EL 17 DE JUNIO DE 1976
LA DICTADURA CÍVICO-MILITAR ASESINA A FRANCISCO (PACO) URONDO
Poeta,
escritor, periodista, guionista cinematográfico y militante político
revolucionario
“Ya
es hora de perder
la inocencia, ese
estupor de las criaturas que todavía
no pudieron hacerse cargo
de la memoria
del mundo al que recién nacieron…”
la inocencia, ese
estupor de las criaturas que todavía
no pudieron hacerse cargo
de la memoria
del mundo al que recién nacieron…”
Supo integrar todas las facetas que compusieron su agitada vida en
una sola, ya que su consecuente labor poética no
entró en contradicción con su militancia política ni la subordinó a ella. Supo
aunar su obra y su vida, opinaba que no era necesario abandonar la escritura
para hacer uso de todas las armas que un político
revolucionario precisa para manejarse.
Fue y
es uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos
autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura.
“Empuñé un
arma porque busco la palabra justa” es,
quizá, la frase más famosa de Francisco Urondo, en
la que con cierto temple cervantino Juan Gelman, su entrañable amigo,
alguna vez le oyó decir como al pasar. Poeta, periodista, militante y
guerrillero. Hijo de una dialéctica que no discernía la acción de la palabra, ese fue Paco Urondo.
EL MOMENTO POLÍTICO
Héctor Cámpora asumía el 25 de mayo de 1973, hecho que daba por finalizado el período dictatorial de la autoproclamada Revolución Argentina. Tras su paso a un costado, Perón triunfó con el 62% de los votos y se convirtió en presidente por tercera vez en octubre de 1973, con su esposa Isabel Martínez como vicepresidente.
Este tercer gobierno estuvo signado por permanentes
conflictos entre sus seguidores de izquierda y de derecha, además de los grupos parapoliciales
con apoyo estatal, la Alianza Anticomunista Argentina –Triple A–, organizada por el ministro José López Rega.
Al fallecer Perón el 1º de julio de 1974, lo sucedió María Estela Martínez, de una manifiesta impericia.
Delegó gran parte del gobierno en López Rega primero y en su secretario técnico
Julio González después. Finalmente derrocada el 24 de marzo de 1976, fue sustituida por una junta militar, la que escribirá la
página más negra de nuestra historia.
FRANCISCO PACO URONDO
Nació el 10 de enero de 1930. Fue poeta, escritor, periodista, guionista
cinematográfico y militante político.
En 1957 fue nombrado Director
General de Cultura de la provincia
de Santa Fe, durante la gobernación de Carlos Sylvestre Begnis. En 1973 fue elegido director del Departamento de Letras de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Se casó con la actriz Zulema Katz en 1964; en 1972 vivió como
pareja con Lili Massaferro, con
quien militó en las FAR, y ya en la dictadura,
con Alicia Raboy.
Colaborador de Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias, escribió poemas,
cuentos, novelas y ensayos.
Actuó como titiritero
con Fernando Birri en el grupo “El Retablo de Bartolo”, pero, ante todo era poeta. En los años 50 estuvo en
el Movimiento Poesía Buenos Aires y en los sesenta en Zona de Poesía Americana.
Militó en la organización Montoneros. Allí desarrolló distintas
funciones, hasta que fue detenido y asesinado el 17 de junio de 1976 por la policía de la provincia de Mendoza.
Según Juan Gelman: “No hubo abismos entre experiencia y poesía
para Urondo, corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero
que un poeta tiene de elaborar su obra es corregirse a sí mismo, buscar los
caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente. Paco fue
entendido en eso y sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático
del encuentro del lector con su palabra”.
Osvaldo Bayer, uno
de los secretarios de redacción del diario Clarín
dijo de él: "Paco era el prototipo
del hombre fino, se vestía de forma muy atildada. Tenía una sonrisa que parecía
como si fuera un gesto de su cara. Muy culto y de conversación tranquila. Era
una especie de izquierdista moderado ilustrado. Como periodista era muy bueno,
bien calificado". Bayer recuerda que en charlas en el bodegón
enfrente del periódico, Urondo se mostraba interesado sobremanera en su
experiencia en Cuba, de cuando Bayer había
entrevistado al Che Guevara. Él también
viajó a La Habana, como invitado al Encuentro Rubén Darío, donde se encontró
con Roque Dalton, Mario Benedetti, Ángel Rama, Roberto Fernández Retamar y Nicolás Guillén. También en la Casa de las Américas,
con Haydée Santamaría, que le propuso grabar un disco con sus poemas.
Fue
un hombre de armas y de letras en un momento en que el mundo parecía estar ahí nomás de dar un vuelco. “Años de
calentura histórica” (dijo
David Viñas), en los que un poema del líder vietnamita Ho Chi Minh repicaba en
el Parnaso de los poetas de izquierda, arengándolos en el deber de saber
combatir y “armar de acero los versos”.
Una mítica revista literaria argentina (cuyo
nombre no fue otro que La rosa
blindada) pretendía que en América Latina, la poesía fuera “un
artículo de primera necesidad como el pan y el fusil”.
A diferencia de Rodolfo Walsh, compañero de militancia en Montoneros, Urondo no se vio ante la disyuntiva de elegir entre la literatura y la militancia, supo integrarlas en un todo. Un dilema que al autor de Operación masacre lo llevó a ver la literatura como una adicción de la que era necesario reponerse. “Poética, en griego, quiere decir acción”, afirmaba en 1973 Urondo en una entrevista. “En este sentido, no creo que haya demasiadas diferenciaciones entre la poesía y la política (...) Por la poesía, por la necesidad de usar las palabras en toda su precisión y significación he llegado al tipo de militancia que ahora tengo”.
A diferencia de Rodolfo Walsh, compañero de militancia en Montoneros, Urondo no se vio ante la disyuntiva de elegir entre la literatura y la militancia, supo integrarlas en un todo. Un dilema que al autor de Operación masacre lo llevó a ver la literatura como una adicción de la que era necesario reponerse. “Poética, en griego, quiere decir acción”, afirmaba en 1973 Urondo en una entrevista. “En este sentido, no creo que haya demasiadas diferenciaciones entre la poesía y la política (...) Por la poesía, por la necesidad de usar las palabras en toda su precisión y significación he llegado al tipo de militancia que ahora tengo”.
SU OBRA LITERARIA
· 1956: Historia
antigua, poesía.
· 1959: Breves,
poesía.
· 1961: Lugares,
poesía.
· 1963: Nombres,
poesía.
· 1967: Del
otro lado, poesía.
· 1966: Todo
eso, cuentos.
· 1966: Veraneando
y sainete con variaciones, teatro.
· 1967: Al
tacto, cuentos.
· 1968: Adolecer,
poesía.
· 1968: Veinte
años de poesía argentina, ensayo.
· 1971: Larga
distancia, poesía, Madrid,1971.
· 1972: Los pasos previos, novela.
· 1973: La patria fusilada, entrevistas, editorial Crisis.
Guiones:
· 1965: Las chicas (televisión), dirigida por David Stivel.
· 1965: Pajarito Gómez, dirigida por Rodolfo Kuhn.
· 1967: El ABC del amor, dirigida por Rodolfo Kuhn.
· 1968: Turismo de carretera, dirigida por Rodolfo Kuhn.
· Adaptaciones para televisión: Madame
Bovary, Los Maias y Rojo y Negro.
SU TRAYECTORIA POLÍTICA
“Empuñé un arma porque busco la
palabra justa”.
En esa
confluencia de la palabra con la vida, Paco Urondo se incorporó a las FAR,
siguiendo de alguna manera los pasos de su hija Claudia. En el final tumultuoso
de la dictadura de Lanusse cayó preso y le tocó compartir la misma celda, la
noche previa a la liberación del 24 de marzo de 1973, con los tres
sobrevivientes de los fusilamientos de Trelew: Alberto Camps, Ricardo Haydar y
María Antonia Berger. El militante, el periodista y el poeta que era se unieron,
y de allí salió la obra La patria fusilada.
Urondo participó en los proyectos
de prensa de Montoneros; en 1976 fue enviado a Mendoza. Luego de su muerte, Rodolfo Walsh aseguró que “el
traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era una sangría permanente desde
1975, nunca se la pudo mantener en pie. El Paco duró pocas semanas... Fue
temiendo lo que sucedió. Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una
persecución de los dos coches a la par...”. Tras
esa larga persecución y tiroteo, una de sus acompañantes pudo escapar, su
esposa Alicia fue secuestrada y desaparecida y a él le dieron dos tiros en la
cabeza, aunque para el periodista Horacio Verbitsky murió
por un fuerte golpe recibido en la cabeza.
LA TEORÍA DE LA
PASTILLA
Transcurridos 35 años, el juicio demostró
que la muerte de Urondo se debió al culatazo en la nuca del policía Celustiano
Lucero, que le hizo estallar el cráneo. La autopsia de sus restos desmiente la
versión creída hasta entonces de que el poeta y guerrillero tomó una pastilla
de cianuro para suicidarse.
El 17 de junio de 1976, Urondo
fue emboscado por la policía mendocina, subordinada al Ejército de la dictadura,
en una cita cantada. Conducía un pequeño automóvil Renault 6, lo acompañaban su
mujer, Alicia Raboy, su hija Angelita y su compañera de militancia René
Ahualli, “La Turca”.
Angelita tenía once meses, su
madre, Alicia, nunca fue liberada con vida, por lo que el único testimonio
sobre lo ocurrido dentro del auto fue el de La Turca, que al declarar ante los
jueces mendocinos contó que luego de una persecución en la que ella y Urondo
agotaron las municiones de la pistola y el revólver que llevaban como únicas
armas, Urondo detuvo el vehículo, les dijo a ellas que acababa de tomar la
pastilla y las instó a huir. “¿Por qué hiciste eso,
papi?”, le preguntó Alicia, quien
tomó a la beba en brazos y escapó, junto con La Turca, quien estaba herida en
una pierna.
Los policías se dividieron en
tres grupos: dos detrás de cada una de ellas y el tercero en torno de Urondo, a
quien golpearon en la nuca con la culata de un fusil. Ahualli ingresó en una
vivienda, escapó por los fondos y subió a un trolebús que pasó por la esquina
en la que seguía detenido el auto de Urondo, así pudo
alejarse sin que la detectaran.
Alicia intentó hacer lo mismo
luego de entregar la bebita a un vecino, pero no encontró una salida y fue
detenida por los policías que la perseguían. La bebita fue derivada por la
justicia federal como NN a la Casa Cuna, entonces
intervenida por un coronel. De allí la recuperó su abuela materna, Teresa Raboy
antes de que la entregaran a una familia militar. Beatriz Urondo consiguió que
los militares le entregaran el cadáver de su hermano.
En las audiencias, el médico
forense Roberto Edmundo Bringuer, declaró ante el tribunal que, de acuerdo con
la autopsia que hizo el 17 de junio de 1976, Paco murió por un traumatismo
encéfalo-craneano, con hundimiento de cráneo, y que no presentaba
ninguna herida de arma de fuego ni esquirlas de proyectil ni presencia de
veneno alguno.
LA REPARACIÓN
HISTÓRICA
En 2011, varios
policías fueron condenados por su muerte y la de otras 23 personas. Las penas
máximas recayeron sobre el ex comisario inspector Juan Agustín Oyarzábal,
el ex oficial inspector Eduardo Smahá Borzuk, el ex subcomisario Alberto
Rodríguez Vázquez y el ex sargento Celustiano Lucero. El ex teniente Dardo
Migno recibió 12 años de cárcel.
Frente a un
centenar de personas de pie, en silencio, unos con puños cerrados, otros con
fotos de sus seres queridos en alto, apretados
detrás del blindex que los separaba de los victimarios, el juez Juan Antonio
González Macías leyó el veredicto. Era ese el primer juicio por crímenes de
lesa humanidad en la ciudad de Mendoza: prisión perpetua en cárcel común para
cuatro ex miembros del D2 de la policía provincial, y 12
años de prisión para un militar imputado en un solo caso.
EN EL CINE
El cine recoge su historia en Paco Urondo, la palabra justa (2004), cuya dirección y guión estuvo a cargo de Daniel Desaloms.
Es un documental que reconstruye,
a 27 años de su asesinato, muchos aspectos
de la vida del poeta. Incluye reportajes a su hermana Beatriz, a su hijo Javier
y a su hija Ángela, esta última sobreviviente al momento de la muerte de su
padre y del secuestro y asesinato de su madre. Son sus protagonistas: Beatriz, Ángela
y Javier Urondo (hermana e hijos de Paco), y los actores Juan Leirado, Cristina
Banegas, María Ballester, además de los periodistas Horacio Verbistsky, Miguel
Bonasso y el crítico literario Noé Jitrik
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-178420-2011-10-07.html
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