20 DE DICIEMBRE DE 1978
SECUESTRO Y ASESINATO DE ELENA HOLMBERG
CARÁTULA DL LIBRE DE ANDREA BASCONI
El
secuestro de Elena Holmberg sucedido en pleno centro de Buenos Aires, su asesinato
y el abandono de su cuerpo en las aguas del río Luján por los grupos de tareas
de la Marina, no fue un caso más. Porque supuso la eliminación de alguien que
pertenecía a sus propios cuadros civiles pero que se atrevió a disentir con las
férreas directivas del régimen; el hecho muestra la cara más siniestra de la Dictadura.
El crimen se enmarca en una feroz interna de
ambiciones políticas entre Jorge Rafael
Videla (Ejército) y Emilio Eduardo Massera (Marina), puja localizada en el Centro Piloto anexo a la embajada argentina en París que se
había creado para contrarrestar la pésima imagen del país en el exterior.
EL MOMENTO POLÍTICO
“Primero
mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después
a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente,
mataremos a los tímidos”, pronunció el general Ibérico Saint Jean,
gobernador de Buenos Aires durante la Dictadura.
Esta
horripilante frase de Saint Jean (muerto el 5 de octubre de 2012) es una prueba
más de la lógica perversa que impulsaba a la maquinaria infernal del gobierno
de facto en todos sus niveles, los de las tres armas y el de la complicidad
civil.
Hacia
1978 las fuerzas guerrilleras se encontraban en franco retroceso, aplastadas
por la supremacía militar. Sus cuadros sobrevivientes mayoritariamente estaban exiliados
en distintos países o localmente en la más rigurosa clandestinidad.
A
fin de contrarrestar el descrédito internacional del régimen, se activó un
“Centro Piloto” regenteado por la Marina, anexo a la Embajada Argentina en
París, en cuyo Departamento de Prensa revistaba la diplomática de carrera Elena
Holmberg. Este centro comenzó a
funcionar en 1977, dirigido por los grupos más duros de la Marina vinculados a
la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí
“prestaron servicios” entre
otros, Alfredo Astiz, Jorge Enrique Perren (alias el Puma) y Antonio Pernías
(alias el Trueno), con quienes Elena estuvo seriamente enfrentada desde un
principio, por razones de jurisdicción y de métodos.
Por
entonces la dirección de Montoneros planificaba desde el exterior la llamada “contraofensiva
militar”, de la que participarían entre 100 y 500 efectivos —según la fuente de
que provenga la información—. La acción se llevó a cabo en 1979. Fue un fracaso
total y culminó con la muerte de casi todos los cuadros guerrilleros asignados
al operativo.
QUIÉN ERA ELENA HOLMBERG
PORTADA DE LA REVISTA SIETE DÍAS |
En el libro La mujer que sabía
demasiado, Andrea Basconi intenta responder a este y a otros
interrogantes, partiendo de la base de que la mujer asesinada no era el
"enemigo" típico al que apuntaban los jerarcas del Proceso, sino
alguien que bien podría considerarse "uno de ellos".
Elena era una diplomática profesional, había nacido dentro de una distinguida
familia de raigambre conservadora —acérrima antiperonista—. Era hermana del coronel
retirado Enrique Holmberg y prima hermana del general y presidente de facto Alejandro Agustín
Lanusse, el tercero en la sucesión de la dictadura iniciada por Onganía en 1966.
Elena tenía llegada a Jorge Rafael Videla, con quien mantenía diálogo. Durante
su desempeño en la embajada comenzó a discrepar con los marinos enviados por
Massera. Entre las críticas que ella planteaba, se destacaba el hecho de que no
hablaban francés y no tenían relaciones con la prensa, fines para los que se
había creado el Centro Piloto.
Poco a poco los oficiales comenzaron a
administrar los recursos del Centro, cayendo
en el despilfarro de gastos reservados. Fue entonces cuando ella detecta que había
movimientos permanentes de estos marinos relacionados con los pasos de Massera
en Europa. Concluye que el Centro estaba dejando de cumplir su función y empezaba
a moverse como una base de operaciones del proyecto político del almirante. Además,
Elena había tenido acceso a cierta información confidencial acerca de los diversos
viajes no oficiales efectuados por Massera en forma solapada, tanto a Francia
como a Italia y Rumania, y de una
misteriosa empresa en las afueras de París, regenteada por un ex
dirigente de UDELPA, que servía para encauzar los ambiciosos negocios
personales del marino.
Andrea Basconi también menciona a Jorge (“el Tigre")
Acosta, quien habría actuado allanando el camino de su jefe. Es muy difícil pensar
que Massera ignorara la presencia de Elena en
la sede diplomática y la oposición de ella a sus planes. Holmberg estaba
convencida de que tenía que divulgar su verdad y desenmascarar lo que le
parecía incorrecto. No tomó en cuenta que se hallaba rodeada de asesinos.
Por otra parte, conocía versiones de
una probable reunión entre Massera y algún alto miembro de Montoneros, así como
la entrega de fondos públicos a esta organización. En realidad nunca se
detectaron documentos probatorios en tal sentido y la versión fue desmentida
por uno de los más importantes líderes montoneros Mario Firmenich.
A Elena le había comenzado a intrigar
y preocupar la desaparición de la monja francesa Leónie Duquet, quien había
cuidado al hijo discapacitado de Videla. A su
vez estaba al tanto de las vinculaciones de Massera con la logia de Licio Gelli y el escándalo
de la Propaganda Due (P2).
Por estas razones, el nombre de Elena Holmberg
no es uno más en la larga lista de crímenes de la última dictadura militar; es
la confirmación del carácter siniestro del aparato represor, que no trepidó en
sacrificar a sus propios cuadros, llegado el caso.
Para los militares que asaltaron el poder el
24 de marzo de 1976, la subversión comprendía a
los grupos sociales que, en el plano de los valores, se oponían al orden
existente, más allá de que empuñaran o no armas. La doctrina del régimen suponía
la militarización total y el completo control de la sociedad, sin admitir
discrepancias. El paso siguiente era la
destrucción física del enemigo, tal como lo proponía sin tapujos Saint Jean: destrucción
de la cual no se salvaban siquiera los tímidos.
De la lectura del libro de Andrea
Basconi, que debió salvar grandes obstáculos para acceder a la documentación
investigada, parece quedar claro que la diplomática vio o supo demasiado de las
maniobras que Emilio Eduardo Massera desarrollaba a espaldas de los otros
miembros de la Junta, en pos de su propio proyecto político.
EL SECUESTRO Y ASESINATO
LOS GENOSIDAS: MASSERA, VIDELA Y AGOSTI |
La diplomática había sido convocada a
Buenos Aires para informar sobre su actuación en la embajada parisina, tal vez se
trató de un ardid para no ejecutar el plan fuera del país.
Fue secuestrada a la salida de la
Cancillería (que según el reparto del poder estaba en la órbita de la Marina)
por dos hombres que interceptaron su automóvil en la calle Uruguay al 1055,
frente a un estacionamiento, a una cuadra de su domicilio, cuando se dirigía a
encontrarse con un grupo de periodistas franceses.
Elena Holmberg tendría el mismo fin
trágico de otras personas nada sospechadas de trabajar o colaborar con la
guerrilla, como fueron los periodistas Edgardo Sajón (ex secretario de Prensa
del gobierno de Lanusse) y Rodolfo Fernández Pondal, del semanario Última Clave, o el embajador argentino
en Venezuela, Héctor Hidalgo Solá.
Dos días después el cuerpo de la
diplomática apareció flotando en el río Luján, también jurisdicción de la
Marina. El hallazgo se catalogó en un principio como NN, a pesar de que la
muñeca de Elena conservaba su reloj con las iniciales “EH”.
LA INVESTIGACIÓN
Dos testigos que declararon en la
investigación, Mónica Turpain y
Jorge Alejandro Ruiz, dieron detalles
del coche y hasta su número de patente, y un tercero, Víctor Bogado, afirmó que
era color celeste.
EL COCHE UTILIZADO EN EL SECUESTRO |
Sin embargo nadie aportó pruebas, y
dado el clima de miedo que imperaba en aquel entonces, pocos querían hablar. El
propio Videla “se lavó las manos” en este caso, aduciendo también el carácter
estanco de cada una de las armas.
Se abrió una investigación judicial en
Capital, distrito donde había ocurrido el secuestro; se hizo lo mismo en la
provincia de Buenos Aires, porque allí había aparecido el cuerpo. Los hermanos
de Elena lograron reabrir la investigación a principios de los 80, cuando accedieron
al testimonio de tres mujeres que habían estado detenidas en la ESMA, que al
ser liberadas testimoniaron ante la Asamblea Francesa. Allí se menciona a
(Jorge) Radice y (Adolfo) Donda. El caso llega al juicio contra las Juntas,
pero se argumentó que fue algo circunstancial de manera que no se juzga. De
todos modos, es el caso 514 en la megacausa ESMA.
Este secuestro y asesinato puso al
descubierto la interna atroz que existía en las sombras de la aparentemente
unida “Junta de Comandantes en Jefe”. La
muerte de Elena jamás fue esclarecida, como el de tantos otros miles de
crímenes aberrantes perpetrados por las tres armas, y que recién en estos
tardíos años comienzan a ser juzgados.
Miguel Eugenio Germino
FUENTES
-Basconi, Andrea, La Mujer que sabía demasiado, Editorial Sudamericana, 1999.
-http://memoria.telam.com.ar/noticia/holmberg--victima-de-la--interna--del-proceso_n1189
-http://www.derechos.org/nizkor/arg/causa13/casos/caso689.html
-http://www.telam.com.ar/nota/28446
-http://cuartopoderweb.com.ar/2012/06/quien-mato-a-elena-holmberg…
-Pigna, Felipe, Lo pasado, pensado, Planeta, 2005.
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