EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL LIDER VENEZOLANO Y AMERICANISTA
PRESIDENTE HUGO CHAVEZ FRIAS
Compañero, camarada,
conciudadano, compatriota, nuestroamericano hasta la médula
de los huesos. Una
de las páginas
más lúcidas, brillantes
y luminosas de
nuestra Historia y
de la Historia del
mundo.
Llegué por
primera vez a
Caracas, invitada por
el Parlamento Latinoamericano para
participar en el
Seminario Internacional “El
agua que nos
une” en noviembre
de 2011. Tuve
la oportunidad de
recorrer la ciudad,
visitar los barrios
populares, participar del
encuentro de los
Consejos Comunales y
del Mesas Técnicas
del Agua con
las autoridades del
Ministerio del Agua
e HIDROVEN, en
un anticipo de que
sería luego el
“Gobierno de Calle”
implementado por el
Presidente Nicolás Maduro.
Escuché las historias
de vida, del
ayer, del presente
y del futuro,
de cómo quienes
en otros tiempos
habían sido silenciados,
olvidados, negados, esclavizados,
masacrados, habían sido
visibilizados por la
Revolución Bolivariana, que
no sólo los
había traído a
la superficie sino
que también los
había transformado en
sujetos artífices de
la Historia y en
ciudadanos con plenos
derechos. Y esto
no fue, ni, es ni
será perdonado jamás
por las élites
que otrora gobernaron
y sus seguidores. Tampoco
lo perdonó, ni
perdona, ni perdonará
EE UU, que
perdió el control
y el libre
acceso al petróleo
venezolano. Hice muy buenos/as
amigos/as. Y allí,
al inaugurar el
Seminario, en el Aula
Magna de la
Universidad Central de
Venezuela, les conté
a los representantes de
las organizaciones
y movimientos sociales
de todo el
país que años
atrás yo había escrito
un libro llamado
“Manuela Saénz:
Amor y pasión
del Libertador Simón
Bolívar”; que un
ejemplar del mismo
estaba en manos
del Presidente Chávez
(no recuerdo si
se lo entregó
mi esposo en una de sus
visitas a Buenos
Aires o si se
lo hicimos llegar
a través de
nuestro querido amigo
el General Carlos
Martínez Mendoza, actual
Embajador de la
República Bolivariana de
Venezuela en nuestro
país); que en
el Foro Mundial
de las Mujeres
realizado en Caracas en el
año 2003 ÉL
había dado su discurso
con mi libro
en sus manos, leído
algunos fragmentos y
pronunciado frases elogiosas
sobre mi
persona (ese video,
que me enviaron
amigos desde Venezuela,
es uno de
mis tesoros más
preciados); que a
raíz de ello le había
enviado numerosas cartas
y correos electrónicos
agradeciéndole ese gesto
y que deseaba
regalar a Manuela
a la Revolución
Bolivariana como un aporte
más al sueño de
unidad e integración
de Nuestra América;
pero que jamás
obtuve respuesta. Y fue
entonces, al terminar
el relato, con un ejemplar
de Manuela en
mis manos, que
les pregunté si aceptaban
mi regalo. La
respuesta, por supuesto,
fue ¡sí! Regresé a
Buenos Aires con el corazón
pleno de felicidad y con
la certeza que
el camino emprendido
por el pueblo
venezolano, de la
mano del Presidente
Chávez, era irreversible.
Regresé en julio
de 2012, invitada por
las autoridades del
Archivo General de
la Nación, que
habían tomado la edición
de Manuela en
sus manos, para
participar del II Encuentro de
los Historiadores del ALBA.
El país estaba en plena efervescencia
política, ya que en
octubre se celebrarían
nuevas elecciones. El 26
de julio fuimos
invitados/as al Palacio
de Miraflores por
el Presidente. Ese
día conoceríamos el
verdadero rostro de Bolívar. ¡Qué
fecha! Aniversario de
la muerte de
Evita, aniversario del
asalto al Moncada,
y ahora ¡por
fin! el rostro de Bolívar. Pero
había algo más.
Un coleccionista extranjero le
había hecho llegar
a sus manos,
como regalo al
Estado Venezolano, un
estuche que contenía
dos pistolas que
pertenecieron al Libertador
y que el
Presidente mostró a su
pueblo. Confieso que
se me llenaron
los ojos de
lágrimas y se
me hizo un
nudo en la garganta,
lo mismo que me está
pasando mientras escribo
estas líneas. Terminado el acto
quiso saludarnos e
intercambiar unas palabras
con nosotros. Cuando
llegó mi turno le entregué
un ejemplar de la
nueva edición de
mi libro “Las guerras
del agua: América
del Sur en
la mira de las grandes
potencias” (él ya poseía
las ediciones anteriores) y
otro libro mío: “Minería
Argentina: la encrucijada”; y
le agradecí por
Manuela. Enseguida me ubicó
y sostuvimos el
siguiente diálogo:
ÉL: Tú
eres la
muchacha que escribió sobre
ella.
Yo: Sí Presidente.
Y quiero decirle
que Manuela está
aquí y que
va a ser
editada por el
Archivo General de
la Nación.
ÉL No me
digas. Entonces Manuela
llegó para quedarse.
Yo: Sí Presidente,
está aquí y
llegó para quedarse.
ÉL: ¿Viste
el estuche con
las pistolas que
pertenecieron a Bolívar
y que seguramente
Manuelita también usó?
Yo. Sí
y estoy muy
emocionada.
Y
a continuación tomó la
caja en sus
manos, la abrió
y me dijo
que las tocara.
Le agradecí y
me retiré muy
emocionada. Lo vi tan
entero, tan fuerte,
tan bien plantado,
tan él mismo
que creí que
había ganado su
batalla. La emoción continuó
cuando fuimos al
Panteón Nacional, que
se estaba terminando de
construir. Y en los días
posteriores. Con los
primeros minutos del
28 de julio,
día de su
nacimiento, el pueblo
salió a las
calles a festejar
su cumpleaños, con
tortas con velitas,
bailes, cantos y
fuegos artificiales. ¡No te mueras
nunca Comandante! ¡Te
queremos Comandante! ¡Viva
Chávez, viva Bolívar,
viva Manuela! Eran
los gritos que
resonaban por todas
partes. Y ese
28, en plena campaña, los
festejos continuaron y el Presidente
bailó y cantó
con los músicos
populares que lo
acompañaban. No sé
si alguna vez volveré
a vivir algo así.
Mientras escribo estas
líneas me imagino
que anda por
allí con Alí Primera,
Simón Díaz y
tantos otros y
otras. Una vez
más, regresé a
Buenos Aires plena de felicidad y
alegría. Y con
más amigos/as. Y llegó
el 8 de
diciembre con su
despedida y la elección
de Nicolás Maduro
como su sucesor si
algo malo le
sucedía. Fue la
primera sombra de angustia;
luego su operación y
por último el regreso
a la Patria.
Cuando mi esposo me
informó que había
muerto, me invadieron
un dolor y una
ira que aún continúan. Y
vinieron a mi
mente las palabras de
Alí Primera hechas
canción. “Los que mueren
por la vida no deben
llamarse muertos/ y a partir
de este momento
es prohibido llorarlos….”
Retorné una
vez más a Caracas
la última semana
de mayo de
2013 invitada por
la Secretaría General
de UNASUR para
participar del Seminario
sobre nuestros recursos naturales.
Una infinita tristeza
había caído sobre
el pueblo; pero la
vida continuaba. Sentí un
profundo dolor y debo decir
que tenía un nudo
en la garganta. Me
hubiera gustado ir al
Cuartel de la Montaña
a rendirle mi
homenaje. No hubo
tiempo. El Seminario
fue inaugurado en
la sede del
Banco Central de
Venezuela por el Presidente Nicolás
Maduro. Cuando fue
elegido pensé en la pesada
cruz que cargaría sobre
sus hombros y si sería
capaz de alcanzar
a su Maestro
o aún superarlo.
(Soy de los que creen
que no
hay mayor honor, orgullo y felicidad
para un maestro/a que
sus discípulos no
sólo los/as alcancen
sino que los/as
superen; y estoy
segura de que
el Presidente Chávez
pensaba lo mismo).
Por momentos no
parecía ser Él quien
hablaba. Algunos gestos,
la manera de
pronunciar las palabras,
me recordaban al Comandante.
Observé que el Presidente era un
líder nato, poseedor de un
enorme carisma. Allí terminé
de entender por
qué había sido ungido
como el sucesor y
comprendí una vez
más que no
habría retroceso. Si
alguna duda anidó
en el corazón
de muchos/as, creo
que las mismas
han sido despejadas
sobre todo en
estas últimas semanas. ¡De
tal Maestro tal
Discípulo! Regresé con más
amigos/as en mi haber.
Comandante: descansa tranquilo en
tu amado Cuartel
de la Montaña,
desde donde velas
por tu pueblo,
por la Patria Grande
y por los pueblos
del mundo. Vives
y vivirás no
sólo en las
páginas de la Historia
sino también en
el corazón, la
conciencia y el espíritu de
tu pueblo que
es también el
mío porque soy nuestraamericana y
de todos los
pueblos del mundo. Vives
y vivirás en quienes
levantamos las banderas
de la libertad,
la independencia, la
paz, la justicia,
la igualdad, la
solidaridad, la soberanía,
de la defensa
de vida en su
integralidad (especie humana,
vida animal, vegetal,
naturaleza y planeta),
de la libre
autodeterminación de los pueblos.
Vives y vivirás
en quienes hemos
asumido el compromiso
de no arriar
nunca jamás ni
esas banderas ni las
banderas antiimperialistas y
anticolonialistas, de traspasarlas
a las nuevas
generaciones y de
bajar a nuestra
tumba envueltas en
ellas. Quiero por
último, decirte una
vez más como le
cantara Carlos Puebla
a nuestro amado
CHE que
“Aquí se queda
la clara, la
entrañable transparencia/ de tu
querida presencia/ Comandante
Hugo Chávez./ Seguiremos
adelante, como junto
a ti seguimos/
y con Fidel
te decimos ¡Hasta siempre
Comandante! “ Y ¡Hasta
la victoria siempre!
PROFESORA ELSA M.
BRUZZONE
BUENOS AIRES, ARGENTINA,
03 DE MARZO
DE 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario