EDITORIAL 211 –
OCTUBRE 2012
Carlos
Saúl Menem,
al asumir su primer período presidencial el 8 de julio de 1989 había
proclamado, entre otros conceptos, que lo siguiéramos, que no iba a
defraudarnos y parafraseando al poeta puntano Antonio Esteban Agüero dijo que gobernaría para “los
niños pobres que tienen hambre y para los niños ricos que tienen tristeza”.
Pronto se olvidaría de la frase
que muchas otras veces repitió en los discursos. Gobernó no sólo para los niños ricos que tenían tristeza, sino también para sus padres, que además de
tristeza tenían grandes fortunas. Gobernó para las empresas poderosas, como un
“CEO” gerenciador de los intereses extranjeros.
Liquidó de un plumazo a todas las
empresas públicas; las remató al mejor postor. Por entonces a la oligarquía –nada
le importaba el patrimonio nacional– estaba
encantada de la vida, y con el dólar uno a uno viajaba al exterior, compraba,
derrochaba, mientras aquí en casa, continuaba explotando a sus trabajadores.
A ningún espécimen del barrio norte, de Belgrano, Palermo, Olivos y
Vicente López, se les hubiera ocurrido blandir una cacerola (entonces no
abundaban las de teflón). Simplemente acumulaban a costa de los “niños pobres que tenían hambre”. Así,
el país se fue a “los caños”, sin industrias, endeudado y sin el patrimonio
nacional. Los padres de los niños
pobres, se quedaron sin trabajo.
Cuando le tocó el turno presidencial a De la
Rúa, heredó no sólo las mañas menemistas, sino también su superministro de
economía Domingo Cavallo (Minguito para los amigos, Nefasto, para el pueblo).
Continuó con la
política de calmar la “angustia de los
padres de los niños ricos”, hasta que en una “noche de cacerolas” voló en
helicóptero, luego de dejar un tendal de muertos en Plaza de Mayo. Entonces las
cacerolas de teflón se mezclaban con modestas cacerolas de aluminio barato.
A De la Rúa no lo aguantaban más
ni los pobres que quedaron “en la lona”, ni los que habían perdido sus ahorros
de una vida. El gobierno de entonces y su sucesor, Duhalde, privilegió el
interés de los bancos en detrimento de los medianos y pequeños ahorristas. Los
grandes, avisados a tiempo, habían sacado sus dólares al extranjero. Igual que
hoy en Europa, se salvó a los bancos y se dejó hundir al sector del pueblo
menos favorecido.
Cuando asumió Néstor Kirchner el
país estaba en ruinas, y el nuevo presidente emprendió desde el inicio la
defensa de “los derechos humanos”. Fue todo un símbolo del porvenir haber descolgado el cuadro del dictador Videla en la ESMA. Y así comenzó
otra historia…
Hoy, cuando se están recuperando
las empresas nacionales, con YPF a la cabeza, hay más trabajo, se ha rescatado
el sistema jubilatorio de reparto, se está en proceso de desendeudamiento, hay
reservas en el Banco Central, se ha roto con el condicionamiento del FMI, y
muchos etcéteras más. Entonces, reaccionan los
padres de los niños ricos tristes y vuelven a sacar las lujosas cacerolas a
la calle.
En esta oportunidad, lucieron
hasta una champagnera de plata junto a un pañuelo blanco en la una cabeza coqueta
(un ultraje para las Madres) que decía: “Aparición
con vida del sistema republicano, se lo vio por última vez en Argentina el 25
de mayo de 2003”.
Eso junto a banderas del Amo Dólar y
hasta insignias nazis. Se lo vio
al rabino Bergman saltando al grito de: “El que no salta es un negro K”. Toda
una imperdonable vergüenza. Lo más trágico fue la indiferencia de los
participantes frente a los agravios injuriosos y racistas.
Lloran los padres, los tíos y los sobrinos ricos porque no pueden gastar
sus divisas mal habidas (evadiendo impuestos) en Punta o en Miami. Lloran los
sojeros porque les quitan un trocito de su súper ganancia, lloran y berrean, porque “la democracia” que critican
se lo permite.
Alumbra
así el “13 S” –13
de septiembre de 2012–, que pasará a la historia como “El día
agrio de la desestabilización”, esta vez acompañados por los 307 medios del monopolio
Clarín, entre otros, los que deberán
rendir cuentas el próximo 7 de diciembre, otra fecha clave, pero esta vez en favor
de “los padres y niños pobres que se recobran del hambre”.
Hasta la Próxima
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