Las olas imparables:
el feminismo y el lawfare en el continente
No siempre se las ve llegar, pero a veces, los cambios políticos y sociales vienen por oleadas, cambiando un paisaje que hasta el momento parecía imperturbable. Es lo que está sucediendo en nuestro continente. Lo que parecía una sociedad en retroceso, recibe, como olas, una serie de movimientos que ya se venían gestando pero que no habían salido a la luz, o que, en todo caso, los medios de comunicación venían silenciando.
Nos referimos concretamente a dos movimientos clave: el feminismo y la lucha contra el lawfare. Algunos hablan de tsunami cuando se refieren al feminismo. Es que para derribar siglos de patriarcado se precisa una gran potencia. En este caso, el movimiento abarca a todo el planeta, y solo excluye, por ahora, a los países dominados por dictaduras.
No enfrenta un escenario tan fácil. Si bien el feminismo se viene anotando varios triunfos parciales, el aumento de casos de violencia y asesinatos de mujeres, en muchos casos perpetrados por aquellos que dicen amarlas, pone obstáculos concretos, que llevará años desbaratar. El endurecimiento de las leyes que penan los femicidios, deberá ir acompañado por campañas educativas permanentes.
Por otro lado, el lawfare viene en retroceso. Ese mecanismo que se viene utilizando en nuestro continente para perseguir a quienes no comulgan con el credo neoliberal a través de los jueces y los poderes judiciales latinoamericanos, viene perdiendo su base política y popular. La quita de restricciones políticas al ex presidente Lula, ofició de señal de largada para que, quienes se creían impunes y amparados, empiecen a revisar sus conductas y a esconder pruebas comprometedoras.
La existencia de estos movimientos no garantiza el triunfo político final. Habrá que ponerle garra e inteligencia. No deben despreciarse las armas que otorgan las nuevas tecnologías, para que un mundo de real igualdad entre los distintos géneros humanos sea naturalizado y que la persecución judicial por pensar distinto, se transforme en una pieza de museo.
Pablo
Salcito
No hay comentarios:
Publicar un comentario