23 de agosto de 1305
“Corazón Valiente” y su lucha contra un Imperio
PELICULA SOBRE WALLACE |
A largo
de su historia, Inglaterra llegó a invadir hasta el 90% del planeta tierra. No
lo intentó con otros planetas por razones obvias
No fueron pocos los escollos que encontró
Inglaterra en su largo peregrinar imperial, en el que dejó un saldo de millones
y millones de muertos en los cinco continentes. Y fue equitativo en su accionar, pues tampoco respetó a
su vecino más próximo, Escocia. Allí encontró a un
rival que le ocasionó grandes dolores de cabeza, William Wallace, o “Corazón
Valiente”, un gigantón de dos metros de altura y una energía anticolonial que
le valió una terrible muerte: estrangulado, ahogado y desmembrado, un escarmiento para que
su ejemplo no cundiera, cosa que Inglaterra no pudo lograr.
“MONDO CANE”
El nacimiento de
los grandes imperios ocurría cuando un
pueblo que presentaba una “civilización avanzada” y una religión
dominante, se proponía dominar a la mayor cantidad de territorios posibles, donde establecía
un sistema de control unificado, como por ejemplo el del
Imperio de Alejandro Magno o del Imperio Romano.
El imperialismo se
caracterizó como una expansión colonial en territorios vecinos y de ultramar, a los cuales se les imponían sistemas estructurales
acordes con el sistema económico central, y en
el que cada urbe debía someter la política y hasta la cultura al poder
dominante.
El 90% del planeta Tierra fue invadido en algún momento de su
historia por el imperio inglés, del que solo
se salvaron apenas 22 países, ya sea por irrelevantes o por carecer de salida a
los mares que éste dominaba. En efecto, después
del Imperio Romano, fue el inglés el
país-imperio más invasor, que inclusive superó
al “espíritu de las brutales Cruzadas”
de los siglos XI al XIV.
Ya en la época
contemporánea,
fue Inglaterra quien dio impulso al imperialismo empezando por el
establecimiento de un sistema colonial, que
consistía no solo en la ocupación de vastos territorios, sino también en hacerse de puntos de apoyo estratégicos como el
Cabo (1814), Singapur (1819), Adén (1839) y Hong Kong (1842), entre otros,
sin contar las numerosas islas en el Atlántico sur o el Océano Índico. Desde
esos puntos, los comerciantes ingleses obtenían
acceso hacia el interior, lo que con el correr del tiempo dio paso al control de
amplias extensiones en los seis
continentes, con colonias tan importantes como las
de la India, Australia y Canadá, sin enumerar otras
posesiones asiáticas, africanas y americanas.
Siguiendo el ejemplo británico,
otros estados europeos también se lanzaron a la conquista de territorios
africanos y asiáticos, como Francia, Bélgica, Portugal, Holanda y España.
LAS GUERRAS POR
LA INDEPENDENCIA DE ESCOCIA
LA GRAN BATALLA DE CORAZÓN VALIENTE |
Poco se sabe y se difunde en el
mundo la rica historia de Escocia, amén de que usan faldas y tocan muy bien la
gaita.
Se conoce con el
nombre de Guerras de independencia de Escocia a todo un conjunto de
campañas militares que enfrentaron a Escocia con su vecino insular, Inglaterra, entre finales del siglo
XIII y ya avanzada la segunda mitad del siglo
XIV. A lo largo de dicho período, mediante campañas y batallas, el objetivo de Inglaterra era ocupar y anexar el territorio escocés,
mientras que Escocia pretendía mantener su propia independencia frente a los ingleses.
La Primera Guerra de
Independencia (1296-1328) se inició con una invasión
inglesa de Escocia, que terminó con la firma del Tratado
de Edimburgo-Northampton en 1328. La Segunda Guerra de
Independencia (1332-1357) empezó con motivo de la invasión de Eduardo de Balliol,
apoyado por los ingleses, en 1332, y finalizó en 1357 con la firma del Tratado de Berwick.
El período y todos los conflictos en su conjunto sumieron
a Escocia en una profunda crisis nacional que hizo de esta una época decisiva
para la posterior historia del país. Una vez finalizadas ambas guerras, Escocia
había logrado mantener su estatus de nación libre e independiente, lo que era en sí su objetivo desde el principio y a lo
largo de todo aquel conflicto, claro está que asociada a una alianza
estratégica con Inglaterra mediante el Reino
Unido de la Gran Bretaña, con la adición del residuo colonial de Irlanda del
Norte.
Hoy se reedita una nueva vuelta de tuerca en el
viejo conflicto con un plebiscito por el cual Escocia decide si rompe o no con
su antiguo “enemigo”, declarándose independiente de aquella asociación de
estados (Inglaterra-Gales-Escocia-Irlanda) dominada por el principal
(Inglaterra).
CORAZÓN VALIENTE: WILLIAM
WALLACE
MONUMENTO A WILLIAM WALLACE EN ABERDEEN ESCOCIA |
“¡¡¡Libertaaaadddd…!!!, gritará Wallace, en lugar de “piedad”, ya ante el verdugo que lo decapitará
y desmembrará.
Escocia reconoce a William Wallace como “héroe nacional”. Escocia se liberó, pero más
tarde cayó nuevamente en las garras del
Imperio inglés, tras el subterfugio de formarse “el Reino Unido de Gran Bretaña”.
Se desconocen
con precisión datos ciertos sobre el nacimiento de
Wallace, los más confiables lo ubican en la aldea escocesa de Elderslie
en el año 1271, aunque todo en su vida está cubierto por el enigma.
Perteneciente,
al parecer, a la más baja nobleza, su familia vivía
de forma humilde pero autosuficiente. Siendo el segundo hijo varón, se le
preparó para formar parte del estamento religioso; su
destino de sacerdote quedó interrumpido para dar lugar a uno mucho más
trascendental.
Tras la muerte
del rey Alejandro III en 1286, Escocia vive un período político turbulento; la
sangre cubría todo el territorio, los tres hijos del rey habían muerto, y dos
familias enemistadas, los Bruce y los Baliol, lucharán por el trono en una guerra
civil de clanes que concluyen tras la actuación del monarca inglés, el despiadado Rey Eduardo I alias Longshanks
(Piernas Largas), que toma partido en favor de los Baliol, quien se
impone en 1290. A partir de este momento Escocia quedaría bajo la tutela de
Inglaterra.
Aunque teóricamente libre, la realidad era muy
distinta. El pueblo escocés estaba descontento con la situación pues, en la práctica, se
encontraba sumido a las órdenes de su
poderoso vecino.
En 1291, cuando
William contaba con 20 años, su vida dio un giro inesperado. Su padre y su
hermano mueren combatiendo a los ingleses, hecho
que despertó en él un odio incontrolado. La rabia más insoportable invadió
el alma del futuro héroe, quien a partir de ese día se
empeñará en dirigir todos sus esfuerzos a acabar por todos los medios
con la semi-ocupación inglesa de su tierra. Ese mismo año, paseando por la
ciudad de Dundee, nace el mito del corazón valiente. William, un joven de casi
dos metros de altura (casi un gigante en la época) y ataviado con el traje
típico escocés y los colores verdes de su clan, recibe la burla de un grupo de
jóvenes ingleses. Se ríen de sus ropas y de
su origen escocés, lo que no puede soportar. En
un arrebato de ira mata a los muchachos sin saber que uno de ellos era el hijo del gobernador inglés. A partir de ese
momento y hasta su muerte, Wallace será
el mayor héroe libertador de la historia de su país.
Primero se convierte
en un fugitivo, pero no era su propósito vivir
escondido y, junto a un grupo de amigos, empieza a luchar en los bosques. Nace entonces una guerrilla que hostigaba a los
ingleses, atacando en los espesos bosques al amparo de la vegetación y
aprovechando el desconocimiento del terreno por los soldados enemigos, tanto es así que con esa estrategia consigue exterminar
numerosas patrullas, actuando como fantasmas. Posiblemente allí nació el mito.
Durante cinco
años peleó sin cesar hasta ser finalmente
atrapado, se dice que los ingleses lo encerraron en un calabozo y decidieron
matarlo de hambre. Durante semanas habría estado en
esas condiciones, hasta que murió. Cuando sus amigos acudieron a
reclamar el cadáver, descubren que aquel demacrado cuerpo todavía tenía vida.
Completamente deshecho, débil y enfermo, Wallace estaba
vivo. Al recuperarse, el mito se
acrecentó. William Wallace es
inmortal, ha vuelto desde el infierno para cobrarse la vida de los
ingleses.
Cientos de
escoceses, hartos de la ocupación extranjera, siguen ciegamente a un líder cada
vez más poderoso. Ahora Wallace era fuerte, y representaba
la máxima esperanza para su pueblo.
En 1296 Eduardo
I exige más tropas y tributos a John de Baliol para financiar las guerras
inglesas en Francia. Baliol no accede, entonces Inglaterra conquista Escocia.
En la batalla de Dunbar, los nobles escoceses lucharon por quitarse la soga
inglesa que les apretaba cada vez más, sin embargo fueron gravemente derrotados.
Otro episodio
oscureció la vida del líder al extremo cuando
una patrulla inglesa asesinó a su esposa Murron (o
Marion), luego de una acción de los rebeldes. A partir de ese momento todo el
territorio escocés se transformó en un
auténtico infierno para los ingleses. Sus castillos y guarniciones iban siendo aniquilados, el poder de Wallace crecía, la guerrilla se
convertía en un poderoso ejército de fieles seguidores. Todos se aferraban a él como único líder capaz de derrotar
la hasta entonces invencibilidad inglesa.
Los escoceses
se parapetan tras un río y el puente que lo cruza. Allí la defensa era muy
favorable, pero los ingleses, que muy
superiores en número, mejor armados, mejor entrenados, confían en una sencilla
victoria, se encuentran con algo muy distinto a lo
esperado. Aproximadamente 20.000
ingleses se lanzaron sobre las posiciones
escocesas. Unos 500 jinetes de la caballería pesada debían aplastar a los
escoceses, y es cuando aparecen las nuevas lanzas escocesas de más de dos
metros de largo, lo que provoca una verdadera
masacre.
MAPA DE LA ZONA |
El enviado de
Eduardo I se niega a capitular, en cambio
envía refuerzos de urgencia. Y cuando ocupan
toda la extensión del puente, éste cae incapaz
de soportar tanto peso. Cientos de hombres perecen ahogados, y el resto por las lanzas y las
flechas escocesas.
Ahora el desastre
inglés es absoluto. Escocia ha vencido. Fue ese el mejor momento para el gran
héroe escocés, que además de ser muy inteligente
era dueño de un gran carisma y de la lealtad absoluta de sus hombres.
Nombrado lord
protector de Escocia, invade el norte de Inglaterra, y York,
la ciudad más importante de esa región, es aplastada. Wallace corta la cabeza
al sobrino de Eduardo I. El país más poderoso de Europa tiembla ante el coraje
de un solo hombre. Pero ahora, enfurecido y humillado, Eduardo I no va a cometer
errores. El ejército inglés que cae sobre Escocia en 1298 sería imparable.
Ante el poder
del ejército invasor, los nobles escoceses se ven
acobardados, mientras que Wallace parece ser el
único que quiere luchar. El máximo
aspirante a la corona, Robert de Bruce, y la nobleza, lo
traicionan. El monarca inglés se ha cuidado bien de sobornar a toda la clase
noble antes de la invasión final, Wallace tendrá una dura derrota a manos de
los ingleses en la batalla de Falkirk, aunque de nuevo logra
sobrevivir. Perseguido, huye del país. Fue
entonces que comenzó a recorrer Europa, desde Francia hasta el mismo Vaticano,
buscando ayuda para su causa, pero no encuentra a
nadie dispuesto a enfrentarse con Eduardo I. Tras algunos años, harto de
las palabras vacías de los líderes europeos, decide volver a su tierra para
proseguir la lucha. De nuevo, el espíritu de
libertad, encarnado en su persona, recorría el territorio escocés, aunque esta vez la cruel naturaleza humana hizo que muchos lo traicionaran, y más que eso, algunos
de sus colaboradores más cercanos colaboraron para que fuera apresado. Es así
que Wallace cae en una emboscada y es llevado a Londres para enfrentar un juicio que tiene un solo veredicto posible: pena
de muerte. La sentencia es siempre
cruel para los enemigos de la patria, y esta vez se cebaría especialmente como
escarmiento para todo aquel que osara enfrentarse al poder del rey.
Se lo acusa de
alta traición al monarca, de asesinato y de
paganismo. Fue entonces cuando pronunció sus palabras más famosas: “Si me
acusáis de asesinato por asesinar a los enemigos de mi patria, entonces soy
cien veces culpable, pero no me podéis llamar traidor, cuando siempre he
servido a mí país, el cual es Escocia, y no Inglaterra, a cuyo rey nunca he
jurado lealtad”.
Su condena fue ejemplar: será arrastrado, colgado y
descuartizado. Unos caballos lo arrastraron ocho kilómetros hasta el lugar en que fue ejecutado. Luego lo llevaron al matadero en donde
fue estrangulado. Después, le sacaron los intestinos, le abrieron el estómago y
el pecho para mostrar su corazón; se dice que todo esto se lo hicieron cuando
aún estaba vivo, cosa difícil de creer.
Ante la mirada de la muchedumbre, William recibió un
castigo de una crueldad absoluta. Sin embargo, no profirió ni un lamento. Aguantó
estoicamente el dolor hasta encontrar la paz
tras su muerte.
Eduardo I ordenó que sus miembros mutilados fueran
repartidos por las cuatro esquinas de Gran Bretaña, lo que no amilanó a los
escoceses, más bien hizo que Wallace terminara por
consagrarse como el mártir de la causa escocesa.
La leyenda del
guerrero inmortal se volvió imparable.
Escocia se
agita, se alza ante la injusticia y luchará contra el invasor hasta la
extenuación. El espíritu de William Wallace, el corazón valiente de Escocia,
guiará a los suyos encendiendo la llama de la rebelión. Ahora, el líder sería Robert de Bruce, futuro rey de Escocia.
Su grito de guerra era ahora más que nunca
el lema del clan de los Wallace: "Por
la libertad”. Alentados por la figura del mártir, los alzados triunfan y
logran la liberación de su tierra. En 1306
Escocia lograba la independencia, reconocida
luego por Inglaterra en 1314, tras la batalla de Bannocknurn, donde obtuvieron la victoria definitiva. Escocia era libre. Y en
cada valle, en cada aldea, en cada rincón de la vieja Escocia se escondía el
espíritu de William Wallace, el héroe libertador, al tiempo que un grito cubría
el cielo y se perdía en el horizonte: Alba
go brath (Escocia para siempre).
EN EL CINE
“Luchad, y puede que muráis. Huid y
viviréis… un tiempo al menos. Y cuando estéis en vuestro lecho de muerte dentro
de muchos años, ¿no cambiareis todos los días desde aquí hasta entonces por una
oportunidad, solo una oportunidad, de volver aquí y matar a nuestros enemigos?
Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán… ¡la libertad!”.
Mel Gibson en Braveheart
Braveheart
(Corazón Valiente) es una película estadounidense
histórica-dramática de 1995 dirigida, producida y protagonizada por Mel Gibson, basada
en la vida de William Wallace.
Con algunos errores históricos propios del cine de
Hollywood, esclarece al menos la vida de un personaje legendario de la historia
de Escocia en la baja Edad Media.
La versión fílmica
de la lucha de Wallace despertó los sentimientos nacionalistas de muchos
escoceses de hoy en día y los inspiró a seguir su cruzada por la independencia
política. En varias ocasiones, en el siglo XX, se había debatido en el Parlamento inglés si cierto poder doméstico debía
ser devuelto al control del nuevo Parlamento
escocés, pero dichos esfuerzos jamás se habían cristalizado. El Partido Laborista, en
su campaña por asumir el control del gobierno británico, prometió que, de ser
electo, le daría a Escocia la oportunidad de votar en un referéndum por su
libertad.
En mayo de 1997 el Partido Laborista ganó
las elecciones nacionales. El pueblo de Escocia ganó el referéndum con un 75 %
a favor del Sí. Poco después, el Parlamento británico aprobó el acta de devolución
y el 1 de julio de 1999 se reunió el nuevo Parlamento
escocés. Hoy, en 2014, se habla de la total secesión de Escocia del Reino
Unido.
La libertad requiere
sacrificios, creo que ese es el mensaje de William Wallace y el significado de
su leyenda, que coincide con el mensaje actual de muchos pueblos y países por
recuperar la autonomía económica perdida en las décadas pasadas.
Miguel
Eugenio Germino
http://alifa.org/blog/2005/06/05/william-wallace-el-corazon-valiente-de-escocia/
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