sábado, 31 de diciembre de 2022

PERÚ: FRAGILIDAD MAS REPRESIÓN


 

La fragilidad política de Perú

 

La esperanza por el origen humilde del presidente Castillo se consumió pronto. No hubo forma que el nuevo mandatario lograra una base política para sostenerse con solidez. Apenas asumido, se alejó el partido que lo había llevado al poder y esto convirtió al gobierno peruano en un sitio de intrigas más parecido a una serie de Netflix que a un poder ejecutivo soberano.

Durante su breve mandato, el presidente de Perú fue sorteando las distintas hostigaciones del Parlamento que buscaron destituirlo. La última se suponía que tenía el mismo destino de fracaso, pero tal vez una operación política encubierta logró convencer al entorno de Castillo que iba a ser destituido. El mandatario quiso anticipar la jugada, pero el autogolpe pronto quedó vacío de apoyo.

Así, Castillo comparte cárcel con Alberto Fujimori, el primer mandatario que encabezó un autogolpe en Perú. La nueva presidenta tampoco tiene asegurado un tiempo de mandato definido, si bien el que ahora cumple debería terminar en 2026, la inestabilidad y la violencia desatada en las calles peruanas llevaron a Dina Boluarte a anunciar elecciones para el año que viene.

Más allá de los nombres, todas estas idas y vueltas prolongan una crisis que es previa a la asunción de Castillo y se inició en 2018 con el ex presidente Kuczynski que renunció por numerosas denuncias de corrupción y también por el asedio de un Congreso que igualmente le era hostil.

De final abierto, la crisis política de Perú parece no tener un horizonte de solución inmediato, todos cuidan su quintita y nadie arriesga nada. Enorme desafío para una presidenta que vive el día a día y trata de sobrevivir como puede.

                           Pablo Salcito




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