Hay bandas que todavía conciben el rock como lugar de
resistencia. Así lo hace, desde el under. La
Condena de Caín, formada en 2004 a partir de la fusión de dos grupos: La
Condena de Sigfrid, de Capital Federal, y La Marca de Caín, de Puerto Mádryn.
Los integrantes del ascendente conjunto son: Daniel Jinkis (batería),
Héctor Cantín (saxo), Marcelo Di Giovanni (bajo), Matías Westerkamp (guitarra)
y Sawa Mielnik (voz), quienes ensayan dos o tres veces por semana en una
pequeña sala de Almagro, trabajando
en el próximo disco.
En 2005 editaron un EP de difusión con
cinco temas; el más representativo esSueños
de un mañana sin presente. Dos años después, lanzaron su primer LP, Nuestra negligencia resulta sospechosa,
donde se evidencia una instrumentación elaborada y un espíritu oscuro en las
letras. En este disco se reivindica un sonido retro: el rock de los ’70. La
mayoría de las canciones gira en torno a la cuestión de la alienación que
–sostiene la banda- provoca el capitalismo, la esclavitud del hombre ante el
sistema, ilustrado en canciones emblemáticas como Tan free shop, Lucifer del
paraíso, Amor-lapsus y Café negro.
En 2010 apareció su segundo disco, En el letargo de los pensados, donde se
tomó como punto de referencia el tópico de la manipulación que –supuestamente-
ejercen los medios de comunicación. De acuerdo a la definición de la banda, los
pensados son “aquellos que no hablan por sí mismos sino que son hablados por
los medios y la ideología dominante”. En este sentido, sobresalen los temas: Lo inerte y lo real (o sobre cómo apropiarse
de la verdad), Hombres de ciencia
ficción, Mosquito y Susurro de un náufrago. En este disco,
puede escucharse un conjunto más amalgamado y un mayor cuidado en los arreglos.
Participaron como invitados Sergio Dawi (Los Redondos), Kubero Díaz (Los
Abuelos de la Nada), Martín Pantyrer (Escalandrum) y Joana Gieco, entre otros.
En ambos trabajos asoma un mensaje
contestatario que alude al conformismo, la soledad, la apatía, la desesperanza,
la opresión. Al decir del grupo, el primer disco es más violento, más rockero,
en cambio, el segundo es más cancionero y elegante. El guitarrista Matías Westerkamp reflexionó al
respecto: “Las letras tienen que ver con cómo nosotros vemos
la vida y el mundo de hoy. No da para estar contentos. Para mí, el rock no es
alegre, siempre fue más bien una música violenta, de remarcar cosas que no son
las más lindas, es sacar la mugre. Últimamente
se perdió mucho eso y se escucha rock como una música festiva del momento”.“Tenés que estar atento a ver qué cosas te
sensibilizan. Los temas se generan solos, te encuentran a vos”, añadió
el baterista Daniel Jinkis.
En su obra se reconocen fuertes influencias de Los Redondos,
Sumo, Pink Floyd, Led Zeppelin, Jimmy Hendrix, Radiohead, The Doors, Foo
Fighters. En las letras prevalece una búsqueda poética inspirada, sin duda, en
el estilo del Indio Solari. “Es algo espontáneo, uno no elige qué
escucha, son sentimientos que en la vida te llevaron a identificarte con
ciertos mensajes y con cierta música”, explicó Jinkis. Sin embargo, su
compañero Westerkamp aportó otra visión: “Lo que une estas influencias es algo
absolutamente político. Lo que me identifica con las bandas que me gustan es
una forma de ver la vida. Mi lugar siempre va a estar en el rock, es el único
lugar donde yo realmente me siento cómodo, donde uno está a gusto con los
valores que se manejan”.
Habitualmente, La Condena de Caín se presenta en importantes
locales de la Capital y también en el sur y oeste del conurbano. Según el
baterista, la banda suma popularidad porque “la gente se siente identificada
con los temas que tocamos. Lo importante de las canciones es que te muevan algo
a nivel sentimental. Como músico, uno sublimaciertas cosas que llegan a la
gente”, expresó.
Sus discos no cuentan con el patrocinio de ningún sello sino
que son autogestionados. La intención es sobrepasar el under pero no a
cualquier precio, pretenden crecer sin renunciar a los valores que defienden. “Nadie
nos va a venir a decir que en un disco tal canción entra o no. Ese es el lugar
de libertad que tiene uno, que le permite jugar. Ese lugar no se negocia”,
afirmó tajante el guitarrista.
Los que más componen son Westerkamp, Jinkis y el cantante
Mielnik –arman los bocetos- pero, en definitiva, en el producto final, terminan
participando todos.El año pasado el grupo lanzó el tema Un común más, que formará parte del próximo disco, aún sin fecha de
salida. En cuanto al futuro de la banda, Westerkamp señaló optimista: “En
el escenario nosotros trasmitimos algo, trasmitimos energía. Está pasando algo
ahí y es un momento irrepetible. Si eso se sigue dando, vamos a seguir adelante”.
Sus
próximas actuaciones serán el 4 de Mayo en El Camino
(Lomas del Mirador) y
el 9 de junio en Drunf (Gerly)
Laura Brosio
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