EDITORIAL AL Nº 249
“Digamos '¡No!' a una economía
de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía
mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye a la Madre Tierra… La
distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera
filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aun más
fuerte: es un mandamiento. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos
lo que les pertenece”.
Papa Francisco (palabras expresadas en Bolivia)
Nos acercamos
ya a los 90 días del gobierno de Mauricio
Macri, en los que vino aplicando un
conjunto de medidas reaccionarias y antipopulares, propias de su “equipo de Ceos de lujo”, a contramano del
Congreso Nacional y de su eslogan de campaña “hagámoslo juntos”.
No se trata de una mera cuestión semántica, sino de incursionar
en una profunda transferencia de
riquezas de los sectores asalariados y más humildes de la sociedad, a las
fracciones más poderosas del campo,
la industria, la banca, los exportadores y la minería extranjerizada.
Por vía de eliminación de retenciones y aumento del
dólar se produce un cambio radical en el famoso “reparto de la torta”, para lo cual Perón aspiraba a un 50 y 50 por
ciento, y que hoy se acerca más a un 70 y 30 por ciento en favor de los
poderosos. Todo esto en un clima de
estampida de precios y tarifas, y cuando a
los jubilados les dan apenas un mísero 15% (con lo que pierden un 35% de su
salario).
El de Macri no es un gobierno propio,
sino que gobierna una troica de nefastos
cerebros: Durán Barba, Héctor Magnetto y Carlos
Alberto Melconian, de quienes Macri, con su diminuta gracia, es un mero “maestro de ceremonias”
que recita el libreto acordado y cuando ocasionalmente se aparta de él, le crea a esta
troica un problema complementario.
La gran mayoría de los sectores políticos y
gremiales coinciden (aunque muchos lo oculten y callen) en que para que este plan prospere
debe haber necesariamente un salario en
baja y una desocupación alta de dos dígitos.
La desocupación que dejó el gobierno
anterior era del 5,9%. Los actuales despidos generalizados que están
ocurriendo y superan los 44 mil, solo en la administración pública,son parte de
ese sombrío plan.
Por otro lado, el sostén necesario es el blindaje mediático de las medidas impopulares del gobierno, combinado
con el chantaje a intendentes y gobernadores, chequera en mano, y todo tipo de
presiones a periodistas y medios, llegando al despido como el caso de Víctor Hugo Morales, la prisión de Milagro Sala y el nuevo protocolo represivo.
La consigna es evitar
periodistas quejosos que denuncien injusticias, e instaurar “un discurso único”, silenciando todo
mensaje discordante para una sociedad ciega,
sorda y muda, en la que el miedo juegue un papel disciplinador.
Nadie está exento hoy de ser
salpicado al menos con aquellas máximas emitidas por la troica y su equipo de
grandes Ceos, aún
cuando comienza a respirarse en el aire el ya famoso síndrome de De la Rúa y su precipitada fuga.
Sin embargo, lo extraño es que
muchos políticos y gremialistas no comprendan todavía
el carácter egoísta del capitalismo, en el cual Argentina está inmersa.
Imposible es pedirle “peras al
olmo” y pretender humanizar al capital, que en su esencia
es inhumano y solo persigue el lucro sin límites que
hoy prevalece en el mundo.
Por lo tanto, para revertir el
esquema, no queda otra alternativa que terminar con las trabas capitalistas al
desarrollo de la sociedad, criterio que en este
siglo XXI no es solo una lógica del marxismo, sino que se ha adoptado en muchos países por grandes sectores de
la sociedad, especialmente católicos, como los de la iglesia Opción por los Pobres y el propio Papa
Francisco.
Pero
al momento continúa el avance descontrolado de los sectores retrógrados, que
por su naturaleza están “en su salsa” y lo pretenden todo a expensas de los que
menos tienen.
El 1% más rico del mundo ya
posee tanta riqueza como el resto del 99% de los habitantes del Planeta, según
lo advirtió este lunes la organización sin fines de lucro Oxfam International. Su directora ejecutiva, Winnie Byanyima, propugnó en Davos que se exigiera a los líderes
mundiales que demuestren estar al lado de la
mayoría y que terminen con la era de los paraísos fiscales, para erradicar
la desigualdad extrema y la pobreza.
Muchos sectores de la sociedad expresan
cómodamente que son apolíticos, toda una falacia,
ya que la política se introduce en la vida de ellos sin pedirles permiso y los
somete a sus designios. Vale recordar nuevamente la reflexión de Bertolt
Brecht:
“Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me
importó.
Después se llevaron a los comunistas, yo no era comunista así que tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los intelectuales, yo no era intelectual así que tampoco me importó. Después siguieron con los curas. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde”.
Después se llevaron a los comunistas, yo no era comunista así que tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los intelectuales, yo no era intelectual así que tampoco me importó. Después siguieron con los curas. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde”.
No queda otra alternativa que
la resistencia y la lucha, mal que le pese a Mauricio, su perro Balcarce y a
Durán Barba y compañía. Para
ello se debe volver al maestro Brecht:
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que
luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
Hasta la próxima
2 comentarios:
EXCELENTE EDITORIAL, MUCHAS GRACIAS PRIMERA PÁGINA y MIGUEL GERMINO !!!!!!
MIGUEL MI MENSAJE, EL ANTERIOR, SALIÓ CON UN SEDUDÓNIMO, en realidad es un " corte " de mi segundo nombre FORTUNATO, SOY HÉCTOR REBASTI y reitero MIS FELICITACIONES. Un abrazo.
Publicar un comentario