miércoles, 28 de junio de 2023

HISTORIA DE LA ESQUINA CORRIENTES Y SALGUERO


 

Mi historia junto a Hijos de Isidoro Grillo S.R.L., en Corrientes y Salguero

El 13 de julio de 1959, próximo a cumplir mis 17 –hace ya 64 años– ingresé al local de la Quesería “La Renaciente” de Hijos de Isidoro Grillo SRL, negocio que se encontraba en la esquina de Corrientes 3892 (y Salguero) y que finalizaba en Salguero 591, con una entrada de vehículos, que aún se conserva y su fachada con algunas modificaciones.

Mi trabajo inicial fue de cadete en la parte administrativa, donde trabajaban cuatro empleados, de los que conservo un muy grato recuerdo. Mientras estaba en la oficina, sin salir a hacer trámites en la calle, mi tarea era, entre otras, hacer café instantáneo; esto me costó mucho, no fue nada fácil, ya que tenía un compañero que me “controlaba” la forma de batir el café y también el color “dorado” que debía lograr para recién luego echarle el agua; debía mostrárselo para que finalmente lo aprobara. Éste fue el recuerdo del inicio de mis tareas, después vendrían otras.

Ese día fue el comienzo de lo que serían 18 años de mi vida, en aquel tiempo formaría mi familia y tendría muchas etapas para guardar entre mis mejores recuerdos.

                                   VIEJA FACTURA DEL AÑO 1968.



La empresa estaba compuesta por cuatro hermanos (Natalio, Vicente, Luis y José Grillo) y una hermana (Isabel Grillo de Federico). Los varones eran los que realizaban las tareas necesarias en la empresa, que era una de las exportadoras de queso de pasta dura más reconocidas del ramo en el país.

Los quesos se producían en las fábricas ubicadas en Córdoba y Buenos Aires, en campos propios. Se recibía la producción y en el subsuelo, que abarcaba toda la esquina, se estacionaban hasta llegar a la maduración adecuada para cada tipo de queso.

Todo el tiempo que trabajé en la empresa, hasta el 22 de octubre de 1977, fue “estar en familia”.

De parte de los dueños existía para el personal administrativo –que se fue incrementando año a año hasta llegar a diez–, muestras permanentes de respeto y cariño. No pasaba un cumpleaños de cualquiera de nosotros que no fuera festejado en un salón comedor que tenían para reuniones. Se hacían asados y comidas preparadas por amigos de los dueños. Ya estábamos trabajando en el local anexado de Salguero 583 (planta baja y 2 pisos), donde estaban las oficinas.

Como es de imaginar, en ese tiempo he vivido momentos alegres y otros no tanto, porque las circunstancias de la vida así lo exigieron.

Al retirarme continué en contacto con varios ex compañeros e incluso con alguno de los dueños. Ya estaba trabajando en otra empresa, cuando en 1982, me fui enterando de que la firma se disolvía por el fallecimiento de los dueños, lo que me causó gran pena. Por suerte puedo continuar en contacto con dos descendientes de uno de ellos.

La vieja factura del año 1968 de mi compra, vale como recuerdo del valor que tenía en esa época.

 

                      Héctor Rebasti




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