Gardel y el Presidio de Ushuaia
MURAL SOBRE UNA SELDA DEL PASILLO EN EL PENAL |
El
pasado 9 de octubre de 2013, estando de visita en Ushuaia, decidí conocer la
famosa Cárcel y Presidio Militar. Para ello aproveché una visita guiada.
Mientras esperaba que comenzara, pude recorrer el pasillo del Pabellón 4, donde
están las celdas que ocuparon desde su construcción entre 1902 y 1911 hasta el
cierre definitivo en 1947, los centenares de presos que pasaron por allí,
muchos de los cuales fueron los mismos constructores del presidio. Esas celdas
muestran (en pocos casos) hasta sus pisos originales, otras tienen figuras,
casi reales, que representan a los que alguna vez las habitaron. Se encuentra
la del Petiso Orejudo,
asesino sádico de chicos y animales; la de Simón
Radowitzky, que mató a Ramón Falcón y la que habitó Ricardo Rojas, escritor de ideas radicales enviado allí por no
aceptar salir del país, ya que se oponía al golpe militar que derrocó al
gobierno democrático del Dr. Hipólito Yrigoyen,
entre otros más.
Entre
esos otros más, en una de esas celdas, hay un dibujo hecho en la pared del
frente utilizando la ventanita como el sombrero con la figura de Carlos Gardel,
y sobre la pared de la izquierda un cuadro enmarcado con una foto suya, a los
costados y también en la pared de la derecha, un escrito sobre vida e historia
artística del cantante, en castellano e inglés.
Llegada
la hora del comienzo de la visita guiada nos reunió la
encargada de ésta
para darnos las explicaciones de cómo iba a ser. No trato de juzgar, pero con
algunos de los gestos de la guía me puse en la cabeza esta idea: no se te ocurra decir nada porque si no te
quedas aquí dentro por un tiempo… ¡y era ese justamente un lugar adecuado
para purgar una “culpa”!
Al
término de su presentación pidió que nadie haga preguntas durante el recorrido,
con tal avidez irónica que al finalizar dijo: “¿alguna pregunta?”. Hubo un silencio total de parte de los
visitantes. Comenzamos a escucharla y después de explicar, muy bien, porque eso
consta en los folletos de la Prisión y está vinculado al tren del Fin del
Mundo, nos contó que la cárcel había sido
construida por los mismos presos, trayendo desde lo que es ahora el Parque
Nacional de Tierra del Fuego, madera y piedras. La madera procedía de los
árboles que los penados cortaban durante una parte del día, y las piedras, de
las rocas dinamitadas y rotas a pico y pala, ya que
tienen una forma adecuada para poder hacerlo así, es decir, son
parecidas a las lajas, o para imaginarlo mejor,
a un postre milhojas.
Como
se sabe, o se puede suponer, en esas latitudes en
invierno los días tienen unas 5 a 6 horas de luz mientras que el resto es noche, por eso las tareas de los
presos era limitada y “apurada”.
La
guía no hizo ninguna mención sobre la celda que alberga la figura de Gardel, simplemente la pasó de largo.
Entiendo que fue mejor así, porque tal vez no hubiese aceptado el stop de
preguntas que nos propuso al principio de la visita; en mi caso me hubiese
expresado de la forma que detallo más adelante.
Pero
volvamos al tema en cuestión.
Al
finalizar la visita, el único momento en el
que podíamos preguntar, esperé la
oportunidad para sacarme de encima un entuerto que vengo arrastrando desde hace
años y le dije: –Señorita, ¿me puede
explicar el símbolo del por qué de la figura de Carlos Gardel en una de las
celdas que pasamos al visitar el Pabellón Nro. 4?
–Porque estuvo preso aquí -me respondió.
–¿Hay documentos que avalen
dicha afirmación?
–le
dije.
–No, pero había
adulterado partidas de nacimiento de Uruguay
y de Francia –me contestó.
Claro, yo ya no podía seguir escuchando esas opiniones,
como son las que nos quieren demostrar su origen “uruguayo” (tacuarense), entonces le seguí pidiendo
documentación que lo acreditara.
–Estuvo un día… –me
contestó.
Allí
entonces le dije: Por favor, tome mis datos y diga que estuve preso un
día, como Gardel en esta prisión.
Solo
atiné a sugerir que debían rever ese tema
quienes están a cargo de la información que
proporcionan, y que consideraba una falta de respeto hacia la memoria de Carlos
Gardel utilizar su figura en un lugar donde
estuvieron los peores hasta ese entonces, asesinos y delincuentes.
Al
salir de ese lugar, que trae tristeza y horror, me permito pensar que Carlos Gardel es casi seguro, según la
información recibida de parte de la guía, viajó desde Buenos Aires (¿como
preso?) durante el tiempo que se tardaba en esa época para llegar en barco (entre
2 a 3 meses) y si había problemas de orden climático ese viaje podía demorar
hasta 5 meses.
En
ningún libro escrito por verdaderos y muy serios investigadores de la vida de Carlos Gardel (Miguel A. Morena,
Eduardo Visconti, Hamlet Peluso, Simón Collier y muchos muy bien documentados),
ha sido mencionado este “viaje”. Pero como yo soy demasiado “ingenuo“, me
pregunto: ¿no habrá sido que Carlos
Gardel viajó a Ushuaia para estar un
día en la prisión, para alegrar con su canto a los presidiarios, guardianes y
autoridades, como lo han hecho durante tantos años yendo al frente de batalla
donde estaban las tropas de los EE.UU. en distintas épocas, artistas como:
Marilyn Monroe, Bing Crosby, Bo Hope, Louis Amstrong y tantos otros más?
Claro
que ese gesto altruista de Gardel le hubiese costado mucho en lo físico y lo
anímico, ya que viajar tres meses (por lo menos) para “alegrar” con su canto a
los habitantes de la Isla, era mucho ¿no? A pesar
de que hubiese sido un bálsamo para esos separados del mundo escuchar al
Zorzal en vivo y en directo.
Comento
esta “anécdota”, en primer lugar con el deseo de
que llegue a quienes tienen la liviandad de decir lo que se les ocurre y sobre
todo por esto que forma parte del texto del artículo “Gardel pionero”, de mi
autoría, publicado en el libro escrito por el cantautor argentino, radicado
hace más de dos décadas en Italia, Diego Moreno, Cada día canta mejor mi Don Carlos Gardel, editado en italiano y
español.
Según
Moreno, “Carlos
Gardel poseía una imagen y una conducta que el tiempo no ha podido empañar y
con total seguridad se pueda afirmar que se trata de uno de los pocos sino el
único, que no tiene motivos para ser juzgado por nada ni por nadie. Ojalá
hubiese muchos “Gardel” en nuestro país”.
Esta
es mi forma de ver la vida y trayectoria de Carlos Gardel, al que lamento no
haber podido conocer. Por eso pienso que
antes de opinar algo en desmerecimiento de una persona, sea quien sea, se debe
estar seguro de lo que va a decirse. Es más, ahora recuerdo una frase de la
guía del presidio… “es un fanatismo” (el que corría de mi parte), y es verdad
porque yo estoy muy orgulloso de ser fanático
de Gardel…
Me queda como experiencia “algo amarga” haber recorrido, al
tiempo que me adentraba en su historia, un lugar emblemático en el mundo, un
presidio comparado con Alcatraz y con algún otro, por su nivel de seguridad, ya
que fugarse de allí era imposible por las inclemencias del clima, las
distancias, la dificultad para llegar a algún lugar donde hallar cobijo y,
sobre todo, por la lejanía con el continente.
Visitar
un museo nos debe dejar un caudal importante de conocimiento y no salir de allí con falencias en la
información. Por ello solicito y reclamo a quienes tienen a su cargo la tarea de
organizar el discurso del recorrido de la prisión de
Ushuaia, que nos brinden la historia fidedigna de los tesoros que guardan las
paredes de esos museos.
Me
pregunto: ¿cuál es el objetivo, el fin o no
entiendo qué otro motivo se tiene, para hacer figurar que Carlos Gardel estuvo
en esa prisión? Lo único que sé y entiendo es que Gardel no necesita que nadie le confiera
trascendencia, él lo logró por mérito propio, no de esta manera. Pido
entonces que se considere esta situación para que dejen de cometerse errores
cuando se informa la historia del presidio y de sus reclusos a los futuros
visitantes, argentinos y del mundo.
Hector Rebasti
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