El ciempiés y la araña
Había una vez un día como cualquier día.
Una araña esperaba sentada al borde del camino más oscuro del bosque.
Se rascaba la cabeza, pensativa.
Al ver que venía el ciempiés, la araña se puso de pie y se le acercó muy
respetuosa.
—Señor ciempiés —le dijo— ¿puedo recurrir a su gentileza para hacerle
una pregunta? ¿Cómo hace usted para caminar, señor ciempiés? ¿Adelanta primero
las cincuenta patas de la derecha y después las cincuenta de la izquierda? ¿O
veinte y veinte? ¿O diez y diez? ¿O una y una?
Hubo un largo silencio. La araña se fue. Entonces el ciempiés se puso a
pensar cómo caminaba. Y no caminó nunca más.
Juan Gelman
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