LA QUINTA DE LABREU Y LA PRESENCIA
VASCA EN ALMAGRO
LA TABERNA VASCA EN LA QUINTA |
Esta antigua quinta ocupaba el
perímetro que iba desde las vías del ferrocarril hasta la hoy calle Querandíes,
entre Río de Janeiro y Yatay,
en el límite oeste del barrio de Almagro. Con el correr del tiempo, la casona ubicada en
el casco del predio, se convirtió en Centro Vasco (Euzko Txokoa), pero fue demolida en
la década de 1960.
En el interior del jardín había un
centenario ombú, y sobre la calle, en Río de Janeiro y Querandíes, otro, al que
llamaron de “los cuarteadores”. Como un manantial sombreado, el mítico ombú albergaba
a viajeros y caminantes que huían del sol abrasador del verano. Allí también
los cuarteadores ayudaban con su yunta de caballos a repechar por Río de
Janeiro los tranvías, para sortear la empinada subida de la calle.
Otros dos ombúes acompañados de bancos
se levantaban sobre la Quinta de Peralta, ya en Río de Janeiro y Rivadavia, esquina
donde la familia Giusti construyó su residencia.
Este sector de la calle Río de Janeiro
(anteriormente Gran Chaco), además de ser zona de quintas, era un bajío (hoy
puede apreciarse el desnivel) en el que se producían grandes inundaciones por
su proximidad al arroyo Vera, y como una rama de los famosos Terceros (zanjones
en los pronunciados desniveles que se activaban en días de lluvia con un apreciado
caudal donde debían levantarse puentes, algunos hasta giratorios para sortear
el camino hacia el oeste).
En un tramo del sector norte a lo largo
y en el centro de la calzada, se hallaba una especie de alameda con bancos y
árboles, y otros dos ombúes.
La
calle Yatay (antes De la Luz) recién se abrió en el año 1898, y fue rellenada debido
a su gran desnivel, origen de anegaciones; existía además una laguna entre las
vías del ferrocarril, Piedad y Querandíes, la que perduró hasta los primeros
años del siglo XX.
Según
recuerdos del inmigrante vasco Mikel
Ezkerro, el Centro Vasco Euzko Txokoa tenía como dirección la calle Río de Janeiro 211.
Había sido fundado con la llegada de los primeros exiliados de la Guerra Civil Española,
en 1936. Aun antes de que la casona se convirtiera en centro vasco, el extenso
terreno que la rodeaba era punto de encuentro para romerías, bailes y asados,
con una cuota social accesible. Concurría gente de todo el abanico
antifranquista, del Partido Nacionalista, de Acción Nacionalista, republicana,
socialista y comunista. Una de las festividades más importantes era cada 7 de octubre,
cuando se celebraba la constitución del primer gobierno vasco presidido por
José Antonio Aguirre en 1936.
En la segunda mitad del siglo pasado el
Euzko Txokoa tuvo que mudarse del solar de Río de Janeiro a una dependencia del
Centro Vasco Laurak bat, para disolverse posteriormente. Actualmente, en Río de Janeiro
se levantan dos grandes monoblocks, quizás algunos pocos vecinos de la llamada
tercera edad recuerden que allí funcionó el Euzko Txokoa.
EL RETOÑO QUE SE NEGÓ A DESAPARECER |
Esta sociedad cultural y recreativa de
Buenos Aires no dependía de ningún partido político en particular, aunque sí se hacía eco de las aspiraciones del
pueblo vasco que pugnaba por recuperar sus
libertades y los derechos tradicionales, que para su
acción se inspiraban en los principios democráticos y republicanos,
congénitos al vasco.
La presencia vasca en Buenos Aires ha sido
constante desde los propios orígenes de la ciudad, al menos desde su fundación por
el vasco Juan de Garay en 1580.
Ya desde la segunda mitad del siglo XIX los vascos comenzaron
a crear espacios de participación en asociaciones propias con diferentes fines,
mutualistas, benéficas, de asilo, educativas, deportivas, editoriales y otras, todas ellas a propósito de mantener la memoria e
identidad vasca.
Los censos de 1855 y 1869 informan de altas
concentraciones de vascos en los mataderos y saladeros de Barracas al sur, en
los comercios de Monserrat, en los hornos de ladrillos y en las curtiembres que
se extendían por Balvanera y Almagro.
Asimismo, con la aparición del tramway y la
epidemia de fiebre amarilla, se produjo un desplazamiento migratorio, la zona
se loteó y comenzaron a poblarse las antiguas quintas mencionadas, en un paso
adelante por convertir en ciudad la pequeña “gran aldea”.
Muchos vascos eran propietarios de antiguas quintas
de la zona, como Lezica, Letamendi, Basualdo, Daract, Duhart, Carranza,
Aramburu, Eriza, Elizamburu, Zabaleta, Iturramendi, Uhalde, Ezquerrenea,
Lafitte, Iriart, Iribarne, Lorea, Iramain o Aguerreberri.
En 1862 otro vasco, Santiago Ortúzar,
compró varios terrenos sobre los que trazó calles, que luego arboló con
eucaliptos, y que hoy conforman el conocido barrio Villa Ortúzar.
Auspiciado por la familia Estebarena,
dueña de un horno de ladrillos, y Amespil, propietaria de una curtiembre, se
pudo abrir la actual calle Quintino Bocayuva, que antes se llamaba Estebarena y
luego Artes y Oficios. Muy cerca, la desaparecida estación Almagro del Ferrocarril
Oeste, en las actuales calles Lezica y Pasaje Pelufo, era utilizada predominantemente
por vascos lecheros que recibían allí sus productos para luego distribuir por
buena parte del antiguo ejido de la ciudad; era el caso de los Errandorena o
los Aguirrezabala. Los lecheros esperaban su reparto del ferrocarril en
instalaciones de los bordes de las vías y sobre la calle Salguero, como la lechería de éste último, hoy desactivada y abandonada frente a la Plaza
Almagro.
El templo de San Carlos, promovido en 1871
por la Sociedad Progresista Villa San Carlos, arroja más información sobre la
vida de los vascos en Buenos Aires. En sus registros figuran apellidos de ese
origen, tanto en bautismos como en matrimonios y defunciones; aparecen también numerosos
matrimonios mixtos entre vascos, tanto de provenientes del norte de los
Pirineos como del sur.
EDIFICIO ACTUAL EN LOS TERRENOS DE LA QUINTA |
Un factor común, junto con la lengua y la cultura,
era la “tradicionalmente alta religiosidad” resumida en el aforismo popular
“euskaldunfededun” (vasco es igual a creyente).
Los primeros religiosos en llegar desde
las provincias vascas francesas fueron los padres bayoneses, en 1856. Un poco más
tarde, en 1859, arribaron los padres lazaristas, y, unos 20 años después lo
hicieron los padres salesianos. En el transcurso del tiempo que media entre 1856 y nuestros días, las
diferentes órdenes, institutos y congregaciones que llegaban a la ciudad iban siendo
asignados por los sucesivos arzobispos a diversas parroquias, para que
desarrollaran en ellas su servicio pastoral. En los inventarios de traspasos de
las feligresías constan cuantiosos elementos, todos relacionados con las
costumbres y la cultura vasca.
La cartografía muestra descendencia vasca en los clubes
de canchas de pelotas, un deporte importado de esa cultura, como la de
Letamendía, sobre Hipólito Yrigoyen y Artes y
Oficios, la de Soroet de Castro Barros y Venezuela y la de Churita de Gascón y
la vías del ferrocarril. Hoy subsiste aún una de las más famosas canchas de
entonces, en la calle Rivadavia 3777.
Por último, vale
destacar el Centro Navarro de la Calle Moreno 3682 (y Colombres), fundado por
Juan S. Sanz, Ezequiel y Máximo Garún, Diego Rodríguez y Miguel Maisterra,
entre otros. Es un bello edificio de estilo característico, señorial navarro. Esta joyita viviente de la cultura vasca que data de 1928 es una de las
pocas perlas que quedan en pie en Buenos Aires, y resguarda uno de los elementos
característicos del pueblo vasco: la práctica del juego de pelota vasca.
Ya no queda casi nada en pie donde alguna vez
se erigía la bella quinta de Labreu, hoy allí se levanta una monumental torre,
y el ombú que se asentaba en la barranca que da a las vías del ferrocarril fue
talado a ras, a pesar de lo cual, a los ojos de algún buen observador, asoman
algunos de sus brotes que se niegan a desaparecer.
Hay rastros del
pasado que se empeñan en permanecer instalándose definitivamente en la memoria
del barrio, aunque éste ya nunca más podrá recuperarlo, arrasado, absorbido por
la modernidad y la torrencial civilización.
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
Historia de las calles y sus nombres, Vicente Osvaldo Cutolo, Tomo II,
Elche 1994.
El Barrio de Almagro, Ricardo M. Llanes, Cuadernos de Bs. As. 1968.
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http://blog.aboutbc.info/2014/09/25/un-recuerdo-de-la-historia-vasca-en-buenos-aires
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