jueves, 1 de septiembre de 2011

LA NOCHE DE LOS LÁPICES



16 DE SEPTIEMBRE DE 1976

LA NOCHE DE LOS LÁPICES

Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a los simpatizantes, luego a los indiferentes y por último a los tímidos.

General Ibérico Saint Jean

Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, 1977

Como demora del invierno de plomo del 76, retaceando una primavera que no llegará, la muerte anda suelta, desbordada… por un terrorismo de Estado sin límites, que hasta se ensañó con pibes de 16 a 18 años, con una crueldad inimaginable.

Diez adolescentes de la ciudad de La Plata, que luchaban para recuperar el “Boleto Estudiantil”, arrancado en los últimos tramos de la presidencia de Isabel y anulado por el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, son arrebatados de sus hogares a la madrugada por grupos de tareas a las órdenes de Ramón Camps y Miguel Etchecolaz, y son brutalmente torturados en cárceles clandestinas.

Sólo sobrevivieron cuatro; seis siguen desaparecidos.

Los chicos hasta hoy desaparecidos:

DANIEL ALBERTO RACERO (18 AÑOS)
Hijo de un suboficial naval peronista que murió en el 73, trabajó desde pibe como mensajero. Cuando ingresó a la UES del Normal 3 de La Plata, escribió: "Encontré una trinchera para luchar por una causa justa". Realizó labores de vacunación, recuperación de viviendas y apoyo escolar en barrios pobres y participó de la conquista del BES (Boleto Escolar Secundario). Secuestrado el 16 de septiembre de 1976, fue visto en Arana y Pozo de Banfield.


MARIA CLAUDIA FALCONE (16 años)

Hija de un ex intendente peronista de La Plata, se sumó a la UES a poco de ingresar a Bellas Artes. Después de 1973 participó en tareas de apoyo escolar y de sanidad en barrios pobres de La Plata. En el 75 participó activamente en la campaña por el boleto estudiantil. Secuestrada ese mismo 16 de septiembre en la casa de su abuela paterna, fue vista en Arana y Pozo de Banfield.

MARIA CLARA CIOCCHINI (18 años)
A
lumna de colegios católicos, participó del scoutismo parroquial y en la UES de Bahía Blanca. Debido a los crímenes de la Triple A y la CNU en esa ciudad, a fines del 75 se mudó a La Plata, donde se inscribió en Bella Artes y se fue vivir a la casa de María Claudia Falcone, de donde fueron secuestradas juntas ese 16 de septiembre. También fue vista en Arana y Pozo de Banfield.

FRANCISO LOPEZ MUNTANER "Panchito" (16 años)
Su padre era un trabajador petrolero peronista preso durante el Plan Conintes, que en 1973 se alineó con el sindicalismo ortodoxo. Panchito marchó contra la corriente familiar: era hincha de Gimnasia y militó en la UES de Bellas Artes. Junto a María Claudia Falcone participó en trabajos voluntarios en barrios humildes y en la lucha por el BES en 1975. Secuestrado el 16 de septiembre, fue visto en Arana y Pozo de Banfield.

CLAUDIO DE ACHA (17 AÑOS)
Sus padres eran trabajadores con ideas de izquierda y tras el triunfo de Cámpora participó de la toma del Colegio Nacional por su democratización. Tímido y gran lector, se incorporó a la UES luego de la muerte de Perón. Como todos, participó en las manifestaciones por el BES. Secuestrado el mismo día que los anteriores, fue visto en Arana y Pozo de Banfield.

HORACIO UNGARO (17 años)
De familia comunista, en 1974 rompió la tradición familiar y se sumó a la UES del Normal Nº 3. Gran lector y excelente alumno, participó de la lucha de la Coordinadora por el BES. Realizaba tareas de apoyo escolar en la villa ubicada detrás del hipódromo platense. Secuestrado junto con los anteriores, también fue visto en Arana y Pozo de Banfield.

Los chicos que sobrevivieron

Cuatro de los pibes secuestrados entre el 16 y 17 de septiembre, lograron su libertad entre 1978 y 1980, tras estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Ellos son:

PABLO DIAZ (18 años)
Hijo de un docente universitario peronista de derecha. Había sido expulsado de un colegio católico y recaló en "La Legión". Había militado en la UES pero en 1976 militaba en la Juventud Guevarista. Fue secuestrado el 21 de septiembre. Estuvo en Arana, Pozo de Banfield, Comisaría 3 de Valentín Alsina y U-9 de La Plata (a disposición del PEN hasta 1980).

GUSTAVO CALOTTI "Francés" (18 años)
Egresado del Colegio Nacional de La Plata, era cadete policial cuando fue secuestrado el 8 de septiembre de aquel mismo año. Había militado en la UES, pero en el 76 ya se había desvinculado y estaba más próximo a agrupaciones de izquierda. Lo tuvieron en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y U-9 de La Plata (a disposición del Poder Ejecutivo hasta 1979).

EMILCE MOLER (17 años)
Militante de la UES en la Escuela de Bellas Artes, era hija de un comisario inspector retirado. Secuestrada el 17 de septiembre. La llevaron a Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y Devoto (a disposición del PEN hasta marzo de 1978).

PATRICIA MIRANDA (17 años)
Estudiante de Bellas Artes, no tuvo ninguna participación en las luchas por el boleto estudiantil ni tuvo militancia política. Secuestrada el 17 de septiembre, nunca hizo la denuncia. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Valentín Alsina y Devoto (a disposición del PEN hasta marzo de 1978).

LA LUCHA POR EL BOLETO

Tal vez no por casualidad se eligió la noche del 16 de septiembre de 1976, aniversario del golpe que derrocó a Perón en 1955, para golpear a estos chicos, cuyo pecado era luchar por el recobro del boleto estudiantil anulado por la flamante dictadura.

Eran chicos que vivían sus primeras experiencias en las luchas sociales, solidarios con los más humildes, aquellos de sus compañeros que tenían dificultades para abonar diariamente el transporte a precio completo.

Fueron arrancados de sus hogares en horas de la madrugada por los llamados “Grupos de Tareas”, coordinados por el Jefe de Policía de la Provincia Ramón Camps, y su mano derecha, el comisario Miguel Etchecolaz.

Siete de ellos fueron llevados al centro clandestino de detención conocido como “Pozo de Arana” (Delegación de Cuatrerismo), y más tarde transferidos al “Pozo de Banfield”, donde fueron brutalmente torturados. De todos ellos sobrevivió solamente Pablo Díaz. Los otros tres chicos pasaron por el Pozo de Quilmes, donde también fueron torturados, luego por la comisaría 3 de Valentín Alsina y finalmente por Devoto, donde quedaron a disposición del Poder Ejecutivo hasta su liberación entre 1978 y 1979.

DOS TESTIMONIOS ATERRADORES

De Pablo Díaz:

“Nosotros, tanto los adolescentes que estábamos en el traslado final como las mujeres embarazadas, a las que el único cuidado apuntaba a lo que tenían dentro de la panza, éramos residuos. Como tales éramos mantenidos. No teníamos un destino presupuesto.

"Después de la noche del 28 de diciembre terminaba una etapa y empezaba
otra, que era la de afrontar cerca de 5 años de cárcel como preso político,
en pabellones de máxima seguridad, y habiendo partido de un hecho, que es
cuando yo me entero que mis compañeros no habían aparecido. Cuando a mí el
28 de diciembre de 1976 me vienen a buscar al calabozo y me dicen que iba a
quedar en libertad, en realidad esa noche de separación fue una noche rara
en sí misma, con las contradicciones de saber que había compañeros que no
habían tenido la misma suerte deseada por todos los que estábamos ahí, que
era volver a la oportunidad de los abrazos de los seres queridos, a volver a
ser cobijados por los padres. Pero en realidad no era una vez más lo que iba
a suceder en función de lo que nos habían dicho con respecto a la libertad.
El adiós fue tan cierto como ustedes lo pudieron ver en la película. Pero
qué sucedió de ahí en más, yo fui a otro centro clandestino, porque en
realidad en esos noventa días, nosotros estábamos en la lista de ejecución,
nosotros no éramos mantenidos para la libertad hasta ese momento que me
venían a buscar para trasladarme, éramos mantenidos residualmente, sin
presupuesto en función del traslado final que ya se había decretado en los
primeros días de nuestra detención. Casi no hay sobrevivientes del Pozo de
Banfield de septiembre a diciembre; solamente dos personas hemos
salido. Otros estudiantes habían sido llevados a otros centros clandestinos,
nosotros fuimos siete separados ya con la decisión de la ejecución, y
llevados a "un pozo", a un depósito para mantener durante esos noventa días,
a compañeras embarazadas, que iban a tener sus partos en ese período, por lo
cual el "pozo de Banfield", de septiembre a diciembre del 76, fue un depósito
de mantenimiento del botín que luego se iban a apropiar, que eran los
chicos de las compañeras embarazadas, que estaban dependiendo del Primer
C
uerpo del Ejército, del Comandante Suárez Mason, y adolescentes que ya
tenían la edad y la posibilidad del cuidado de esas compañeras embarazadas,
pero que podían tomar contacto con esa realidad, por eso que tampoco iban a
aparecer…Nosotros, en el Pozo de Banfield, éramos adolescentes que teníamos a nuestro cargo la cuida de mujeres embarazadas. En el período en que nosotros estuvimos, desde septiembre a diciembre de 1976, fuimos testigos de partos. A nosotros, que teníamos entre 15 y 17 años, nos ponían en un calabozo con una compañera embarazada a punto de dar a luz y cuando ellas empezaban con el trabajo de parto teníamos que golpear fuertemente la celda.

“Estábamos en el tercer piso, y hoy se sabe que en el segundo piso de donde estábamos nosotros, estaba la sala de parto del médico Jorge Bergés. Tuvimos tres situaciones de esas. Golpeábamos la celda, las venían a buscar y después escuchábamos el llanto del bebé…

“Me llevan a otro centro clandestino de detención, porque mi condición no era saludable para mi aparición. No podía caminar, fui trasladado por dos guardias, alzado.
Luego de estar en otro centro clandestino, comiendo sí, ya dos veces al día, tratando de engordarme, donde me hacen tomar sol, luego de estar noventa días encerrado sin ver la luz, me tienen treinta días en un centro clandestino de Quilmes. Yo voy a una cárcel otro mes, estando desaparecido dentro de la cárcel ya como preso político porque tenía fecha del Poder Ejecutivo Nacional a partir del 28 de diciembre, recién en los últimos días de febrero de 1977 mi familia tiene contacto conmigo. Yo aparezco en la Unidad 9 de La Plata."

De Gustavo Calotti:


“Para entonces yo trabajaba como 'correo' de la oficina Tesorería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la Jefatura ubicada en la calle 2 entre 51 y 53 de La Plata. Por la mañana iba al colegio y por la tarde trabajaba. Comencé a trabajar en dicha repartición en noviembre de 1975. El día 8 de septiembre de 1976, mientras estaba trabajando, fui llamado por mi jefe, el Comisario Ordinas. Cuando entré en su despacho, deberían ser entre las 17 y 17.30 horas, ya se encontraba allí una persona que yo nunca había visto y que se presentó como Comisario Inspector Luis Vides. Este último comenzó a hablarme violentamente y a preguntarme para quién trabajaba, que sabía que yo 'andaba en algo' y que si no hablaba en ese momento de todas maneras 'me iban a masticar todo'. Recuerdo perfectamente el sentimiento de angustia que me invadió en ese momento.
“Mi jefe no pronunciaba palabra y creo que la tensión era tal que en toda la oficina reinaba el silencio. Este hombre, Vides, continuó vociferando hasta que llamaron a la guardia de la Jefatura y entre cuatro policías me condujeron hasta la Dirección de Investigaciones que estaba en el otro ala del edificio, en la planta baja, como la Tesorería. Ya en una oficina de esta Dirección, cuyo director era el Comisario Etchecolatz, me esposaron y sentado me cubrieron con una manta. No sé cuánto tiempo pasé allí sentado, creo que fueron por lo menos dos horas durante las cuales escuché entrar y salir a varias personas. Recuerdo que alguien me dijo que ya todo se iba a aclarar. Al cabo de ese tiempo volvió gente que me llevó hasta un coche que supuse un Torino, por el ruido y porque eran los vehículos utilizados por la Policía. Siempre cubierto anduvimos en ese coche durante un buen rato; los ruidos de la ciudad se alejaron y me di cuenta que ya estábamos en el campo. En un momento determinado el coche abandonó la ruta y, por los ruidos y los bamboleos, deduje que estábamos en un camino, sendero, de tierra en donde el coche se detuvo. Creo que no tuve ni tiempo de tocar el suelo que ya me llevaban a la rastra hasta dentro de un edificio, una casa, en ese momento no supe. Sólo sé que ni bien llegué me ordenaron que me desvistiera. Me ataron tobillos y muñecas, estirado, a una especie de catre y allí permanecí un rato. Alguien me dijo que el 'Coronel' ya iba a llegar. Reconocí la voz de Vides, que horas antes me había gritado y amenazado en la Tesorería. Escuché nombrar a un tal Vargas, que no conozco, y en un momento dado comenzaron a 'picanearme'. Creo que esa sensación es una de las cosas más horribles que sentí en mi vida.
“Tengo aún la conciencia de sentir mi propio cuerpo que se retorcía. Yo no dejaba de gritar y ellos no dejaban de torturarme. Me hacían preguntas de todo tipo pero todas estaban centradas en mi actividad laboral: querían saber, sin antes conocer nada sobre mí, quiénes eran mis contactos dentro de la Policía. Querían nombres, querían saber a quién yo 'había entregado los de ellos'. Querían mi cita y mi responsable, mi organización, todo... Mientras me torturaban uno de ellos ponía sobre mi boca no sé si un trapo o un pedazo de goma espuma y su pie por encima, para no escuchar mis gritos o simplemente para lastimarme aún más. Otro me decía que si quería decir algo abriera y cerrara la mano. Uno de ellos echaba algo sobre mi cuerpo, que después supe era agua para que las descargas eléctricas fuesen más sentidas. Sólo sé que yo abría y cerraba las manos y cuando se detenían con la 'picana' y como yo no les decía nada, con más odio, porque creo, tengo esa impresión de que era odio, me torturaban más violentamente. La picana me la aplicaban en las zonas más sensibles: genitales, boca, ojos, pecho. Al final, en vano abría y cerraba las manos, ellos ya no hacían caso. Tengo la impresión de haberme desmayado varias veces. Alguien siempre decía si podían continuar o no. Pero no podría precisar si se trataba de un médico o no. En todo caso estoy seguro de que uno de los que me torturó fue, sin ninguna duda, el Comisario Inspector Luis Vides. Presumo que esa primera vez fui torturado durante toda la noche…”

EN EL CINE

Sobre el libro de María Seoane que relata aquel espeluznante episodio, Héctor Olivera realizó en 1986 la película La noche de los lápices, cuyos principales intérpretes fueron Vita Escardó en el papel de Claudia Falcone y Alejo García en el papel de Pablo Díaz.

LA MEMORIA CONTINÚA

Hoy, tras el horror que nunca se olvidará, dos establecimientos educativos llevan el nombre de chicos desaparecidos: la Escuela Media Municipal Nº 7 del Barrio de Palermo se denomina María Claudia Falcone desde el año 1998, y el Colegio Nº 12 de Gonnet, se llama Horacio Ungaro desde el año 2006.

Se habla de un total de 250 adolescentes que pasaron suerte parecida en distintas épocas, en diversos centros clandestinos de detención.

Los 16 de septiembre se conmemora en todo el país y especialmente en La Plata, la fatídica noche de la desaparición de aquellos adolescentes que tan sólo daban sus primero pasos en la lucha estudiantil y en la militancia política, con toda la pureza de la temprana juventud.

Esta memoria debe mantenerse de generación en generación, como un alerta y un “nunca más” a las dictaduras. En lo profundo de la noche de todos los 16 de septiembre, se percibe a lo lejos un bullicioso coro estremecedor: Tomala vos…/ dámela a mí…/ por el boleto estudiantil.”

Miguel Eugenio Germino

FUENTES

-http://presmanhugo.blogpost.com/2010/09/la-noche-de-los-lapices html

-http://www.cinenacional.com/peliculas/index.php?pelicula=1248 -http://www.argenpress.info/2010/09/la-noche-de-los-lapices.html

-http://www.elortiba.org/lapices.html

-http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/8050906/El-adolescente- como-sujeto-socio-politico.html

-Pigna, Felipe, Clarín del 14 de Septiembre de 2008.

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