CALOS ANAYA
EL ARBOLADO
PÚBLICO Y EL BARRIO
El
artículo 26 o cómo construir un enorme tronco colectivo
Los árboles
llevan sobre la tierra mucho más tiempo que nosotres: millones de años
adaptándose a esa condición particular de estar atado a la tierra que los
sustenta. Para sobrevivir han desarrollado maravillosos mecanismos adaptativos
que les permiten crecer, desarrollarse, dar frutos o florecer, en algunos casos
a lo largo de más de cien años (y hasta miles de años) en contextos climáticos
muy diversos. Construyen la fortaleza y la flexibilidad de sus troncos
aprendiendo a conocer los vientos. Han acumulado una enorme sabiduría
milenaria.
El
ingeniero Carlos Anaya es
uno de los más reconocidos arboristas del país. Dio una charla sobre
"Árboles, manejo y desadaptación" que puede verse en el canal de
Youtube de Basta de mutilar nuestros árboles, la organización
creada por iniciativa de María Angélica Di Giacomo para defender el
arbolado. En esa exposición se pregunta "¿Por qué plantamos árboles en las
ciudades?" Hay variedad de áreas en las que se reconocen los beneficios
que nos proporcionan, pero él considera que
el servicio principal es el vinculado a lo ambiental.
El cambio
climático ("la variación significativa y persistente de la temperatura a
lo largo de décadas"), la crisis climática, el calentamiento global, son
distintos modos de referirse a la alerta que está poniendo en la agenda del
mundo la necesidad de accionar en defensa de nuestro medio ambiente. Este
cambio tiene consecuencias que en nuestra ciudad se expresan en el incremento
de la temperatura media y el aumento en las precipitaciones, una mayor
frecuencia de olas de calor y eventos de precipitación extrema.
EL MALTRATO DE LOS ÁRBOLES
Los árboles
cumplen una función clave en la disminución de la temperatura, en el
atemperamiento de los vientos y en la lentificación de la caída del agua de
lluvia, fundamental cuando se desencadena una precipitación intensa, para que
no colapsen los desagües ocasionando inundaciones.
El arbolado de
alineación (el que crece en las veredas) tiene un entorno muy diferente al de
los árboles de parques o bosques. Las condiciones en las que crece son
complejas: comparten el espacio con elementos de la vida ciudadana (edificios,
cablerío, autos y colectivos, entre otras). Eso hace indispensable un cuidado atento
y persistente por parte del Gobierno de la Ciudad, al cual lo obliga la Ley 3.263
de arbolado público.
Las políticas de
arbolado requieren el análisis del conjunto del espacio que ocupa la ciudad,
así como los datos del clima y de microclimas diferentes según zonas. Pero,
además, un árbol nuevo requiere ser emplazado atendiendo, por ejemplo, a la
línea en la que va a ser plantado, a si existen árboles que le van a hacer de
barrera ante el viento o si está muy expuesto, a qué especies lo van a rodear, etc.
En Buenos Aires es recomendable que sean árboles de hojas caducas, que nos
brinden sombra en el verano y dejen pasar el calor del sol en el invierno. Es
fundamental también un seguimiento intensivo los primeros tres años de plantado.
Nada de esto ocurre en nuestra ciudad.
Recientemente
las autoridades prometieron (prometieron) plantar 16 mil árboles este año.
Según María Angelica Di Giacomo solo en la Comuna 5 faltan, por lo menos, 31
mil. Igualmente, señala, ninguna campaña de plantación es suficiente si no se
pone el eje en conservar lo que hay. Así como el Gobierno de la Ciudad cuenta
como Espacio Verde un "veredón",
también cuenta como árbol tanto un plátano frondoso como un tronquito recién
plantado. Desde ese punto de vista podemos suponer que la falta de árboles en
términos de follaje es aún mayor. Cada plantera vacía o cementada que vemos al
caminar por nuestra Comuna es el reflejo del fracaso de más de una década en la
política de arbolado. Nuestros funcionarios deben rendir cuentas sobre qué hicieron
con el mandato de la Ley 3.263 de "proteger e
incrementar el Arbolado Público Urbano".
Dice la
Constitución de la Ciudad que "El ambiente es Patrimonio común". En
su artículo 26 dice también que "toda persona tiene derecho a gozar de un
ambiente sano, así como el deber de preservarlo y defenderlo en provecho de las
generaciones presentes y futuras". Nuestra Comuna, nuestro barrio, nuestra
cuadra, es el lugar en donde empezar a cumplir el
mandato constitucional. Es la forma de comenzar a fortalecer el tronco
colectivo para hacerle frente a los vientos, construir una ciudad sostenible y
un buen vivir para todxs.
Virginia Samar
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