LA MIREYA DEL TANGO
EN EL BARRIO DE ALMAGRO
¿Mito o realidad?
El tango y el
cine contribuyen a mantener vivos muchos mitos, leyendas o también realidades, y
puede ser el caso de aquella mujer que habría vivido en Buenos Aires y que
enloquecía a los hombres. Le decían “La Rubia Mireya” en el Café de Hansen, allí
donde se reunían los “tauras” y peleaban a muerte por ella.
“¿Te acordás, hermano, de la Rubia
Mireya
que quité en lo de Hansen al loco
Cepeda
casi me suicido una noche por
ella y hoy
es una pobre mendiga harapienta?
¿Te
acordás, hermano, lo linda que era?
se formaba rueda pa' verla bailar”
La versión
evocadora del Café de Hansen, según el historiador A. Taullard en Nuestro
antiguo Buenos Aires relata: "Era uno de los pocos lugares de Buenos Aires
donde la jarana se permitía, lejos del centro, entre la arboleda silenciosa. El
Hansen tenía un aspecto entre merendero andaluz y cervecería alemana. Desde
varias cuadras, a medianoche, descubríase su ubicación por las líneas de luces
de los faroles de los carruajes y los farolitos de colores que alumbraban las
glorietas; en esas glorietas se cenaba entre risas y farándulas, y en el gran
patio los parroquianos bebían bajo un techado frondoso de glicinas y olorosas
madreselvas. La orquesta tocaba milongas, polcas y valses". Estaba
emplazado en las actuales avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento. Siempre han
resultado inseparables en el recuerdo la Rubia
Mireya y el histórico café.
Pero, así como existió la desventurada María Esther,
heroína del tango Milonguita de Enrique Delfino y Samuel Linning, la
figura de la Rubia Mireya, ¿fue tomada de la realidad, o sólo respondió a la
imaginación creadora de Manuel Romero, el autor de Tiempos viejos, con música de Francisco Canaro?
Café de Hansen en los Bosques de Palermo
La escritora Alicia
Dujovne Ortiz, traza una versión de la
Mireya a partir de una idea de Julio Cortázar y la modelo de uno de los cuadros
de Toulouse Lautrec que serían una misma persona.
Dujovne Ortiz asume un singular desafío: imaginar
la epopeya de aquella mujer, Mireille, prostituta que llega a ser modelo y
amante del célebre Henri de Toulouse Lautrec, luego
vendida a un proxeneta porteño que la obliga a trabajar en un burdel. De este
modo, Mireille se convierte en la Rubia Mireya, eximia bailarina de tango,
amante de Gardel y “hembra” venerada entre la clientela.
Honda y
desenfadada reflexión sobre el sexo, el amor y la identidad, Mireya desacraliza
a la vez que rinde homenaje a varios mitos rioplatenses.
La evolución
del tango –desde su origen prostibulario hasta su consagración en los salones–
y una deslumbrante imaginería franco porteña es recreada como sólo una
escritora de talento podría hacerlo.
Otra de las
versiones de la leyenda o historia, la vincula al conventillo, llamado “María La
Lunga” de Castro Barros al 433, y de una tal Margarita Verdier, o Verdiet,
apodada “La Oriental” y también “La Rubia Mireya”, de padres franceses, que habría
nacido en Uruguay y radicada luego en Buenos Aires. Al principio la habrían
apodado “la rubia del firulete” por su espectacular estilo para bailar el tango
y la solvencia que imprimía para marcar el compás.
Otras versiones
hablan de una historia creada para la letra del tango y se basan en que el 21
de abril de 1923 se estrena un sainete compuesto por Alberto Weisbach y el poeta
Manuel Romero, esta pequeña obra llamada El rey del cabaret tenía como
protagonista a Mireya, una muchacha que disfrutaba de las noches bailando
tangos, bebiendo champagne y conquistando corazones, la historia tenía un final
feliz, donde Mireya se casa con un joven adinerado de buena familia.
Dos años
después el mismo Manuel Romero escribe los versos del tango Tiempos viejos donde la historia habla de la Rubia
Mireya, esta vez con un final no tan feliz, esta historia también fue llevada
al cine y la protagonista fue Mecha Ortiz.
El mito y la
realidad se mezclan constantemente en la historia de esta mujer, hasta algunos
encuentran paralelismos entre esta Mireya rioplatense
y la Mireya (Mireio) del poema de Frederic Mistral autor francés del siglo XIX,
donde se narran las desventuras y los amores de Mireya hasta su muerte en
brazos de su amado Vicente. ¿Su apodo provendrá de este poema?
Lo que sí se podría confirmar es que las enfermedades y la
pobreza la obligaron a abandonar una pieza que alquilaba en la calle Loria,
para marcharse a vivir a uno de los ranchos que pululaban a orillas del Puente
Alsina. Allí la encontramos a Mireya, con 85 años, cuando una tarde acudió al
Hospital José Penna a curarse de un tumor de mama.
La atendió el doctor José María Barrios (por entonces practicante)
y recuerda este facultativo que los vecinos concurrían al hospital a visitarla. La Rubia Mireya sobrevivía
con una pensión de 50 pesos que le pasaba un admirador suyo, y que ella
administraba en poca comida, mucha bebida y algún disco para su fonógrafo.
Cuenta que su
enfermedad se le complicó con la aparición del tétanos, lo que obligó a
trasladarla a la sala de infecciosos del Hospital Muñiz, donde poco tiempo
después falleció.
No se podría
asegurar que Manuel Romero conociera a esta Margarita, pero se supone que tuvo
conocimiento de su existencia y de su drama, pues Margarita Verdier pasó sus
últimos días en un largo acto similar a la de la protagonista de "La Dama
de la Camelias". Y, en consecuencia, se
puede pensar que la Mireya del conventillo de Castro Barros 433, por
coincidencia de época, apodo y condición, entra en el escenario de la mitología
porteña para confundirse con la otra, corporizada en la popular creencia por el
tango que les infundiera vida; no siendo todo, por lo demás, sino leyenda
repetida en la que también figura el Café de Hansen, después de su tan resonante
como atrayente realidad.
A “la rebeldía”
del tango de 1890, surge en la actualidad el cuestionamiento al tango machista.
Cambió de los humildes: carreros, cuarteadores, gauchos, peones, artesanos,
inmigrantes europeos, de entonces, hombres jóvenes obligados a dejar su familia
en Europa y aventurarse a tierras lejanas en busca de la subsistencia que en
aquellas le negaban, a los humildes y desplazados trabajadores de hoy, muchos
devenidos a “cuentapropistas”, cuando “el tango” se encuentra un tanto
olvidado.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
- Dujovne Ortiz, Alicia, Mireya, Alfaguara, 1998.
- Matamoro, Blas, Historia del Tango, CEAL, 1971.
- Nogués, Germinal, Buenos Aires Ciudad Secreta, Sudamérica,
2003.
- http://inmyliteratura.galeon.com/aficiones1948066.html
- http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/CRONICAS/mireya.html
- https://www.consumerperiodismo.com.ar/2021/06/la-confusa-historia-de-la-Rubia-mireya-por-yayo-hourmilougue
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