LA COMUNIDAD SUBE A ESCENA
Adriana Grinberg |
“Hacer
teatro en el contexto actual es ofrecer y darse la oportunidad de expresar el
mundo sensible en el cual vivimos. Es contar y pintar esa aldea que nos toca habitar”.
Así lo afirma Adriana Grinberg,
docente y directora teatral del barrio de Balvanera,
quien, desde hace veinte años, coordina talleres de improvisación teatral con
técnicas corporales y expresivas, dirigidos tanto a actores como a principiantes.
En los talleres la gente puede aprender a improvisar, a actuar en función de
crear escenas, para luego poder representarlas frente al público. “Es
muy divertido porque hay muchos juegos expresivos, mucha comunicación,
aprendizaje de cómo instrumentar la palabra, desinhibición, desbloqueo de las
tensiones. El teatro se aprende con el oficio. Por eso, apenas llega un actor,
nosotros proponemos que a los dos, tres meses, ya suba al escenario para que
empiece a tener una experiencia directa con el público, que muestre su trabajo”,
comenta satisfecha la directora.
La labor de la docente parte de la
siguiente premisa: la improvisación es la herramienta fundamental para el
oficio de la actuación y sirve para que el alumno pueda recorrer toda la gama
de posibilidades entre lo cómico y lo trágico. De esta manera, su teatro está
lejos de la rigidez y apuesta a la experimentación, la creatividad, la soltura
y el vínculo con el otro. Se apela a recursos como el naturalismo, la
biomecánica, el distanciamiento, el clown, el ritmo y las energías. Generalmente,
el taller empieza a principios de año con una improvisación basada en un tema
elegido por los actores y a fin de año se termina conformando una obra
completa; hay partes de la improvisación que quedan, y, al mismo tiempo, se van
enriqueciendo con alternativas que surgen de nuevas improvisaciones.
Grinberg se ubica
dentro de la franja de teatro comunitario porque opina que el teatro tiene que
ser inclusivo. “Cualquier persona puede hacer teatro como una vivencia personal que se
busca y se desea. El teatro tiene que ser para todos, no para
unos pocos”, sentencia. El grupo suele participar en actividades a
beneficio en teatros o instituciones de la ciudad y el conurbano.
Adriana y elenco |
En 1996
constituyó la cooperativa La Sangre de
Balvanera con integrantes de su taller, cuando el Instituto Nacional de
Teatro –encabezado en ese momento por Lito Cruz- lanzó el Plan Cien Ciudades Cuentan su Historia. Ante el pedido del
prestigioso actor, ella dirigió la historia de Balvanera a través de tres obras: Espíritus
de Balvanera (1996), espectáculo callejero y de salón; Cuerpos míticos (1997), homenaje a los desaparecidos, y Un infantil (1998), espectáculo callejero.
La primera obra se refería a la fundación del barrio, duraba como cuatro horas
y tenía sesenta actores en escena. “Salíamos de un galpón situado en Sarmiento y
Callao con una especie de murga, con todos los personajes que habitaron
Balvanera: los monjes, Don Antonio Varela, el fundador. Recorríamos todo Perón,
ingresábamos a la Plaza Miserere, donde se desarrollaba el momento de la
fundación hasta el nacimiento de Gardel. El cantor aparecía representado por
dos zanquistas que hacían malabares y cantaban ‘Mi Buenos Aires querido’”,
recuerda Grinberg con una sonrisa.
Entre las
obras ofrecidas por la cooperativa -que desde 2011 se llama La Bolsonera- se destacan Ejercicio
País (Todos los años en su taller
desde 1999); Impro teatral teatral, eh!?
(2002-2004); Acto B (Comedia metafísica)
(2003-2004); Quién mató a María Marta?
(2005); Conventillo.com, neosainete en
construcción (2006); Depto 8 (2007-2008);
La ferretería, Escenas en construcción (2009);
La playa (2009); El Ojo de la Verdad (2010); El
borde del ser nacional (2010) y Pasiones
encontradas en bares de Buenos Aires (2011). Las obras tratan sobre
conflictos y devenires sencillos de nuestra gente y abarcan diversos géneros.
La cooperativa trabaja
con la modalidad de Escenas en Construcción, un procedimiento de improvisación teatral: “Nosotros hacemos improvisaciones y en un cierto momento le preguntamos
al público qué decisión debe tomar el protagonista, que luego hace lo que la
gente le contesta. Es una técnica que implementé yo, que está basada en la
relación directa que el clown tiene con el público. Así, el espectador va
construyendo el destino posible de los personajes. La gente responde
maravillosamente, sobre todo los chicos”, explica la docente.
Actualmente, el
grupo está presentando Sección Vermouth
en el Teatro Verdi de La Boca una vez por mes. Asimismo, está ensayando un
clásico de nuestra dramaturgia, Made in
Lanús, que todavía no tiene sala ni fecha de estreno.
Grinberg cierra
la charla con una definición contundente: “El público estructura y condiciona al
teatro porque, en realidad, el que termina de armar la escena en su cabeza es
el espectador. Para mí, el primer actor es el espectador porque sin la mirada
de él no se puede construir la escena”.
Laura Brosio
No hay comentarios:
Publicar un comentario