El 9 de junio de 1983
muere Juan Enrique Guglialmelli
“EL ÚLTIMO GENERAL
SANMARTINIANO”
por el camino de Mosconi,
Baldrich y Savio
“Las fuerzas armadas de las repúblicas latinoamericanas, factores
activos y dinámicos de la seguridad nacional, tienen como tarea fundamental una
misión pacífica aunque esencialmente combativa: constituir el escudo protector
y, en muchos casos, la vanguardia de la lucha de todo el pueblo por asentar la
soberanía y la autodeterminación nacional a través del desarrollo acelerado de
la economía y de las formas superiores de la convivencia social”
Juan Enrique Guglialmelli
En la complejidad de nuestra turbulenta historia, fueron
pocos “los generales” que se destacaron como fervientes defensores de nuestra
soberanía, de nuestras riquezas, apoyando una política industrialista de
protección de las economías nacionales contra los monopolios internacionales,
la justa
distribución de la riqueza, por aumentos de salarios, desgravaciones
impositivas y protección las empresas nacionales. Se destacaron en ese largo recorrido
del tiempo, además del general San Martín, otros como: Artigas, Bolívar, Savio,
Mosconi, Baldrich,
Perón y unos pocos más, todos pensando en los caminos de una anhelada “Patria
Grande” en la que todos soñamos. Guglialmelli se encuentra en esa lista.
SU TRAYECTORIA:
Nacido en San Martín, provincia
de Buenos Aires, en 1917. Hombre de carrera militar, político y defensor del
patrimonio nacional. Entre 1958 y 1959 está a cargo de la Secretaría de Enlace
y Coordinación de la Presidencia de la Nación. En 1963, es comandante de la VI División de Infantería de Montaña,
y un año después director de la Escuela Superior de Guerra. En marzo de 1964,
en el discurso de inauguración de sus cursos reivindica a Baldrich y Mosconi en
la defensa de nuestro petróleo, al igual que a Savio y la siderurgia. Las
Fuerzas Armadas deben estar al servicio de la política nacional, entendida esta
como la promoción del “desarrollo económico social, en la profundidad de sus
estructuras, a través de las industrias pesadas y de otros factores básicos, y
mediante las obras de bien público; estimular la investigación científica y
técnica; acrecentar nuestros valores espirituales y culturales; y respetar la
Constitución Nacional y al poder legal y legítimamente constituido”.
En 1965, es nombrado jefe del
Estado Mayor del Comando de Institutos Militares. Hasta que en junio de 1970 es
designado secretario del CONADE (Consejo Nacional de Desarrollo) donde se
enfrentó a las políticas liberales del ministro de Economía
Moyano Llerena. Guglialmelli propone, otra vez, una política industrialista con
medidas como aumentos masivos de salarios, desgravaciones impositivas y
protección a la empresa argentina, así como también sugiere la nacionalización
de los depósitos bancarios. El 3 de noviembre de ese año renuncia al cargo
denunciando la acción de los monopolios internacionales. A partir de esta
experiencia publica su libro “120 días en el gobierno”.
En 1971 ya es General de División retirado. Funda el
Instituto Argentino de Estudios Estratégicos y Relaciones Internacionales.
Publica la revista “Estrategia”. Desde allí defiende nuevamente el
proteccionismo industrial. En abril de 1971, insiste y denuncia la
extranjerización de la economía a consecuencia de la política de Krieger
Vasena, y da a conocer una declaración en la que advierte sobre la situación de
retorno a la “década infame”: “El proceso de desnacionalización de empresas
prosigue a despecho de la grita antimonopolista y de las invocaciones
presuntamente nacionalistas”, denunció el modelo económico de apertura y “de
competencia exterior como estímulo a la ‘eficiencia’” que conlleva la
decadencia económica del “empresariado nacional que soportó y soporta la feroz
ofensiva de los monopolios”, y por el cual “los sectores obreros y de la clase
media dependiente, ante el deterioro de sus ingresos reales no tendrán otro
camino que el de la violencia”. Defiende los “recargos aduaneros” y el poder
nacional de decisión. Y alerta sobre el regreso del régimen y el contubernio y
una nueva Unión Democrática que, con maniobras,
intenta que se “margine al pueblo o desconocer la existencia del peronismo y de
su jefe Juan Domingo Perón”. “Al acuerdismo y al contubernio, hay que oponer la
alianza de todos, de los hombres, de las mujeres y de los jóvenes, que están
empeñados en la liberación social y la independencia nacional de nuestro
pueblo”.
LA REVISTA ESTRATEGIA
Santiago Hernández y Gustavo Reyscher compilaron los
artículos de la Revista "Estrategia" aparecidos entre mayo de 1969 y
agosto de 1980. A través de sus líneas el lector puede encontrarse con el
pensamiento estratégico de especialistas en geopolítica nacionales y
extranjeros. Su director, el general
Guglialmelli escribió sobre la necesidad de un pensamiento estratégico en
materia de Seguridad y Desarrollo para resguardar el interés nacional. Durante
los diferentes contextos históricos en que apareció la revista (la Revolución Argentina de Onganía, el tercer gobierno
de Perón y el "Proceso"), pueden rescatarse como ejes temáticos la
misión de las Fuerzas Armadas en los países que luchan por su desarrollo o
liberación y la integración regional. Para ello, investigaba los problemas
limítrofes de la región; las posibilidades de integración económica, social o
cultural; los proyectos hidroeléctricos conjuntos; el autoabastecimiento
energético –gasífero o petrolero–; o las intervenciones extranjeras en las
decisiones de la región, como forma de intervención de los monopolios
internacionales.
Defensor de una geopolítica nacional que revalorice el
territorio, el sector energético y la minería, ambos vinculados al desarrollo
industrial, “rubros básicos del potencial económico”, en contradicción con el
sistema vigente de producción agropecuaria de la pampa húmeda, con las comunicaciones
centradas en Buenos Aires y el “poder político controlado por los intereses
agro-importadores” y de “acentuada dependencia foránea”.
Su nacionalismo económico, la defensa del patrimonio
nacional, de la industria, la distribución de la riqueza y el desarrollo
integral de la sociedad, sus preocupaciones por la liberación nacional y su
consecuente crítica y denuncia de las políticas económicas liberales y la
extranjerización del país, así como su oposición a cualquier uso de las fuerzas
armadas como instrumento de represión contra el pueblo, le merecen el
reconocimiento de los argentinos.
Desde las primeras páginas de este órgano, Guglialmelli deja
en claro cuál debe ser la línea editorial para aquellos escritores, militares o
civiles que contribuirán a lo largo de su aparición. En cuanto al régimen de
publicación, era de carácter bimestral y tuvo
existencia entre los años 1969 y 1983.
EL CEMIDA
El Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA)
fue una organización formada por militares demócratas en 1984, hastiados de
golpes de Estado y sistemas dictatoriales, avergonzados de la impunidad de
algunos delincuentes que, con su accionar, pretendieron mimetizarse con las
instituciones que sus conductas habrían deshonrado,
con el fin de promover el espíritu de democracia y legalidad en las Fuerzas
Armadas argentinas.
El CEMIDA se destacó por mostrarse muy favorable a que se esclarezca quiénes fueron culpables de
delitos aberrantes, y que esos reciban las sanciones que las leyes determinan y
así el resto de los militares queden libres de toda sospecha y hayan recuperado
la admiración y respeto de la ciudadanía a las fuerzas desde un espíritu basado
en el código de conducta que les diera José de San Martín.
Osvaldo Bayer sostiene que cuando
se formó el CEMIDA, esos oficiales no fueron los que dieron los lineamientos para el futuro de las Fuerzas
Armadas argentinas. Siguiendo el ejemplo del gobierno de la nueva Alemania pos
nazista, que justamente eligió a los pocos oficiales que se habían jugado
contra Hitler, para dar las bases de lo que iba ser la actual Bundeswehr.
Pero ni Alfonsín, ni Menem recurrieron a ellos. Al contrario, se los aisló; los
medios de prensa apenas si los mencionaban, a pesar de que dieron conferencias
de alto valor donde se resaltaba la ética que debía tener un nuevo ejército en
la democracia.
Integraron esta organización entre otros: Jorge Leal Juan
Jaime Cesio, Horacio Ballester, José Luis D'Andrea Mohr, y seguramente Guglialmelli
de haber vivido en la época de su fundación también
lo habría integrado.
En abril del año 2012 el CEMIDA decidió autodisolverse,
ceder la guarda de todo su material a la secretaria Elsa Bruzzone, e
iniciar una nueva organización que se llama "Centro de Militantes por
la Democracia Argentina", conservando así la sigla CEMIDA pero
pudiendo admitir ahora todo tipo de miembros, no exclusivamente militares.
Sin embargo y como reflexión final, para Elsa Bruzzone: “La presión del gobierno norteamericano
sobre los países iberoamericanos fue constante, para permitir que las FF.AA.
realicen tareas de seguridad con la excusa del narcotráfico y el terrorismo”. Lo
que crea un problema adicional.
Miguel Eugenio
Germino
Fuentes:
- Galasso N. y Javier Azzali, Los
malditos, vol. III,
pág. 124, Ediciones Madres
de Plaza de Mayo.
- http://www.cemida.com.ar/cemida.htm
- https://cdsa.aacademica.org/000-036/910.pdf
- https://www.conclusion.com.ar/politica/economia/a-los-de-la-mesa-de-enlace-militar-les-encantaria-ser-una-estrella-mas-de-la-bandera-de-ee-uu/11/2020/la-poblacion/
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