Muere Muhammad Ali, leyenda del boxeo
El tres veces campeón mundial de los pesos pesados había ingresado esta semana en el hospital por problemas respiratorios
El tres veces campeón mundial de los pesos pesados había ingresado esta semana en el hospital por problemas respiratorios
Con
Ali desaparece más que uno de los tres o cuatro miembros del panteón de
los deportes norteamericano, tres veces campeón mundial de los pesos
pesados y campeón olímpico a los 18 años: desaparece un icono de este
país, una de estas figuras que sirve para explicar qué significa ser
estadounidense, un hombre controvertido cuya trayectoria, desde los
desgarros sociales de los años sesenta a la llegada de un afroamericano a
la Casa Blanca en 2009, define la historia reciente de EE UU.
Ali, nacido con el nombre de Cassius Clay en Louisville (Kentucky) en 1942, fue un negro golpeado por las humillaciones de la segregación que proclamó su identidad con orgullo. Un deportista locuaz que exhibía su ego sin modestia: “¡Soy el mejor! ¡Soy el mejor! Soy el rey del mundo”, dijo cuando ganó el campeonato mundial contra Sonny Liston. Un activista más cercano al estilo desafiante de Malcolm X que al ecumenismo de Martin Luther King en la defensa de los derechos civiles de los negros. Un héroe deportivo que se convirtió a una religión extraña para la mayoría de sus conciudadanos. Influido por las enseñanzas del grupo religioso Nación del Islam, adoptó el nombre de Muhammad Ali y eligió él mismo, descendiente de esclavos anónimos, su propio nombre y religión. "No quiero ser lo que vosotros queréis que sea”, decía.
Su oposición a la guerra del Vietnam no fue sólo retórica: rechazó el reclutamiento obligatorio, fue sentenciado a cinco años de prisión y perdió el derecho a boxear. “El cong [por Vietcong, los vietnamitas que luchaban contra Estados Unidos en la guerra] no me llama nigger’”, dijo. Nigger es la palabra más peyorativa usada para designar a los estadounidenses de origen africano.
Ali, nacido con el nombre de Cassius Clay en Louisville (Kentucky) en 1942, fue un negro golpeado por las humillaciones de la segregación que proclamó su identidad con orgullo. Un deportista locuaz que exhibía su ego sin modestia: “¡Soy el mejor! ¡Soy el mejor! Soy el rey del mundo”, dijo cuando ganó el campeonato mundial contra Sonny Liston. Un activista más cercano al estilo desafiante de Malcolm X que al ecumenismo de Martin Luther King en la defensa de los derechos civiles de los negros. Un héroe deportivo que se convirtió a una religión extraña para la mayoría de sus conciudadanos. Influido por las enseñanzas del grupo religioso Nación del Islam, adoptó el nombre de Muhammad Ali y eligió él mismo, descendiente de esclavos anónimos, su propio nombre y religión. "No quiero ser lo que vosotros queréis que sea”, decía.
Su oposición a la guerra del Vietnam no fue sólo retórica: rechazó el reclutamiento obligatorio, fue sentenciado a cinco años de prisión y perdió el derecho a boxear. “El cong [por Vietcong, los vietnamitas que luchaban contra Estados Unidos en la guerra] no me llama nigger’”, dijo. Nigger es la palabra más peyorativa usada para designar a los estadounidenses de origen africano.
Medio
Estados Unidos le detestaba; medio mundo le adoraba. “En los próximos
meses no hay duda de que los hombres que gobiernan en Washington
intentarán dañarte de la manera que puedan, pero estoy seguro de que
sabes que has hablado en nombre de tu pueblo y de los oprimidos en todo
el mundo, en valiente desafío del poder americano”, le escribió el
filósofo Bertrand Russell. El Tribunal Supremo le dio la razón en 1971
como objetor de conciencia, y pudo regresar al cuadrilátero, donde
participó y venció en dos combates extravagantes y legendarios: el
Rugido de la selva en Zaire (actual Congo), en 1974 contra George
Foreman; y, al año siguiente, en Manila (el combate conocido como
Thrilla in Manila), contra Joe Frazier.
A principios de los ochenta se retiró y poco después los médicos le diagnosticaron el Parkinson. Inició una etapa dedicada a las causas humanitarias. Con los años, el polarizador se convirtió en una figura de consenso, celebrado por blancos y negros, a derecha e izquierda. George W. Bush le condecoró.
“¿Quién podría haber predicho a finales de los años sesenta, cuando Muhammad Ali era vilipendiado por la prensa deportiva y por la mayoría de la América blanca como un racista negro, un agitador bocazas, que se convertiría en la elección obvia para encender la antorcha en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996, como un símbolo del entendimiento, la paz y el amor internacional?”, escribió en 1998 el escritor Budd Schulberg, autor de la novela de boxeo Más dura será la caída, que inspiró la película protagonizada por Humphrey Bogart.
A principios de los ochenta se retiró y poco después los médicos le diagnosticaron el Parkinson. Inició una etapa dedicada a las causas humanitarias. Con los años, el polarizador se convirtió en una figura de consenso, celebrado por blancos y negros, a derecha e izquierda. George W. Bush le condecoró.
“¿Quién podría haber predicho a finales de los años sesenta, cuando Muhammad Ali era vilipendiado por la prensa deportiva y por la mayoría de la América blanca como un racista negro, un agitador bocazas, que se convertiría en la elección obvia para encender la antorcha en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996, como un símbolo del entendimiento, la paz y el amor internacional?”, escribió en 1998 el escritor Budd Schulberg, autor de la novela de boxeo Más dura será la caída, que inspiró la película protagonizada por Humphrey Bogart.
Cuando iniciaba su carrera política, en su oficina electoral de Chicago, Barack Obama tenía una fotografía de Muhammad Ali en un combate con Sonny Liston. No era casualidad. “Muhammad Ali
representaba algo más que boxeo. Tenía un sentido político, el sentido
de un orgullo afroamericano que se afirma a sí mismo”, dijo hace unos
años, en una entrevista con este corresponsal, David Remnick.
Creció en una familia blanca y asumió su
identidad negra de adulto, Ali también buscó y encontró su identidad.
“Cassius Clay no quería ser Cassius Clay. No quería ser un luchador
obediente y tradicional de la era de la segregación", dijo Remnick.
"Quería ser algo distinto. Eligió la Nación del Islam, eligió otro
nombre, eligió unas ideas políticas que, para ser justos, él sólo
entendía ligeramente”.
Fue una figura esencialmente americana: un icono negro en un país todavía enfermo de racismo, un hombre que creó su identidad, un hombre libre.
Fue una figura esencialmente americana: un icono negro en un país todavía enfermo de racismo, un hombre que creó su identidad, un hombre libre.
FUENTE: TARINGA
No hay comentarios:
Publicar un comentario