TRABAJO PRECARIO |
EDITORIAL (N° 208 – JULIO 2012)
Para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las
ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos
unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del
hombre, sino su compañero y su hermano.
Agustín Tosco
Este mes de julio marca el fin de
las negociaciones paritarias de los gremios… y el pescado sin vender.
A pesar de los importantes pasos que se dieron en otros órdenes, como en los
derechos humanos, la reactivación de los juicios a los genocidas de la
dictadura cívico-eclesiástico-militar, la recuperación parcial de YPF y la total
de Aerolíneas Argentinas, la ruptura con el FMI, la eliminación del negociado de la jubilación
privada, la sanción de la Ley de Medios, y la recuperación de la dignidad
internacional perdida, existe sin embargo una materia pendiente.
Se trata de una mayor participación de los trabajadores y jubilados en
el reparto de la gran torta, con una mejor redistribución de la riqueza. En
estos años ya no se puede hablar del 50 y 50% como en 1947, hoy el equilibrio
debe ser proporcional a la línea que divide a los poderosos empresarios y los terratenientes
del campo por un lado, y a los asalariados
urbanos y rurales, los cuentapropistas y los pequeños comerciantes, por
el otro.
Las últimas paritarias dejaron un sabor un tanto amargo, ya que los
aumentos acordados en su mayoría no superan el 23%, cuando el costo de la
canasta familiar superó con creces esa cifra,
mal que le importune al INDEC, con cifras que no engañan a nadie (es una
lástima que se persista en esa mentira, desprestigiando al gobierno y dando
letra a la oposición).
Por otra parte, no es igual la incidencia de dicho porcentual para
gremios grandes y poderosos como camioneros, judiciales, petroleros, bancarios,
cuyos básicos iniciales están entre los 7.000 a 8.000 pesos, que la incidencia en otros
gremios menos favorecidos, que no alcanzan a los 3.500 pesos de inicial, una verdadera
desproporción e inequidad. Ni hablar de los jubilados cuyo mínimo se ubica en
unos flacos 1.640 pesos.
El meollo de la situación está en los trabajadores en negro, a quienes
para colmo se los nombra como “trabajo informal” y en las sumas que también “en
negro” se acordaron en los nuevos convenios. Estas anormalidades desfinancian a
la ANSeS. Por esa poderosa razón debe emprenderse una enérgica cruzada contra
los sueldos y asignaciones “en negro”.
El empresariado y el campo no cederán voluntariamente sus posiciones;
más aún, reclaman nuevas ventajas, pagar menos impuestos y evitar retenciones a
las exportaciones. Lo hacen desestabilizando, y al son de lustrosas cacerolas
de teflón reclaman mayores privilegios y la especulación financiera con el
dólar. Lo hemos estado viendo en los paquetes cacerolazos de Callao y Santa Fe
propalados por ciertos canales de TV, verdaderos aliados de aquéllos. ¡Si son aliados de los desestabilizadores, son por lo tanto enemigos del
pueblo!, por más que disfracen la cuestión como una “expresión
democrática”.
En este escenario se reedita la arremetida del llamado “campo”,
principal sector desestabilizador, en procura de mantener mal habidas
apropiaciones de tierras que datan de
las épocas de Juan de Garay y de Julio Argentino Roca, y las mal ganadas
franquicias de libre exportación.
Mientras trabajadores y jubilados deben resignar una recuperación
salarial que los mantenga como seres humanos dignos, los sectores dominantes de la economía sólo
piensan en una mayor apropiación de riqueza.
Para impedirlo hace falta también una profunda reforma tributaria, que
comience por los gravámenes sobre quienes más ganan y no sobre los ingresos
laborales y tampoco con un impuesto
injusto como el IVA, que iguala cargas sobre débiles y poderosos.
Ni trabajo en negro ni privilegios al
campo en una Argentina industrial, insertada en la nueva América unida tras la
CELAC, la UNASUR y el Banco del Sur, en
momentos en que Europa se
desmorona por la feroz crisis, la más profunda de toda su historia.
En el mes del aniversario de la patria: “Oíd el ruido de rotas cadenas” para que sean una realidad histórica “las provincias unidas del sur”
Hasta
la próxima
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