teniendo por acompañado el ser
cornudo, gracias a Dios, que nos ha dejado ver tiempo en que es calidad y
estoy sentido y aun avergonzado de parte de los que lo son de ver, que vuesa
merced ande escondiéndose como afrentado de serlo. No me espanto que ahora es
vuesa merced cornicantano y realmente se hallará atajado aunque se librará,
con los besamanos y el ofrecerse: vuesa merced se hará a las armas como
todos, y se comerá las manos tras ellos.
Por estas hierbas cumplo veintisiete años y
siete días de cornudo y le prometo a vuesa merced que, mediante Dios, me ha
dado mil vidas. Bien sé yo, lo que más sentirá vuesa merced es lo que
quedarán diciendo cuando pase por las calles. No se le dé un cuerno aunque le
sobren muchos que si da en sentirlo se podrirá y así hágalo gracia y si oyere
tratar de muchos en algún corrillo diga de ellos peor y más mal que todos,
que nosotros así lo hacemos y engordamos. Y esté cierto que nadie puede,
aunque sea hombre de bien, decir mal de cornudos, porque nadie dice mal de lo
que hace.
¿Debe de pensar vuesa merced que es sólo
cornudo en España? Pues ha de advertir que nos damos acá con ellos y que se
trata que como oficios se les señales cuarto aparte y calle, como hay
lencería y pescadería, haya cornudería. No sé si hallará sitio capaz para
todos. Dichoso vuesa merced que es cornudo sólo en ese lugar, donde es fuerza
que todos acudan, y no aquí que nos quitamos la ganancia los unos a los
otros, tanto que si no se hace saca de cornudos para otra parte se ha de
perder el lugar.
¿Cómo piensa que está recibido esto de
cornudar? Pues ya se hace inquisición para casarse uno, que después de darles
el dote se obliga a hacerse cornudo dentro de tanto tiempo y el marido escoge
el género de gente con quien mejor le está: extranjeros, seglares o
eclesiásticos, y ha de llegar el tiempo en que han de usarse en España
conmaridos y se ha de llamar Junta de dos desposados y vacadas los barrios,
aunque la sobra de mujeres se ha cogido tanto cornudo estos años que valen a
huevo. Y es un gran señor de la profesión, que antes, cuando había en una
provincia dos cornudos, se hundía el mundo, y ahora, que no hay hombre bajo
que no se meta a cornudo, que es vergüenza que no lo sea ningún hombre de
bien, que es oficio que si el mundo anduviera como había de andar se había de
llevar por oposición como cátedra y darle al más suficiente o, por lo menos,
no había de poder ser cornudo ninguno que no tuviese su carta de examen
aprobada por los protocornudos y amurcones generales. Haríanse mejor las
cosas y sabrían los tales cofrades del hueso lo que habían de hacer. No hay
cosa más acomodada que ser cornudo porque cabe en el marido, en el hermano,
en el padre, en el amigo. Al letrado no le estorba el estudiar, antes le da
lugar a la lección. ¿Cómo curaría ni visitaría el médico si estuviese siempre
sobre su mujer y no diese lugar al cuerno? El da lugar a los oficiales para
su trabajo y a nadie estorba. Pues en cuanto a honra: ¿quién no le regala?,
¿quién no le asienta en su mesa?, ¿quién no le presta ni le da? Pues si
miramos a el provecho de la república, si no tuviera cornudos ¿qué hubiera de
muertes, de escándalos y putos? Todo esto estorba uno de nosotros a quien
llaman hombre de buena masa. Y realmente nosotros conforme a buena justicia
siempre tenemos razón para ser cornudos, porque si la mujer es buena,
comunicarla con los próximos es caridad y si es mala, es alivio propio. En
otro tiempo eran menester razones, mas ya está tan negro el calificado que
son escusadas las autoridades, porque aunque es verdad que en el primitivo
cuerno hubo alguna incomodidad y pesadumbre ahora está esto muy asentado porque
todas las cosas que han hecho mudanza y más ahora que hay casta de cornudos,
como de caballos y está acreditado este oficio que verá vuesa merced que
están aguardando a una puta ducientos dueños para cogerla como arrebatiña y
alto a casar.
He oído decir el otro día que se trataba de
hacer cornudos reales, como escribanos y repartirlos por las calles para el
buen despacho, con su rótulo encima como curiales, que diga: "aquí se
despacha para Génova, Roma, Francia". No sé si pasará adelante, como
también la nueva institución que me acaban de decir se trata para moderar las
sedas, cadenas, diamantes y trencillos que gastan. De todo avisaré a vuesa
merced como quien tan a pecho toma nuestra estimación o imitación.
Vuesa merced se honre mucho y coma de todo
y hable con todos y disimule y verá qué bendiciones me echa. Y entre tanto,
para entretener y aprovecharse lea este discurso intitulado El siglo del
cuerno y mándeme cosas de su servicio.
A vuestra mujer beso la mano en habiendo
vacante.
Francisco
de Quevedo
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