JUAN MARIA DE ALMAGRO
Algunas
precisiones sobre el barrio de Almagro
28 de
septiembre de 1839 – Día del barrio de Almagro
Mucha
y muy larga es la historia y la prehistoria del barrio
de Almagro, un barrio que se formó a partir de la división de una gran quinta,
de 18 hectáreas, la del rico comerciante portugués Carlos
Dos Santos Valente, un solar que abarcaba el radio hoy comprendido entre
las actuales calles Hipólito Yrigoyen, Castro Barros, Medrano,
Díaz Vélez y una línea oblicua que, partiendo de esta última y Billinghurst,
terminaba en Hipólito Yrigoyen y Maza. Esta gran quinta fue dividida
en dos por la apertura de la Av. Rivadavia.
En
1839, Julián de Almagro compró la parte norte de la enorme propiedad,
fecha que se tomará como el año de la formación del barrio, que quedará
oficializado a propuesta de la Junta de Estudios Históricos del barrio, el 28
de septiembre de aquel año, a través de la Ley 901 del año 2002 de la
Legislatura porteña. Ello en virtud de que se halló la escritura donde consta que,
en esa fecha de 1839 Julián de Almagro, compra la mitad de la citada amplia
quinta.
El
casco de la quinta de la familia Almagro, tenía su ubicación geográfica aproximadamente
en la esquina de Rivadavia y Medrano.
Sin
embargo, la historia de la familia Almagro, viene de muy lejos, se remonta el
mismo nacimiento del país, y aún antes, a épocas del Virreinato,
lamentablemente salpicada de actos –non sanctos– de corrupción, que la historia arrastró
hasta nuestros días. Hoy,
estos hechos son moneda corriente y casi ni nos asombramos, pero también existieron
¡y cómo!, en épocas pretéritas.
CONFITERÍA LAS VIOLETAS
Juan María de Almagro, nacido en Málaga, llegó a Buenos Aires en 1786 junto a
sus hermanos Francisco y Manuel. Venía con un cargo asegurado en el Virreinato:
Asesor Jurídico y Auditor de Guerra.
De
Francisco poco se supo, pero Manuel fue nombrado en 1793 subdelegado de la provincia de Chucuito en el Alto Perú, mientras que
Juan María era ascendido en 1796 a oidor honorario de la Real Audiencia de
Charcas.
Contrajo
matrimonio con Ana de Andrés y Pinedo, hija de Juan de Andrés y Arroyo y Ana
Pinedo. Juan María incorporó así a la familia dos “nobles” apellidos (Arroyo y
Pinedo), asegurándose además de un excelente cargo. En suma, el matrimonio unió
linaje y títulos en la alta sociedad colonial.
De
la pareja nacerían once hijos, uno de ellos Julián, será el que más
tarde le dará su apellido al barrio, al adquirir la mitad norte de la extensa
quinta de Carlos dos Santos Valente, que ocupará 12 de las manzanas actuales.
El
primero de la familia en caer en desgracia fue Manuel,
al ser separado de su cargo en el Alto Perú por una expresa orden real que
declaraba: “El rey se halla enterado de las extorsiones, estafas y malos
tratamientos que ha causado a aquellos vasallos desde que tomó posesión del
empleo…”.
Así
fue enjuiciado y condenado por la Real Audiencia de Charcas. En cambio, Juan
María, pese a algunas desinteligencias con el Cabildo de Buenos Aires, que lo
acusó de intervenir en asuntos jurídicos de aquél, corrió mejor suerte y
mantuvo sus cargos.
No
obstante, Juan Martín de Pueyrredón lo denunció en 1807 por su complicidad con
un conocido corrupto de entonces, Manuel Gallego, al acusar a ambos de cometer
significativos abusos de autoridad, mediante los cuales obtuvo un ilícito
enriquecimiento.
PALACIO RAGGIO RIVADAVIA Y AV. LA PLATA
Otra
perlita de aquellos tiempos es que tanto Almagro como Gallego, fueron parte de la comitiva en la ignominiosa huida
del virrey Sobremonte, durante las invasiones inglesas.
La
cadena de corrupción familiar no termina allí. El suegro de Juan María, el
“ilustre” Juan de Andrés y Arroyo, contador de las reales cajas, fue denunciado
a su vez por el virrey Del Pino de connivencia con las entonces muy extendidas
bandas de funcionarios que lucraban con las prebendas públicas (en criollo: “la mano en la lata”). A pesar de todo, don Juan
María y su suegro sortearon con éxito tales escollos, siguieron en la función
pública y hasta participaron como honorables vecinos de la corona en el Cabildo
Abierto del 22 de mayo de 1810.
El
voto de Juan María de Almagro en ese Cabildo fue
“esperar mayores informaciones sobre la situación en España”. En cambio, el de
su suegro fue “formar una junta presidida por Cisneros”. Cambiar algo, para
que nada cambie.
¡Qué
lejos en la historia aparece el barrio de
Almagro vinculado en aquellos lamentables hechos!
Carlos
Ibarguren (h), en varios números de su revista Genealogía, hace una completa
biografía de Juan María de Almagro y Juan de Andrés y Arroyo.
Con
el nuevo gobierno patrio,
nuestro Juan María de Almagro, después de tantas glorias y bonanzas, caería
definitivamente en desgracia. Fue dejado cesante de sus funciones públicas,
como era lógico, y considerado “enemigo de la Revolución”, al tiempo que eran embargadas sus cuantiosas
propiedades, muchas no bien habidas. En este contexto, nacerá el barrio que hoy
habitamos.
Sin
embargo, la historia del barrio no termina solo con estos tristes hechos, apenas
comienza y continúa…
En
Almagro surgirán: nuevas quintas, la estación del Ferrocarril
Oeste, el tranvía argentino,
la iglesia de San Carlos, Escuela de Artes y
Oficios, la confitería Las Violetas, se fundarán los clubes San Lorenzo de
Almagro, y Almagro, el Colegio Mariano Moreno,
se abrirán las estaciones de la Línea A y B de subtes, la Federación de Box, el
Cine Roca, el Mercado de las Flores, la única plaza del barrio y tantos otros
sitios fundacionales.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-Cunietti-Ferrando,
Arnaldo J., “Don Julián de Almagro y los orígenes del barrio”, Historias de la Ciudad, nº 48, octubre de
2008.
-Cutolo,
Vicente O., Buenos Aires, historia de las calles y sus nombres, Elche,
1994.
-Ibarguren, Carlos
(h), “Los hombres de mayo y otros artículos”,
Revista Genealogía, nº 13, Buenos Aires, 1961.
-http//Wikipedia.org/Wiki/almagro-(Buenos Aires)
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