EDITORIAL AL Nº 330 – DICIEMBRE 2022
Nuevamente el almanaque marca otro mes de diciembre –el nº 29 para nuestra publicación–. Año en el que corrió
bajo los puentes un caudal adicional de agua, el
primero de la post pandemia, aunque teñido de tensos nubarrones que marcan una
etapa de violencia, tal vez la más grave al menos en los últimos años.
El intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina, una verdadera tentativa de
quebrar el orden constitucional, con bolsas mortuorias, teas incendiarias
arrojadas a la propia Casa de Gobierno, una guillotina fabricada por el grupo violento “Revolución Federal”, con el “carpintero” Morel asistido financieramente por la familia Caputo, del riñón más íntimo del poder macrista… y para la Justicia no pasa nada.
Sin embargo, no todas son pálidas, en una América –también convulsionada– que busca ocupar un
lugar preponderante en el complejo mundo teñido por la guerra en Ucrania, una
América en la que renacen nuevos gobiernos progresistas.
Colombia y Brasil, fueron los últimos.
“Eppur si muove” (“y, sin embargo, se mueve”,
en castellano), fue la frase atribuida a Galileo Galilei, después de abjurar de
la visión heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición.
Tal afirmación –cierta, o no–, en el año 1633, fue una realidad, ya que
todo está en constante movimiento, entre un antes y un después, que también en
política tiene su correlato.
Se mueve todo en el mundo… se mueve en América… se mueve en nuestro país,
el “sin embargo se mueve”, aunque la necedad pretenda ignorarlo, no es posible volver atrás la
rueda del tiempo… y tampoco en política se puede.
Los hechos históricos continúan sucediéndose, en un tal vez lento pero
irreversible acontecer hegeliano, en su eterna lucha entre contrarios, para
devenir en una síntesis final diferente.
Como no es posible volver a la esclavitud –aunque algunos lo añoren–, hoy por hoy, sería absurdo
pretender quitarles a los trabajadores sus
conquistas logradas, por más que lo intenten.
Hoy por hoy, el trabajo justamente remunerado es
un derecho adquirido, ya que pasa por la redistribución de la riqueza entre el capital y el trabajo en una proporción equitativa: “el fifty-fifty” (50 y 50) de la liturgia
peronista, que reclamaba Perón y que, tras la
dictadura y posteriores gobiernos (como de la Rúa-Cavallo-Bullrich, o Juntos por el Cambio) desequilibraron.
Por eso no existe Fondo Monetario alguno –que muy a su pesar– pueda “ajustar” los ingresos
logrados con sudor, lucha y sangre trabajadora.
Todo radica en la relación entre la producción, los salarios, los precios
y las ganancias que fijan y regulan los sectores más recalcitrantes del
empresariado, desde los resortes del poder. Allí radica la cuestión.
El salario real de los trabajadores en el mismo período descendió a
valores reales.
Allí radica la cuestión, y allí radica a su vez la depreciación del
salario real, ¿cuánto crecieron (real) las jubilaciones?
¡¡¡Repetimos!!! La cuestión es la relación: salario-precio-ganancia, lo demás es fulbito para la
tribuna.
Con la nueva receta de “precios
justos”, ¿lograrán “ponerle el cascabel al gato”, al
menos por 90 días?, aunque empecinados en negar un aumento general de suma fija
y sin “mano dura”, la inflación se comerá
rápidamente los aumentos logrados.
Mientras continúa con el acecho del FMI, con políticas de ajuste, y
volver a las desaparecidas AFJP, que se quedaban con el 31% de los aportes de
los trabajadores como comisión de administración. Y privatizarlo todo y despedidos
masivos, además de ajuste ¡De terror!
Hace falta recuperar la soberanía y resguardar
los recursos nacionales: el petróleo, el litio, el gas, el agua, la hidrovía del Canal Magdalena –para acceder a aguas profundas
sin pasar por Uruguay– y el Gasoducto “Néstor Kirchner”.
¿Podrán?... ¿Se lo
permitiremos? ¿Los elegiremos?
Hasta la Próxima
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