viernes, 1 de agosto de 2014

CIA. ITALO ARGENTINA DE ELECTRICIDAD



PEQUEÑAS SUBESTACIONES DE LA EX COMPAÑÍA ITALO ARGENTINA DE ELECTRICIDAD QUE PERDURAN EN BALVANERA Y ALMAGRO
 
EX USINA DE LA BOCA

“Domito fulmine” (el rayo dominado), podía leerse en el escudo de la desaparecida Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad.

A principios del siglo XX, “El Señor del Rayo”, Juan Carossio, astuto y ambicioso empresario italiano que ingresó al país en 1911, decidió construir castillos para controlar el poder de la luz en Buenos Aires.

Como si estuviera en el Renacimiento, o tal vez como una manera de unir el pasado con el futuro, mandó a edificar una fortaleza imponente en el barrio de La Boca, con una gran torre y ladrillos colorados a la vista, gigantescos ventanales y grandes arcadas.

El edificio, que aún subsiste, se encuentra en la intersección de Pedro de Mendoza y Caffarena, hoy es la sede de la Usina del Arte, que con grandes modificaciones se adaptó para albergar las muestras más acabadas de música y arte.

Pero no bastó con un solo castillo para llegar a todos los hogares que demandaban electricidad, Carossio necesitó construir decenas de castillos más pequeños, barriales, para que atendieran aquella demanda. Son castillitos menores que se esparcen por toda la ciudad y el Gran Buenos Aires con la misma impronta, la misma inscripción y el mismo estilo renacentista, como para que nadie ignorase quién era el amo de la luz en la ciudad. Así es como nace, bajo la dirección de Juan Carossio en el año 1912, la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIAE), con una concesión para suministro por 50 años. 

Hasta el arribo de la Ítalo, el servicio de electricidad era monopolizado por la CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad), que dominaba el mercado eléctrico mayorista, dirigido al mercado de la electricidad industrial y del transporte tranviario, este último en expansión por la geografía porteña.

A falta de visión, o por priorizar las áreas más fáciles, la CATE descuidaba el consumo familiar, muy pequeño en proporción, pero que llevado a miles era un negocio nada despreciable.

La Ítalo entonces se fijó el objetivo de proveer justamente a este consumo familiar, especialmente entre los inmigrantes italianos, lo que le hizo ganar el afecto de sus connacionales. De ahí su nombre, porque es de notar que los capitales de esta empresa no eran italianos sino suizos y alemanes, ya que pertenecían al holding Motor Columbus, cuya sede estaba en Baden, Alemania. El caso es que sus operaciones se diversificaron a través de pequeñas plantas (castillitos) que se encargaban de distribuir la electricidad a las casas, por toda la ciudad.                                                                                                              

MINI USINA DE H.YRIGOYEN 2923


El nombre italiano no era suficiente para diferenciarse de su principal competidora CATE. Buscó para ello realizar edificaciones a imagen y semejanza del país natal, para que todos los inmigrantes italianos se sintieran como en casa. Por este motivo le encargó al arquitecto Giovanni Chiogna la construcción de un edificio monumental, de estilo románico lombardo florentino que emulara los castillos de la poderosa familia Sforza, señores de la ciudad de Milán. Así, los inmigrantes italianos se podían identificar con los signos de una arquitectura que les evocaba a su tierra y les hacía olvidar, momentáneamente, las penurias del desarraigo.

Por aquella época eran escasos los arquitectos diplomados en nuestro país, de allí que la mayoría de los edificios de la ciudad son obras de arquitectos generalmente italianos, españoles y franceses.

Además de su usina central, la Ítalo le encargó al arquitecto Chiogna construir otras seis sub-usinas secundarias, ubicadas en Pacheco de Melo 3031, Balcarce 547, Montevideo 919, Tres Sargentos 352, Moreno 1808 y San Antonio 1077. A estas se les agregaron aproximadamente 130 pequeñas estaciones estáticas de apoyo, encargadas de la distribución final. De todas ellas, unas 60 sobreviven, dispersas en casi todos los barrios. Para preservarlas, fueron catalogadas por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a fines de 2010, para darles distinto grado de protección. De las seis sub-usinas cuatro quedan en pie. La de Pacheco de Melo fue demolida, igual que la de Moreno que se tiró abajo casi en su totalidad para construir en su frente un garaje, aunque en un sector aún asoman rastros de la antigua sub-usina.

Los otros cuatro edificios aún conservan su esplendor y han tenido distintos destinos. El de la calle Montevideo, alberga el Museo de la Memoria o de la Shoá, que recuerda el Holocausto del pueblo judío. La del pasaje Tres Sargentos, en Retiro, aún conserva todo el señorío de su fachada, que muestra orgullosa su torre coronada por un antiguo reloj, sus grandes ventanales con arcadas y, en lo alto del frente, la inscripción “Compañía Ítalo Argentina de Electricidad” grabada sobre la piedra.

Las restantes estructuras, repitamos de estilo romántico lombardo con cierta inspiración florentina, fueron adaptadas a distintos usos. Algunas de las pequeñas estaciones continúan prestando servicio para las empresas de electricidad, otras fueron adaptadas para fines culturales, otras están abandonadas y algunas fueron demolidas o vendidas y se convirtieron en casas de familia. Hoy el Gobierno de la Ciudad no sabe qué hacer con ellas. Varias tienen un ancho de solo tres metros al estilo de la típica “casa mínima” difícil de vender, aunque sí de adaptar a fines barriales o culturales.

Como lo había previsto su fundador, la compañía llegó a dominar el suministro de la electricidad y sus castillos se convirtieron en marcas visibles de la Ítalo en toda la ciudad. 

PEQUEÑO EDIFICIO DE AGRELO 3435


El imperio de la CATE se fue desmoronando lentamente, hasta que en 1979 fue estatizada y en la década de 1990 privatizada nuevamente por el presidente Menem. La Ítalo ya no existe pero sus castillos sobrevivieron a su fundador y a la propia compañía. Por otro lado la CIAE pasó a convertirse en CHADE (Compañía Hispano Argentina de Electricidad) en 1921, debido a un cambio en el origen de sus capitales.

En los años 30, en plena Década Infame, la compañía se vio envuelta en un escándalo de corrupción. En 1936 la CHADE volvió a modificar su denominación y pasó a llamarse Compañía Argentina de Electricidad o CADE (capitales franceses) y CEP (capitales ingleses), luego de un proceso de fusiones y adquisiciones en las que participaron otras empresas, como el Grupo Herlitzka, Electric Bondand Share Co. y el Grupo ANSEC. Además, en ese mismo año 1936 se produjo otro escándalo, cuando el Concejo Deliberante modificó los términos de la concesión original de la CHADE-CADE y CIAE, mediante las ordenanzas 8.028 y 8.029, que anticiparon en 25 años el vencimiento del plazo original. Dichas modificaciones extendían la concesión 25 años más con opción a otros 25 y dejaban sin efecto las cláusulas que no había cumplido. Los concejales radicales, que eran mayoría en el Consejo en aquel momento, habían sido sobornados para votar a favor de la reforma, lo que desató la ira de muchos miembros del Partido.

Ya a mediados de la década del 30 la provisión del servicio de electricidad en el país era controlado básicamente por tres grupos internacionales:

EX USINA DE TUCUMAN 2453


  • ANSEC, una subsidiaria de Electric Bond and Share Co. (EBASCO), vinculada a la Banca Morgan de EE.UU.;
  • CHADE (Compañía Hispano Americana de Electricidad), filial de SOFINA (Societé Financière de Transports et d'Entreprises Industrielles), de varios grupos europeos con sede en Bruselas, Bélgica;
  • CIAE (Compañía Italo Argentina de Electricidad), la Italo, controlada por Motor Columbus, una empresa con sede en Ginebra, Suiza.

Las largas concesiones monopólicas obtenidas por la CATE-CHADE y CIAE generaron una multitud de conflictos y quejas contra las empresas, por abusos y ganancias ilícitas, que llegaron a ser debatidos en el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires en los años 1924, 1927 y 1932.

Los abusos de la empresas eléctricas habían impulsado también la formación en 1933 de una organización de consumidores denominada Junta de Sociedades de Fomento y Centros Comerciales e Industriales

MINI CASTILLO DE CABRERA 3070


Pro-Reducción de Tarifas Eléctricas, que presidió Jorge del Río, quien desde entonces se destacó por su lucha contra las prácticas monopólicas del sector.

Sin embargo los negociados, privatizaciones y estatizaciones no llegan a su fin; el problema eléctrico continúa sin resolverse con las actuales Edenor y Edesur, con frecuentes cortes por falta de inversiones de los concesionarios.

En Balvanera y Almagro quedan algunos de aquellos castillitos de la ex CIAE.

EN BALVANERA:

- Hipólito Yrigoyen al 2923/25 (en malas condiciones de conservación).

- Moreno 1808 (modificada).

- Tucumán 2453 (en mal estado de conservación).

- Cabrera 3070 en óptimo estado, obra del Arq. J. Molinari

EN ALMAGRO:

- Gascón 1046 (hoy una empresa ocupa el sector restaurado).

- Agrelo 3435 (en deficiente estado de conservación).



Miguel Eugenio Germino



Fuentes:

http://www.fervorxbuenosaires.com/index.php?option=com_content&view=article&id=129&Itemid=9999 http://www.fervorxbuenosaires.com/index.php/2011/39-33-marzo-2011/129-edificios-de-la-

italo&Itemid=9999

http://forum.skyscraperpage.com/showthread.php?t=156917  






1 comentario:

Unknown dijo...

muy bueno ayer pase por calle tucuman busque por google encontre la historia.gracias