El 20 de junio de
1889 nace Alvaro Yunque, el poeta que forjó el acero
"Caminar por el mundo de las cosas concretas
y tener los deseos de las cosas abstractas"
y tener los deseos de las cosas abstractas"
Sintetizó la poesía con el compromiso y la alegoría social.
Cultor de una
literatura de serio y neto corte social y realista, impregnada de un Buenos
Aires oculto en las trastiendas de la historia y del barrio, la que trasmitió a
través de sus cuentos, muchos de ellos “para niños” o mejor “de niños” como le
gustaba señalar, todo en un enfrentamiento con un mundo de falsos e hipócritas pensamientos,
adoptando una palabra autentica y sondeando nuevos caminos, con una ética
desprejuiciada y renovadora, en una visión revolucionaria del hombre frente al
universo.
Ideas que popularizó
desde el Grupo Boedo, enfrentado al de Florida, la intención del Grupo no era para Yunque la de reformar la literatura,
como pretendía Florida, sino cambiar el mundo.
EL
ESCRITOR Y POETA
"El hombre se apropia de la verdad
trabajosamente, con esfuerzo. Los héroes no aparecen porque sí, son un resultado de los pueblos. Los altos
algarrobos no nacen en el arenal, sino en la tierra rica en humus de las
selvas, nutridos con los jugos de millones y millones de pequeñas, insignificantes
plantas anónimas"...
Encabezó, junto con Leónidas Barletta, Raúl González Tuñón, Elías
Castelnuovo, César Tiempo y Roberto Mariani, entre otros, el grupo de los
denominados escritores sociales, integrando con ellos el Grupo de Boedo, el del
barrio periférico y la cultura obrera.
Su obra, tanto poética como narrativa, sobresalía porque
no sólo practicaba la literatura social sino que también hacía gala de una
imaginación notable y sus cuentos fantásticos delataban la influencia de
Chéjov, Tolstoi y Gorki a la vez que de poetas como Baudelaire y el
intransigente y polémico Almafuerte.
De ideas anarquistas en su juventud, marxista después,
practicó siempre una literatura realista plena de inquietudes sociales, reconocimiento
a los trabajadores y los desposeídos, seguramente por eso adoptó el férreo seudónimo
de “Yunque”, que registró como propiedad intelectual en 1934.
La vasta cultura, elegancia textual y honestidad
intelectual de Alvaro Yunque llegaron a ser paradigmáticas, y entre los años
’20 y ’50 fue un activo protagonista de múltiples peñas, cafés y encuentros
literarios porteños, donde frecuentó a colegas como Horacio Quiroga, Roberto
Arlt, César Tiempo, Alfonsina Storni y Cátulo Castillo, entre otros. Su
popularidad llegó a ser emblemática de la ciudad, tanto por sus obras como por
su figura, su melena y la bicicleta negra en la que se desplazaba por todo
Buenos Aires.
Un formidable cultor de la poética infantil, incorporando
al niño a nuestra literatura, para descubrir todo un mundo de chicos porteños
en el inicio de una etapa
productiva, opuesta a la de Constancio Vigil. Expresa, por ejemplo, en el
cuento "La muñeca": "Los
grandes nunca pueden ver el mundo de los niños tal como es, exactamente, con
todas sus maravillas y sus horrores", o su alegórico “La obra
maestra”.
Expresará sobre él Raúl González
Tuñón: “Mi hermano Enrique y yo conocimos a Alvaro Yunque en los primeros años
de la memorable década del 20. Habíamos leído ya tres o cuatro poemas suyos que
poco después, en 1924, integraron su libro Versos de la calle. Le visitamos en
su casa, la casa grande, familiar, de la calle Estados Unidos. Estábamos
identificados con él en el profundo amor por Buenos Aires, sus barrios, sus
cosas, y porque, como él, también nosotros ya tratábamos el tema de la ciudad
entrañable, aunque desde ángulos distintos”.
SU VIDA
INTENSA
“Poseer energías para emprender lo
grande,
y tener que agotarlas en ganar lo pequeño:
he aquí la tragedia cotidiana y anónima
que entristece a los locos forjadores de ensueños”
y tener que agotarlas en ganar lo pequeño:
he aquí la tragedia cotidiana y anónima
que entristece a los locos forjadores de ensueños”
Nacido el 20 de junio de 1889 en La Plata como Arístides Gandolfi Herrero, se crió en una
familia de inmigrantes italianos de buena posición y temperamento artístico y
llegó a ser protagonista fundamental de la vida cultural argentina, pero por
causas bastante inexplicables es hoy casi un desconocido para las nuevas
generaciones.
Sus padres se trasladan en 1896 a Buenos Aires, donde Arístides se
radica definitivamente. Vivió hasta el año 1928 en el Barrio de Boedo, en la
calle Estados Unidos 1822.
Ingresa al Colegio Nacional Central (ex Colegio San Carlos) y luego a la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UBA donde cursa Arquitectura, pero en 1913, poco antes de
graduarse, abandona para dar rienda suelta a su
vocación literaria volcándose a las letras y al periodismo.
Se convierte en uno de los más ruidosos animadores de la generación
del '22 (1922) y define en esta década el verdadero sentido popular de su
literatura. Colabora en el diario anarquista La Protesta y dirige el
suplemento literario del periódico socialista La Vanguardia en sus primeros
tiempos. Dirige la Revista Rumbo y es asiduo colaborador de las revistas
Campana de Palo, Claridad y Los Pensadores,
desde las que ejerce el periodismo militante.
En 1925 aparecen sus primeros libros de cuentos: Zancadillas y Barcos
de Papel, este último obtiene un premio municipal.
Contrae matrimonio con Albina Gandolfi. Tuvieron dos hijos: Adalbo y
Alba, y tres nietos: Andrea, Michel Alvaro y Carolina Leila.
Acentúa su intención crítica durante la denominada década infame.
Publica Nudo Corredizo, La O
es Redonda y Poemas Gringos
y más tarde hacia 1935 colabora con la revista Caras y Caretas y por su
intermedio se vincula con Viana, Francisco Grandmontagne, Charles de Soussens,
Leopoldo Lugones, Manuel Ugarte, Horacio Quiroga, José Ingenieros, Correa Luna,
Ricardo Rojas, Florencio Sánchez, Evaristo Carriego y otros.
Durante la Segunda Guerra Mundial
(1939/1945) se define como antifascista militante. Comienza su investigación
histórica sobre el pasado argentino y dirige el semanario antifascista El
Patriota, actividad que lo llevó a la cárcel y posterior destierro en
Montevideo durante el golpe nacionalista de 1943. Allí fue docente de
matemáticas y escribió ensayos notables, como “Alem, el hombre de la multitud”
(1946), “Calfucurá. La conquista de las pampas” (1956), “Síntesis histórica de
la literatura argentina” (1957) y hasta una “Historia de los argentinos”
(1968).
Ente 1961 y 1975 se publican y reeditan muchos de sus libros de
poesía, cuentos y estudios históricos. Es la etapa de mayor difusión de su
obra. Sus libros de cuentos se agotan rápidamente y llegan a superar las veinte
ediciones. Y la Sociedad Argentina de Escritores le otorga el premio Aníbal
Ponce por su ensayo crítico Aníbal Ponce o los Deberes de la Inteligencia.
Es prohibido por la dictadura militar que sometió al país (1976/1983)
y se queman sus libros.
Fue galardonado con el Gran Premio de Honor por La Sociedad Argentina
de Escritores. Muere a los 92 años el 8
de enero de 1982 en la ciudad de Tandil, provincia de Buenos Aires.
Cultor de una literatura en serio que trasmitió a través de sus
cuentos, en un enfrentamiento con un mundo de
falsos e hipócritas pensamientos, adoptando una palabra auténtica
y sondeando nuevos caminos, con una ética desprejuiciada y renovadora, en una
visión revolucionaria del hombre frente al universo.
OBRAS PUBLICADAS
·
Versos
de la calle
·
Los
cínicos
·
Barcos
de papel (1926)
·
Zancadillas
(1926)
·
Tatetí.
Otros barcos de papel. Cuentos de niños
·
Barrett.
Ensayo sobre su vida y su obra
·
Jauja.
Otros barcos de papel (1928)
·
Descubrimiento
del hijo (1931)
·
Poemas
gringos (1932)
·
13
años. El andador (1935)
·
Bichofeo.
Escenas para la vida de una sirvienta de 10 años
·
Nudo
corredizo
·
Poncho
(1938)
·
La
literatura social en la Argentina (1941)
·
Poetas
sociales en la Argentina (1943)
·
Alem,
el hombre de la multitud (1945)
·
Ta-te-ti.
Antología poética (1924-1949) (1949)
·
Poesía
gauchesca y nativista rioplatense (selección y notas) (1952)
·
Calfucurá. La conquista de las pampas (1956)
·
Bichofeo;
muchachos pobres (1957)
·
Los
muchachos del sur (1957)
·
La
barra de siete ombúes (1959)
·
Breve
historia de los argentinos (1960)
·
Ondulante
y diverso (1967)
·
Gorriones
de Buenos Aires (1972)
·
Niños
de hoy
·
SU
LEGADO
“El hombre, ser valeroso,
de sus penas hace luchas;
mata a sus desesperanzas,
a las esperanzas, nunca.
Va con su esperanza arriba,
cantando de tumba en tumba.
Desesperanzas, ¡son muchas!
La esperanza es sólo una;
las desesperanzas mueren,
pero la esperanza nunca.
La esperanza es sólo una;
las desesperanzas mueren,
pero la esperanza nunca.
Va con su esperanza arriba
cantando de tumba en tumba.”
cantando de tumba en tumba.”
Fue un luchador antifascista, uno de los escritores comprometidos más
representativos de la literatura argentina del siglo XX, hoy injustamente
olvidado, casi un desconocido para las nuevas generaciones, quizás por haber
sido ninguneado, prohibido, censurado, desterrado y encarcelado en épocas
dictatoriales de gobiernos de facto en Argentina. De ideas anarquistas, primero
en su juventud, marxista después, pero siempre practicó una literatura
realista, plena de inquietudes sociales y reconocimiento a los trabajadores,
los niños y los más vulnerables.
En su obra transforma
el pasado como maestro del futuro, brindándole su dolorosa experiencia y con
ella lo nutre y vigoriza la historia en plena crítica construcción. Al cumplirse 109 años de su nacimiento,
la Junta de Estudios Históricos del barrio de Boedo, descubrió una placa
recordatoria, realizada por el Maestro Luis Zorz, nominando a la esquina NE de San Juan y Boedo, como Esquina
Álvaro Yunque.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-http://serdebuenosayres.blogspot.com.ar/2010/09/alvaro-yunque.html
-http://www.alvaroyunque.com.ar/historia/alvaro-yunque-historia-argentino.html
-http://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/yunque.htm
-http://www.cultura.laplata.gov.ar/efemerides/alvaro-yunque
-http://www.elortiba.org/yunque.html
-http://www.sintesiscomuna3.com.ar/amplia-nota.php?id_n=739
3 CUENTOS CORTOS DE ALVARO YUNQUE
EL ZORRO Y EL CUERVO
El cuervo, subido a un árbol, estaba no
con un queso, según dice la fábula clásica, sí con un sangriento pedazo de
carne en el corvo pico. Llegó el zorro. El olor lo hizo levantar la cabeza, vio
al cuervo banqueteándose, y rompió a hablar.
–¡Oh
hermoso cuervo! ¡Qué plumaje el tuyo! ¡Qué lustre! ¿No cantas, cuervo? ¡Si tu
voz es tan bella como tu reluciente plumaje, serás el más magnífico de los
pájaros! ¡Canta, hermoso cuervo!
El cuervo se apresuró a tragar la
carne, y dijo al zorro:
–He leído a La Fontaine.
El mono agarró un tronco de árbol, lo subió hasta el más alto pico
de una sierra, lo dejo allí, y cuando bajo al llano, explicó a los demás
animales:
–¿Ven aquello que está allá?
¡Es una estatua, una obra maestra! La hice yo.
Y los animales, mirando aquello que veían allá en lo alto, sin
distinguir bien que fuere, comenzaron a repetir que aquello era una obra
maestra. Y todos admiraron al mono como a un gran artista. Todos menos el
cóndor, porque el cóndor era el único que podía volar hasta el pico de la
sierra y ver que aquello sólo era un viejo tronco de árbol. Dijo a muchos lo
que había visto; pero ninguno creyó al cóndor, porque es natural en el ser que
camina no crea al que vuela.
ALAS
La
Mariposa: – ¡Si yo tuviese tus alas subiría al
cielo!
El
Buitre: –El cielo está muy alto. ¿Para qué
fatigarme inútilmente? La comida está aquí, en la tierra; no allá en el cielo.
En el cielo no hay más que nubes.
La
Mariposa: –¡Oh, las nubes! Son como grandes
flores blancas que vuelan.
El
Buitre: –Ni las nubes son flores ni vuelan,
porque no tienen alas. Se mueven empujadas por el viento, nada más. Las nubes
son estúpidas, como los bueyes.
La
Mariposa: –Sin embargo, si yo tuviese tus
alas, subiría hasta las nubes. Estoy segura que no han de ser lo que tú dices.
Son tan bellas que, por ser bellas, han de contener un néctar riquísimo. ¿No
has reparado en que las flores más bellas y de más exquisito aroma son las que
poseen el más sabroso polen?
El
Buitre: –¡Puf! Olvidé que estaba hablando
con una loca. Despreciable ser que sólo te alimentas de flores: ¡No merecerías
tener alas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario