Gardel, ídolo del
Abasto en el cine
Quiero hacer notar las expresiones de los distintos actores y
actrices que acompañaron a Gardel en su trayectoria en el cine, valorando, de
esa forma, la calidad interpretativa del máximo cantor.
Años 1931, 1932, 1934 y 1935
Comienzo por la película “Las luces de Buenos Aires” con la feliz
expresión y muestra de admiración que
siente Pedrito Quartucci, junto a Gardel, cuando éste
interpreta “Tomo y obligo”. Algo parecido sucede, en la misma
película, cuando canta “El rosal” en la forma que lo escucha Sofía Bozán junto a un
grupo de extras.
En “Espérame” canta, ante la
admiración de Goyita Herrero y Lolita Benavente, dos tonadas que hicieron época y quedaron grabadas
en la historia discográfica y en la trayectoria artística de Carlos Gardel, “Estudiante”
y “Por tus ojos negros”, con el entusiasmo espontáneo de parte de
los extras que trabajan en la película.
En “Melodía de Arrabal” es interesante
ver a Imperio Argentina cómo observa con
una calidez y un especial interés a Gardel cuando interpreta temas como “Silencio”,
“Melodía de Arrabal” y “Cuando
tú no estás”. Demuestra, de esta forma, la calidad interpretativa
que tenía Don Carlos Gardel y cómo ello
era valorado por su compañera de reparto.
Las expresiones en sus ojos, su sonrisa y cómo trata de que los chicos que la acompañan sientan lo mismo que ella, es realmente agradable y se debe testimoniar a esa gran actriz nuestro afecto por lo que sentía por el Gran Carlitos. Esta demostración de Imperio Argentina no sólo es patrimonio de ella, sino que creo obedecería a una cualidad contagiosa que poseía Gardel, ya que en el caso de Mona Maris ella también en la película “Cuesta abajo” adopta una demostración casi similar al escucharlo cantar “Amores de estudiantes” y también en la dramática escena donde Gardel interpreta, precisamente “Cuesta abajo”.
Conviene también rescatar el caso de Rosita Moreno cuando Gardel en “El día que me quieras” interpreta “Guitarra, guitarra mía” o cuando lo hace con la canción que da nombre a la película donde ella demuestra un interés especial al escucharlo y a su vez admirarlo. No se puede dejar de mencionar cuando interpreta el tango “Sus ojos se cerraron” donde, al finalizar, los técnicos de Paramount se acercaron a saludarlo por la emoción que sintieron cuando lo interpretó.
En “El tango en Broadway” no se puede dejar de recordar a Blanca Vischer cuando llega corriendo debajo del balcón donde Gardel está interpretando “Soledad”, ella con su mirada llega al éxtasis y sus ojos brillan por la emoción que siente al estar escuchando a alguien que era un fuera de serie con su forma de cantar.
Cómo voy a dejar de recordar a Vicente Padula en “Cuesta abajo” cuando Gardel canta, nada más y nada menos que “Mi Buenos Aires querido”, allí se demuestra lo que afirmo más arriba respecto a la atracción que ejercía Gardel sobre sus ocasionales compañeros de películas que debían acompañarlo en el momento que interpretaba una canción. En “Tango Bar” Tito Lusiardo escucha, en la baranda del barco, “Por una cabeza” y allí se prende a la letra que canta El Zorzal; es increíble y admirable verlo como siente la interpretación que hace El Maestro.
Entiendo que las expresiones de todos estos intérpretes no pudieron ser “impuestas” por los directores, ya que eso, a mi entender, debe ser lo que cada uno siente al oír cantar de la forma en que lo hacía Gardel.
Héctor F. Rebasti
Gardeliano
hectorrebasti@gmail.com
1 comentario:
Un punto de vista que contribuye a enriquecer la percepción de quienes conocemos la filmografía de Gardel. ¡Muy buen aporte!
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