miércoles, 28 de noviembre de 2018

CANILLITAS DE LA CIUDAD ACOSADOS


Canillitas de la Ciudad acosados por el GCBA


MUCHOS KIOSCOS SON LEBANTADOS SIN AVISO

A nadie escapa que la ciudad es un ente vivo, que cambia constantemente y que cuando miramos para atrás en el tiempo nos encontramos con que sólo algunas cosas se mantienen constantes. Los canillitas somos uno de esos elementos que se mantienen y configuran el paisaje urbano de Buenos Aires, desde que en 1947 lográramos el reconocimiento como trabajadores, con derecho a desarrollar nuestra labor en la vía pública. Aunque ya no voceamos las últimas noticias, éstas se ven en las frías pantallas de modernos televisores en los bares de la ciudad o llegan al teléfono del vecino, pero el trato que porteños y turistas reciben por parte del canillita es siempre cordial y solidario. El clásico escaparate de color verde inglés es una referencia para propios y extraños y los diarieros cumplimos nuestra labor cultural, la de venta de los medios de comunicación gráfica y la de informar al transeúnte de cuanta incógnita se plantee.
Sin embargo, aunque los vecinos reconozcan en el canillita una referencia urbana indispensable, no parece que el Gobierno de la Ciudad entienda la importancia de nuestra labor diaria, una tarea que cumplimos 360 días al año, jornada tras jornada sin importar las inclemencias del tiempo. Actualmente los trabajadores canillitas de la ciudad nos encontramos cuestionados por diferentes organismos del Estado municipal. Es claro que nuestra actividad está regulada por ley nacional y por resoluciones específicas del área de Trabajo de la Nación (antes ministerio, luego secretaría y hoy…), es cierto también que el Gobierno de la Ciudad regula el espacio que ocupamos en la vereda, al igual que a los floristas o los voluminosos contenedores de basura.
Hoy nos vemos acosados por sucesivas inspecciones de las áreas de Fiscalización, del Ministerio de Espacio Público y de las Comunas, tarea que no es coordinada como debería resultar por parte de una administración del Estado, incluso los mismos agentes públicos desconocen en muchos casos la normativa que intentan exigir al canillita. Comprendemos que la obligación primera de tener los papeles a derecho es de los propios trabajadores canillitas, pero el Gobierno de la Ciudad no colabora trabajando con la celeridad que nos exige y los trámites demoran mucho tiempo más que el requerido por una intimación. Finalmente, en horas de la madrugada, sin que el canillita sea notificado del hecho, llegan las grúas y remueven el escaparate que será trasladado a un depósito. Este acto es gravísimo para el trabajador que se ve privado de realizar su labor diaria y al que le resultará muy dificultoso recuperar su escaparate y el permiso de trabajo correspondiente.
La ciudad cambia, se moderniza, también los canillitas mutamos con el tiempo, ahora contamos con los teléfonos inteligentes para coordinar nuestro trabajo con los compañeros de otras esquinas, cobrando con tarjeta de débito y pronto sumaremos nuevos productos y servicios que brindaremos todo el año a los vecinos, siempre con la regulación del área de trabajo de Nación, ojalá que el gobierno local entendiera que los canillitas somos parte indispensable del paisaje de Buenos Aires y colaborara con nosotros para que el trabajo que realizamos tenga una utilidad aún mayor para el vecino. Los canillitas estamos convencidos de que los vecinos entienden la importancia de nuestra tarea, que pueden encontrar todas las voces en nuestros escaparates, aún las que no nos gustan, porque el ejercicio de la libertad de prensa está garantizado en los clásicos escaparates de color verde inglés.


Mario de Mendoza Figueroa
Agrupación “Unidad Canilla"





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