martes, 4 de diciembre de 2012

PRIMERA PÁGINA Nº 213 DE DICIEMBRE DE 2012



EDITORIAL

CONTRASTE


“La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América.”
Arturo Jauretche

Llega a su fin un nuevo año. El 2012 ha sido un año cargado de acontecimientos importantes, tanto nacionales como internacionales. Lo signó la grave crisis en Europa, un efecto espejo de la padecida por nuestro país en el 2000/1, que fue descargada contra los sectores más vulnerables y desprotegidos de la sociedad. Se hundió a los trabajadores, y con ellos al pequeño comerciante y profesional, en cambio se salvó a los bancos. Las similitudes de ambas crisis no son casuales: fueron pergeñadas por un mismo organismo el Fondo Monetario Internacional, y aceptadas por gobiernos que, al igual que el nuestro de entonces, se entregaron mansamente a sus dictados.
Nuestro país afortunadamente se liberó de aquellas garras infernales, aunque aún padecemos las consecuencias de los contratos leoninos firmados entonces por Menem, y del endeudamiento que nos llevó al derrumbe.
Hoy, América respira nuevos aires, los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina se rebelaron contra la dependencia para redimir a las clases más sumergidas y a los pueblos originarios. Mientras tanto, en Europa la desocupación llega a más del 50% de la juventud; no es casual la resistencia diaria de sus ciudadanos.
Con todas las dificultades y hasta con las carencias de un momento de transición, en la Argentina se perfilan dos sectores claramente diferenciados: el oficial, con un programa que puede ser criticable en algunos aspectos, y el de la oposición, abroquelada por el odio de clase, que lo rechaza todo y no plantea un programa alternativo. Tal vez la oposición busque volver al pasado, a la dependencia, al endeudamiento, a la época en que venían los encorbatados funcionarios del Fondo a intervenir en nuestras políticas como la liquidación del 100% del patrimonio público. De dichas injerencias hoy se padecen aún los resultados, con empresas como Edenor, Edesur, Ferrocarriles que, sin invertir un peso, se llevaron las ganancias a sus plazas mientras los argentinos seguimos sufriendo las consecuencias de las pésimas gestiones que llevaron adelante.
Los contratos leoninos firmados por el tándem Menem-Cavallo nos acarrean todavía consecuencias en órganos supranacionales como el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), institución del Banco Mundial con sede en Washington. Su accionar sería brindar seguridad jurídica a los flujos de inversión internacionales, pero cuyos laudos ya conoce el mundo por anticipado: todo a favor de las multinacionales.
Sin embargo, a la dependencia económica se le agrega una más sutil y perniciosa: la dependencia cultural, y a esa dependencia hay que temerle, porque regló por siglos nuestras tradiciones.
Con la llamada “conquista” arribó la espada y también la cruz, con las que no solamente eliminaron a millones y millones de nativos, sino que reprimieron su cultura, su religión y sus costumbres. Y como si fuera poco, tal conquista introdujo en América a millares de esclavos africanos, a los que a su vez despojaron de las suyas.
Un dato preocupante de los últimos tiempos es más que llamativo, de hecho arroja mayor oscuridad ya que sectores acomodados de la sociedad buscan importar nuevas “costumbres foráneas”. Como un esnobismo pacato, intentan introducir en nuestras fronteras el llamado Halloween (contracción de All Hallows’Eve, Víspera de Todos los Santos), también conocido como Noche de Brujas o de Difuntos. Es una celebración de origen religioso, con tintes paganos, alegorías, disfraces, hogueras, brujas, miedo. En los Estados Unidos los chicos recorren los vecindarios disfrazados exigiendo dulces y golosinas.
Esta tradición de origen celta, conocida en aquellas latitudes como Samhain, del irlandés antiguo que significa “Fin del Verano” (del hemisferio norte por supuesto), prendió fuertemente en los EE.UU. y Canadá, y otros países no sajones colonizados como Colombia y México. Desde hace unos años también intentan introducirla en nuestro suelo.
Llama la atención que el 10 de noviembre Día de la Tradición pasó sin pena ni gloria,  al igual que el 20 del mismo mes –“Día de la Soberanía”--, casi ignorado hasta por la prensa más progre, mientras en muchos institutos privados de enseñanza y esparcimiento infantil ya se festeja  “El Halloween.
La iglesia cristiana, que también importó lo suyo, protesta condenando la encarnación de Satanás, especialmente en los niños.
¿Cuál será esta buena nueva importada, tal vez agregar un capítulo más a la ya devaluada identidad nacional, inducida por el fenómeno mundial de la globalización?
Resumiendo, mientras se avanza hacia una soberanía económica, se retrocede hacia una mayor dependencia cultural, lo que es todo un síntoma de los tiempos globalizados y de sórdidas mentalidades.
Es preciso ahora ganar la batalla cultural, que implique un sí al mate, a la chacarera y a la Pachamama. Que rechace la profundización de la colonización cultural auspiciada por “el medio pelo de la sociedad argentina”, desde la autodenigración y la tilinguería.

Hasta la Próxima

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