PEQUEÑAS
SUBESTACIONES DE LA EX COMPAÑÍA ITALO ARGENTINA DE ELECTRICIDAD QUE PERDURAN EN
BALVANERA Y ALMAGRO
EX USINA DE LA BOCA |
“Domito fulmine” (el rayo dominado), podía leerse en el
escudo de la desaparecida Compañía Ítalo-Argentina
de Electricidad.
A principios del siglo XX, “El Señor del Rayo”, Juan Carossio, astuto y ambicioso
empresario italiano que ingresó al país en 1911, decidió construir castillos para controlar el poder de la
luz en Buenos Aires.
Como si estuviera en el
Renacimiento, o tal vez como una manera de
unir el pasado con el futuro, mandó a edificar una fortaleza imponente en el
barrio de La Boca, con una gran torre y ladrillos colorados a la vista,
gigantescos ventanales y grandes arcadas.
El edificio, que aún
subsiste, se encuentra en la intersección de Pedro de Mendoza y Caffarena, hoy es la sede de la Usina del Arte, que con grandes
modificaciones se adaptó para albergar las muestras más acabadas de música y
arte.
Pero no bastó con un solo
castillo para llegar a todos los hogares que demandaban electricidad, Carossio necesitó construir decenas de castillos más
pequeños, barriales, para que atendieran aquella demanda. Son castillitos
menores que se esparcen por toda la ciudad y el Gran Buenos Aires con la misma
impronta, la misma inscripción y el mismo estilo renacentista, como para que
nadie ignorase quién era el amo de la luz en
la ciudad. Así es como nace, bajo la dirección de Juan Carossio en el año 1912,
la Compañía Ítalo Argentina de
Electricidad (CIAE), con una concesión para suministro por 50 años.
Hasta el arribo de la Ítalo,
el servicio de electricidad era monopolizado por la CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad), que
dominaba el mercado eléctrico mayorista, dirigido al mercado de la electricidad
industrial y del transporte tranviario, este último
en expansión por la geografía porteña.
A falta de visión, o por
priorizar las áreas más fáciles, la CATE descuidaba el consumo familiar, muy
pequeño en proporción, pero que llevado a
miles era un negocio nada despreciable.
La Ítalo entonces se fijó el objetivo de proveer justamente a este consumo familiar, especialmente entre los
inmigrantes italianos, lo que le hizo ganar el afecto de sus
connacionales. De ahí su nombre, porque es de
notar que los capitales de esta empresa no eran italianos sino suizos y
alemanes, ya que pertenecían al holding Motor Columbus, cuya sede estaba en
Baden, Alemania. El caso es que sus operaciones se diversificaron a través de
pequeñas plantas (castillitos) que se encargaban de distribuir la electricidad
a las casas, por toda la ciudad.
MINI USINA DE H.YRIGOYEN 2923 |
El nombre italiano no era suficiente para
diferenciarse de su principal competidora CATE. Buscó para
ello realizar edificaciones a imagen
y semejanza del país natal, para que todos los inmigrantes italianos se
sintieran como en casa. Por este motivo le encargó al arquitecto Giovanni
Chiogna la construcción de un edificio monumental, de estilo románico lombardo
florentino que emulara los castillos de la poderosa familia Sforza, señores de
la ciudad de Milán. Así, los inmigrantes italianos se podían identificar con los
signos de una arquitectura que les evocaba a su tierra y les hacía olvidar,
momentáneamente, las penurias del desarraigo.
Por aquella época eran
escasos los arquitectos diplomados en nuestro país,
de allí que la mayoría de los edificios de la ciudad
son obras de arquitectos generalmente italianos, españoles y franceses.
Además de su usina central,
la Ítalo le encargó al arquitecto Chiogna construir otras seis sub-usinas
secundarias, ubicadas en Pacheco de Melo 3031, Balcarce 547, Montevideo 919,
Tres Sargentos 352, Moreno 1808 y San Antonio 1077. A estas se les agregaron
aproximadamente 130 pequeñas estaciones estáticas de apoyo, encargadas de la
distribución final. De todas ellas,
unas 60 sobreviven, dispersas en casi todos los barrios. Para preservarlas, fueron catalogadas
por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a fines de 2010, para
darles distinto grado de protección. De las seis sub-usinas cuatro quedan
en pie. La de Pacheco de Melo fue demolida, igual que la de Moreno que se tiró
abajo casi en su totalidad para construir en su frente un garaje, aunque en un
sector aún asoman rastros de la antigua sub-usina.
Los otros cuatro
edificios aún conservan su esplendor y han tenido distintos destinos. El de la
calle Montevideo, alberga el Museo de la Memoria o de la Shoá, que recuerda el
Holocausto del pueblo judío. La del pasaje Tres Sargentos, en Retiro, aún conserva todo el señorío
de su fachada, que muestra orgullosa su torre coronada por un antiguo reloj,
sus grandes ventanales con arcadas y, en lo alto del frente, la inscripción “Compañía
Ítalo Argentina de Electricidad” grabada sobre la piedra.
Las restantes estructuras,
repitamos de estilo romántico lombardo con cierta inspiración florentina, fueron
adaptadas a distintos usos. Algunas de las pequeñas estaciones continúan
prestando servicio para las empresas de electricidad, otras fueron adaptadas para
fines culturales, otras están abandonadas y algunas fueron demolidas o vendidas
y se convirtieron en casas de familia. Hoy el Gobierno de la Ciudad no sabe qué
hacer con ellas. Varias tienen un ancho de
solo tres metros al estilo de la típica “casa mínima” difícil de vender, aunque
sí de adaptar a fines barriales o culturales.
Como lo había previsto su
fundador, la compañía llegó a dominar el suministro de la electricidad y sus
castillos se convirtieron en marcas visibles de la Ítalo en toda la ciudad.
PEQUEÑO EDIFICIO DE AGRELO 3435 |
El imperio de la CATE se fue desmoronando
lentamente, hasta que en 1979 fue estatizada y en la década de 1990 privatizada
nuevamente por el presidente Menem. La Ítalo ya no existe pero sus castillos
sobrevivieron a su fundador y a la propia compañía. Por otro lado la CIAE pasó a convertirse
en CHADE (Compañía Hispano Argentina
de Electricidad) en 1921, debido a un cambio en el origen de sus capitales.
En los años 30, en
plena Década Infame, la compañía se vio envuelta en un escándalo de corrupción. En 1936
la CHADE volvió a modificar su denominación y pasó a llamarse Compañía
Argentina de Electricidad o CADE (capitales franceses) y CEP
(capitales ingleses), luego de un proceso de fusiones y adquisiciones en las
que participaron otras empresas, como el Grupo Herlitzka, Electric Bondand
Share Co. y el Grupo ANSEC. Además, en ese mismo año 1936 se produjo otro
escándalo, cuando el Concejo Deliberante modificó
los términos de la concesión original de la CHADE-CADE y CIAE, mediante las
ordenanzas 8.028 y 8.029, que anticiparon en 25 años el vencimiento del plazo
original. Dichas modificaciones extendían
la concesión 25 años más con opción a otros 25 y dejaban
sin efecto las cláusulas que no había cumplido. Los concejales radicales, que
eran mayoría en el Consejo en aquel momento, habían sido sobornados para votar
a favor de la reforma, lo que desató la ira
de muchos miembros del Partido.
Ya a mediados
de la década del
30 la provisión del servicio de electricidad en el país era controlado
básicamente por tres grupos internacionales:
EX USINA DE TUCUMAN 2453 |
- ANSEC, una subsidiaria de Electric Bond and Share Co. (EBASCO), vinculada a la Banca Morgan de EE.UU.;
- CHADE (Compañía Hispano Americana de Electricidad), filial de SOFINA (Societé Financière de Transports et d'Entreprises Industrielles), de varios grupos europeos con sede en Bruselas, Bélgica;
- CIAE (Compañía Italo Argentina de Electricidad), la Italo, controlada por Motor Columbus, una empresa con sede en Ginebra, Suiza.
Las largas
concesiones monopólicas obtenidas por la CATE-CHADE y CIAE generaron una
multitud de conflictos y quejas contra las empresas, por abusos y ganancias
ilícitas, que llegaron a ser debatidos en el Concejo Deliberante de la Ciudad
de Buenos Aires en los años 1924,
1927 y 1932.
Los abusos de la empresas eléctricas habían impulsado
también la formación en 1933
de una organización de consumidores denominada Junta de Sociedades de Fomento y Centros Comerciales e Industriales
MINI CASTILLO DE CABRERA 3070 |
Pro-Reducción de Tarifas Eléctricas, que
presidió Jorge del
Río, quien desde entonces se destacó
por su lucha contra las prácticas
monopólicas del sector.
Sin embargo los
negociados, privatizaciones y estatizaciones no llegan a su fin; el problema
eléctrico continúa sin resolverse con las actuales Edenor y Edesur, con frecuentes cortes por falta de inversiones de
los concesionarios.
En Balvanera y
Almagro quedan algunos de aquellos castillitos de la ex CIAE.
EN BALVANERA:
- Hipólito Yrigoyen al 2923/25 (en malas condiciones de
conservación).
- Moreno 1808 (modificada).
- Tucumán 2453 (en mal
estado de conservación).
- Cabrera 3070 en óptimo
estado, obra del Arq. J. Molinari
EN ALMAGRO:
- Gascón 1046 (hoy una empresa ocupa el sector restaurado).
- Agrelo 3435 (en
deficiente estado de conservación).
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
http://www.fervorxbuenosaires.com/index.php?option=com_content&view=article&id=129&Itemid=9999
http://www.fervorxbuenosaires.com/index.php/2011/39-33-marzo-2011/129-edificios-de-la-
italo&Itemid=9999
http://forum.skyscraperpage.com/showthread.php?t=156917
1 comentario:
muy bueno ayer pase por calle tucuman busque por google encontre la historia.gracias
Publicar un comentario