EDITORIAL Nº 238 ABRIL DE 2015
“Una verdadera crisis
histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo pero no termina de morir y
al mismo tiempo hay algo que está naciendo pero tampoco termina de nacer“.
Antonio Gramsci (Italia 1891-1937)
Mientras nace en nuestra Latinoamérica y en parte del
mundo, lo nuevo, una era de justicia
social e independencia política, libre de las clásicas ataduras, el viejo sistema agoniza, aunque tarda
en extinguirse. Así la corporación
judicial argentina aferrándose al moribundo pasado, se apresura con fallos de
una increíble e intolerable parcialidad y velocidad, propios de su decadencia
jurídica.
En una semana tres fallos, en tres jurisdicciones diferentes del mapa, dan
la pauta del punto sin retorno en que ha caído. A saber: en menos de 20 horas en Buenos Aires el juez Julián
Ercolini desestima el pedido de indagatoria de tres implicados en el caso Papel
Prensa, Magnetto-Mitre-Gainza Paz, “por no encontrar meritos suficientes”.
En Bahía Blanca otro juez, Claudio Pontet dictó el
sobreseimiento en favor de Vicente
Massot, director del diario La Nueva Provincia, acusado de participar y
promover crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura.
En Jujuy, la Cámara de Casación Penal dicta la “falta de
mérito” de Carlos Pedro Blaquier dueño del
Ingenio Ledesma, e implicado en la brutal “noche del Apagón”.
Mientras, también en Buenos Aires, el fiscal
Gerardo Pollicita, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal N° 11, quien analizó la póstuma denuncia de Nisman, y aunque
carente de pruebas concretas, firmó un requerimiento contra la presidenta, ante
el Juzgado Federal N° 3, de Daniel Rafecas.
Como se ve, la parcialidad
judicial se mezcla con la velocidad en un claro sentido destituyente de los
sectores retrógrados ligados al viejo poder que no terminan de agonizar.
En el año 1996 Domingo Cavallo, el inefable “Mingo” (para los amigos), el mismo que supo derramar una lágrima de cocodrilo, ante
Norma Pla (como
se sabe, los cocodrilos lloran mientras devoran a sus presas. Esto se debe a
que las glándulas lacrimales situadas a muy pocos centímetros de las salivales
se estimulan cuando come).
El Mingo, con su campechano perfil,
supo a su manera deglutir sus víctimas: los
jubilados, los trabajadores y el conjunto de la gente humilde, al tiempo que
sus amigos, el FMI, el gran empresariado y ciertos jueces gozaban de su amistad
carnal. Inmortalizó
el control del menemismo sobre los jueces federales con una imagen única: la famosa servilleta de Corach. Lágrima
va, lagrima viene, el país y la gente humilde “se jodieron”, con canjes, re canjes y recontra canjes, con los que
triplicó la deuda externa, a beneficio de las multinacionales extranjeras.
Aún en la actualidad sobreviven
jueces de la nefasta dictadura, junto con otros
que nombró Menem y compañía –los de la servilleta–.
Hoy, “la justicia”, ya
cuestionada desde la época del “Martin
Fierro”, se constituye así en un poder ilimitado, casi perpetuo, como una “corporación incontrolable de jueces y
fiscales”, supra constitucionales trabando la aplicación de leyes
vigentes, sancionadas y promulgadas, mediante las artimañas de las “cautelares”
eternas. Los casos Clarín y Papel Prensa y compañía, hablan por sí solas.
El “Caso Nisman” dejó al
desnudo a una corporación judicial constituida
como poder paralelo y por sobre el Ejecutivo y Legislativo, toda una aberración
constitucional y jurídica coaligada como poder
mediático, que pretende cogobernar manteniendo un control inconstitucional
que lleva al país a un grado incontrolable propicio para el
llamado “Golpe Blando”, término que les molesta a estos
detractores.
¿Como no les va a molestar lo de
“blando” a quienes siempre la oficiaron de “duros”?
Duros claro está, contra las causas
populares, los trabajadores, el pequeño comercio y los profesionales
demócratas.
Son los mismos esbirros,
secuaces y continuadores de aquella dictadura “cívico militar”, repetimos:
“cívico militar”, y agregamos eclesiástica, porque aquella dictadura no fue
únicamente comandada por la milicada, tenía su pata civil, y tenía también su pata ligada a los medios, como Clarín, La Nación y La Razón, que se apoderaron de “Papel Prensa” y hoy controlan el
monopolio del papel, tornando irreal una democracia, representativa, federal y
popular.
Los momentos que se avecinan en tribunales amagan con dejar vacíos la mitad
de los juzgados, y esto sin contar que la Magistratura tiene para analizar pedidos
de remoción contra muchos de jueces federales en ejercicio.
Y qué
hablar de la Corte Suprema de Justicia, con solo tres miembros y un nonagenario
de dudosa capacidad física e intelectual, y la imposibilidad de nombramiento de
nuevos miembros.
Al decir de Gramsci, estas
fuerzas que se niegan a perecer continúan obstruyendo el avance del mundo nuevo
que se viene más temprano que tarde. Pretenden
llevar al país a un callejón sin salida, campo
propicio para desestabilizarlo, contra un gobierno que
supo honrar su deuda externa, pagarla, recuperar sus ferrocarriles, aerolíneas,
YPF, Aguas Argentinas, el sistema jubilatorio, la dignidad del trabajador, del
jubilado y de los sectores más humildes recuperando su decoro
y un lugar en el mundo.
¡Ojo! decimos
pretenden, porque no podrán
lograrlo si el pueblo unido los enfrenta con decisión, porque como dice
el slogan popular: “el pueblo unido jamás será vencido”.
¡Ojo, nuevamente!
que en caso contrario de nada valdrá derramar después lágrimas de cocodrilo.
Hasta la próxima
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