EDITORIAL AL Nº 228
MAYO DE 2014
Eppur
si muove –«sin embargo, se
mueve»–,
había sentenciado Galileo Galilei
(1564-1642), tras ser obligado a adjurar de sus ideas por la “Santísima Inquisición” y condenado a prisión
perpetua por el régimen secular, además de
prohibir sus libros y esconder sus descubrimientos.
Alguien le había recomendado
entonces: “serénate”,
para así calmar su padecimiento. –¡No!, había respondido, ¡¡¡indígnate!!!, mil veces indígnate,
por las injusticias de aquella época nefasta y oscurantista.
Galileo alzó el vuelo para el otro mundo el 8 de enero de 1642, sin embargo sus libros y sus investigaciones aportaron un avance
fundamental a la humanidad y hoy la “Santa
Inquisición” es un mal recuerdo, aunque siempre hay quienes pretenden circular
a contramano de la historia, del desarrollo de las fuerzas productivas y
manteniendo las viejas y caducas relaciones de producción.
Era entonces la
indignación, la frágil respuesta a la omnipotencia, y hoy, 372 años después, aún
muchas veces “la indignación” es el antídoto y el contraveneno a
las infamias del siglo XXI.
A Carlos Marx (Prusia,
5 de mayo de 1818 - Londres, 14 de marzo de 1883), no pudieron obligarlo a adjurar de sus ideas, pero también
escondieron y tergiversaron sus descubrimientos filosóficos, aunque, “Eppur
si muove” están, existen, como
los de Galileo y de tantos otros que fueron a parar “al horno de los iluminados de la tierra”.
Tanto es así que esta prodiga tierra, tan
vapuleada en los últimos tiempos, no paró de alumbrar “indignados”, y del lado opuesto están los que pugnan por la “serenidad”,
que esconde el quietismo de la resignación.
Túpac Amaru (José Gabriel
Condoncarqui, 1731-1781) fue uno de
los tantos indignados que osó alzarse contra el entonces colonialismo español,
y pagó con el desmembramiento de su cuerpo como escarmiento.
A Mariano Moreno, lo envenenaron en alta mar por su revolucionario
“Plan de Operaciones” y otras yerbas. Artigas,
otro indignado,
terminó exiliado en Paraguay y otros indignados como San Martín y Bolívar, liberaron a nuestra América. Y José Martí, hizo lo propio en Cuba, hacia fines del siglo XIX.
Nuevos indignados como Fidel y el Che Guevara, derrocaron en
Cuba al sargento Batista en 1959, y ya en nuestros días, aparecerán indignados
como Chávez, Evo y Correa, y en otra medida, los Kirchner en Argentina, Dilma
en Brasil y Mujica en Uruguay, que se rebelaron contra el ALCA de dominación y le dijeron ¡basta!
al nuevo imperio, y ahora últimamente, Bachelet en Chile, con
nuevas y frescas ideas liberadoras.
Pero el Imperio no duerme, y a
diferencia de sus fragatas y marines del pasado reciente, hoy utilizan los últimos adelantos de la informática, combinados con la penetración financiera,
todo con la complacencia de caciques nativos y medios de prensa, comprados con
su oro sucio. No son pocos los “líderes” argentinos que se anotan en la
carrera, visitan en su cueva al Tea Party Movement (traducido como Partido
del Té), movimiento político estadounidense de ultra derecha
concentrada.
¡El Imperio no duerme!, sabe al dedillo
que hay “indignados”, y crea nuevas
formas de penetración para terminar con “los
rebeldes”. Crea organismos como el Centro para la apertura
y el desarrollo de América Latina
(CADAL),
integrado a las formaciones de la sociedad civil de la OEA, apoyándose en la
CP/RES 759, de esta organización.
Otra: la USAID (Agencia Norteamericana de Ayuda
al Desarrollo) ni de ayuda ni de desarrollo,
sino de espía y desestabilización, que ideó para Cuba el Plan Zunzuneo, de verdaderas y temerosas acciones ilegales contra
la isla (el proyecto “Twitter Cubano”) para fomentar “la disidencia de la
juventud”. Y hay centenares de casos similares, como el “Plan Colombia”, otra modalidad, también fracasada.
La CADAL recibe el mayor porcentaje de dinero para sus acciones, de
manos de las sucursales de la CIA para la región: Atlas Economic Research Foundation, con sede en Washington, el
Instituto Timbro en Suecia, la filial argentina de la Konrad Adenauer Stiftung, la Fundación
Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), la National
Endowment For Democracy, el Directorio Democrático
Cubano con sede en Miami, y muchas otras.
Sería larguísimo enumerar las organizaciones de “ayuda”, los medios asociados, y los caciques
locales visitadores de la embajada norteamericana y del Tea Party Movement,
neocolonial.
Pero difícilmente
logren su objetivo si los libres e indignados de nuestra América irredenta se
unen y se lo imposibilitan, porque “el sur”: ¡¡¡Eppur
si muove!!!.
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