domingo, 31 de octubre de 2021

DEL LAZARETO SAN ROQUE AL HOSPITAL RAMOS MEJÍA

                           EL HOSPITAL SAN ROQUE - HOY RAMOS MEJÍA


Del Lazareto “San Roque” al Hospital Ramos Mejía

 

El 2 de febrero de 1536, Pedro de Mendoza fundaba la efímera “Ciudad del Espíritu Santo y Puerto de Santa María del Buen Aire”. Si bien al comienzo las relaciones entre los españoles y los querandíes (originarios que habitaban la zona) fueron pacíficas y amistosas, rápidamente viraron hacia los encuentros armados, el sitio, la hambruna y finalmente su destrucción en 1541. Posteriormente el 11 de junio de 1580, Juan de Garay produce la segunda y definitiva fundación con el nombre de “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre”.


                                                     EL HOSPITAL RAMOS MEJÍA EN 1906

El nombre de Buenos Aires se debe a la devoción a la Virgen del Buen Aire sentida por los marineros y tripulantes que acompañaban a Pedro de Mendoza. Recordemos que esta era la época de la navegación a vela, que la posibilidad de que una embarcación alcanzase otras costas dependía del régimen de vientos y la Virgen del Buen Aire era la devoción marinera que cosechó aquella con los buenos vientos.

Los primeros médicos que arribaron con Garay, comprobaron que la medicina practicada por los nativos era eficiente. Sin embargo, el estado sanitario en la colonia dejó mucho que desear; los pocos médicos que había eran de origen extranjero y sólo atendían a los sectores más privilegiados de la sociedad de entonces.

Por tal razón la salud popular era practicada por curanderos, veterinarios que oficiaban de médicos y hasta por barberos que incursionaban en las primeras cirugías.

El hombre, a lo largo de su historia fue campo fértil para las epidemias, las grandes pestes; la ciencia llegó siempre con atraso para combatirlas, y siempre dejaron una secuela de infectados y de muertos.

Nuestra América, especialmente después de la conquista, fue asolada por plagas y pestes, muchas de ellas traídas desde Europa por los conquistadores. En una población sin defensas desarrolladas para las nuevas enfermedades, los resultados fueron desastrosos: causaron más muertes que las muchas que produjeron las campañas militares.


                                         UNA DE SUS ANTIGUAS SALAS EN EL AÑO 1921

Las más mortales fueron las epidemias de cólera, en 1856, 1886 y 1894, y las de fiebre amarilla, en 1852, 1858, 1880 y 1871 (la más mortífera), esta última produjo más de 14 mil muertes, lo que hizo rebasar al antiguo Cementerio del Sur (hoy Parque Ameghino en Caseros al 2300). Allí se levanta un monumento a los caídos por la fiebre amarilla de ese año.

Ya en la actualidad, en los años 2019/21, aparece el “Coronavirus”, peste de carácter mundial, tal vez la más mortífera de la historia, que apunta a convivir con ella no se sabe hasta cuándo.

A raíz de las experiencias que tuvo que atravesar Buenos Aires con dichas enfermedades, hacia 1868, durante la gestión del Dr. Juan A. Aldao como presidente de la Comisión Municipal, se buscó un sector alejado del casco urbano, alto, seco y de buena vegetación, que sirviera para aislar y tratar a los pacientes. Y lo habilitaron en una antigua quinta del barrio de Balvanera, aproximadamente dos manzanas, entre las actuales calles Urquiza, México, 24 de Noviembre y Venezuela: el Lazareto “San Roque”, era el primer aislamiento de contagiados en Buenos Aires.

En el año 1869 quedaron conformadas entonces dos grandes salas-barracas de madera, de 20 metros de largo por seis metros de ancho y cinco de alto, con más 10 habitaciones de barro que se utilizaban para la administración, consultorios externos, botica y recinto de peones y enfermeros. Las construcciones, además de precarias resultaron insuficientes, por lo que se resolvió ampliarlas, aunque cuando promediaban las obras éstas quedaron paralizadas por unos seis años, por falta de presupuesto.


                      LA ANTIGUA CAPILLA DEL HOSPITAL (HOY DEMOLIDA Y REEMPLAZADA

Se reanudaron en 1881, con la intendencia de Torcuato de Alvear. La dirección estuvo a cargo del arquitecto Juan Bautista Buschiazzo, quien adoptó el estilo arquitectónico que dominaba en aquella época para los edificios destinados a la salud. Un estilo sencillo, pero no desprovisto de elegancia.

Sobre un terreno de 16.900 metros cuadrados, en casi dos manzanas, el antiguo Lazareto pasó a ser el “Hospital San Roque”, inaugurado oficialmente el 12 de agosto de 1883.

El frente principal del edificio presentaba un cuerpo medio sobresalido, como logia arquitectónica, a modo de galería o pórtico sostenido por columnas y arcos. En planta baja funcionaban la dirección, administración, mesa de entradas y sala de guardia. El piso superior lo ocupaban los dormitorios de médicos y practicantes; contaba con ocho pabellones con capacidad para 240 camas, en aquel entonces exclusivo para hombres.

El acceso se realizaba por un zaguán de entrada que desembocaba en un gran jardín rectangular encuadrado por galerías de altas y elegantes columnas que unían los distintos pabellones. A un costado se integraba como parte del conjunto la Capilla que conservaba el mismo estilo del hospital.

Era director de la entonces Asistencia Pública el Dr. José María Ramos Mejía (1850-1914), historiador, sociólogo y psiquiatra argentino. En 1886 incorporan al hospital el servicio de medicina infantil dirigido por el Dr. Facundo Larguía, y se instaló también un horno de esterilización.

Las instalaciones de este centro de salud sufrieron múltiples ampliaciones y reformas. La primera fue en 1888, con la construcción de cuatro nuevos pabellones, más otros dos que quedaron habilitados en 1892 y con lo que ascendió a 600 el total de camas. En su nueva edificación se aprovechó una gran cantidad de elementos de la demolición provenientes de la apertura de la Avenida de Mayo, inaugurada en el año 1894.

En el año 1904 se ubicó en el establecimiento la Cátedra de Clínica Obstétrica y Ginecológica Eliseo Cantón, dependiente de la Facultad de Medicina, con lo que los servicios se ampliaron también a las mujeres.

 

 

JARDINES INTERIORES Y LA NUEVA CAPILLA DEL AÑO 2009


                                      PANORÁMICA DE LOS JARDINES 
 

Tras la muerte del Dr. Ramos Mejía, en 1914, el establecimiento sanitario fue rebautizado con aquel prestigioso nombre, y un busto realizado en 1935 por el escultor José Fioravanti lo recuerda justo en la entrada.

Con tantas reformas que sufrió en su centenaria vida, la fisonomía distintiva del proyecto inicial quedó sepultada por toneladas de cemento, comenzando por su hermosa fachada original de la calle Urquiza 609, que quedó absolutamente desvirtuada, reemplazada por una absurda mezcla de estilos.

Otro tanto ocurrió con las galerías, que fueron cerradas con hierro y vidrio, para hacerlas más funcionales, aunque eso significó desestimar su estilo arquitectónico; no caben dudas de que faltó realizar un estudio previo y un proyecto que podría haber preservado sus rasgos originales. Asimismo, la Capilla fue demolida hacia la década de 1920 y se construyó otra en el centro del parque, que para nada respetó la elegancia sencilla del edificio inicial.

Por este acreditado establecimiento de salud desfilaron los más destacados especialistas, entre ellos los doctores Pedro Chutro y los premios Nobel, Bernardo Houssay y Luis Federico Leloir, como así también el Dr. Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista.

Actualmente el Hospital Ramos Mejía es el único que cubre la salud pública en la amplia zona de los barrios de Balvanera, San Cristóbal, Almagro y Boedo. Sin embargo, se integra al conjunto de establecimientos públicos de salud con grandes deficiencias edilicias por falta de adecuado mantenimiento, escasez de insumos hospitalarios, así como de personal médico y de enfermería, ambos deficientemente remunerados.

Las distintas políticas de descentralización hacia niveles inferiores de gobierno, tanto en el orden hospitalario como de educación llevadas adelante en la década de los noventa, vinieron a resquebrajar aún más el alicaído sistema público. En el caso de la salud, con la pretensión de suplirlo por las Obras Sociales sindicales y un régimen privado caro y escasamente accesible.

El progreso, como se llamó a sí mismo, actuó disfrazado de tal arrasando todo a su paso, sin pensar que la mal entendida funcionalidad moderna pueda convivir con la belleza edilicia arquitectónica de un pasado que sólo es superado en apariencia, pero no en realidad, ya sea por la calidad de los materiales utilizados como por lo poco elegante de sus líneas. Si bien es cierto que no todo lo pasado fue mejor, tampoco lo es “el modernismo” de un evidente mal gusto.

 

Miguel Eugenio Germino

 

Fuentes:

-Aslan, Liliana y otros, Bs. As. Balvanera 1817-1970, Facultad de Arquitectura de Bs. As.

-La Administración Sanitaria de la Ciudad de Bs. As., tomo II, MCBA, 1908.

-Periódico Primera Página, nº 24 de octubre de 1995.

-Piñero, Alberto G. y Trueba, Carlos M., Balvanera y El Once, Fundación Boston, 1996.

-http://arquitecto-buschiazzo.blogspot.com.ar/2009/10/caba-gralurquiza-609-ex-hospital-san.html

-http://www.taringa.net/posts/info/12010475/Resena-Historica-de-los-Hospitales-Portenos.html

-https://www.historiahoy.com.ar/la-primera-fundacion-buenos-aires-n1567




  

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