Los Talleres Centro América del
Ferrocarril Oeste
SE ENCONTRABAN EN LAS CALLES CORRIENTES Y PUEYRREDÓN |
Cuando en 1857 se inauguró el primer ferrocarril de
Buenos Aires y del país a cargo de la Compañía de origen nacional “Camino de Hierro al Oeste”, fueron necesarios talleres para su mantenimiento, para lo que fue
habilitado un sitio casi junto a su estación cabecera Parque.
Este primer taller, si
así se lo pudiera denominar, fue levantado a inicios de 1860. Se trataba, en realidad, de un conjunto sumamente precario de instalaciones,
que no obstante disponía de una caldera a vapor completa, que apenas daba fuerza
motriz para activar un torno grande, otro mediano y un taladro.
Existían también dos
fraguas, once gatos para locomotoras, bastantes herramientas pesadas y más de
500 libras de herramientas manuales. Toda esta primigenia maquinaria estaba
alojada en un galpón de madera muy reducido, que medía apenas 11 varas por 47
(9 metros por 40), con otro galpón a continuación de 11 varas por 42, que oficiaba de depósito de carruajes con doble vía
interior.
Cuando la extensión del ferrocarril se fue ampliando
hacia el Oeste, fue necesaria una mayor y mejor infraestructura, por lo que el
directorio del ferrocarril resolvió la construcción de nuevos talleres, obras que
comenzaron a fines de 1866, en las dos manzanas que daban sobre la entonces
calle Centro América (hoy Pueyrredón), comprendidas
entre las calles Paso, Corrientes y Tucumán, en cercanías de la estación Once
de Septiembre.
Las
expectativas despertadas a poco de iniciarse la obra apuntaban a que los talleres
formaran una sola unidad estructural con la cercana estación del Once, futura
terminal, aprovechando la ocasión para asignarle un área “que bastara a todo
futuro engrandecimiento”, aunque finalmente esta postura no prosperó, siendo finalmente
desechada, dado que la zona comenzaba a poblarse lentamente.
El ala principal
del edificio corría a lo largo de la calle Centro América, donde se hallaban las
oficinas del ingeniero jefe, luego la bodega, la tornería, la máquina a vapor,
las fraguas y la fundición, en ese orden. Continuaban algunos galpones
provisorios de madera para las secciones caldera, hojalatería y broncería. Más
hacia el este se ubicaba el galpón mayor (de material y con techo de tejas)
donde se estacionaban locomotoras, coches y vagones para reparación, y contiguo
a éste otro similar de madera, ocupado por la carpintería.
Sobre la calle Paso, había otro extenso
galpón, usado como depósito de madera, material usual en las construcciones
ferroviarias de la época. Finalmente hacia Corrientes se erigía un hermoso
edificio de dos plantas, donde funcionaba en la planta baja, la escuela de
aprendices y las oficinas del Departamento de Tracción,
destinándose el piso superior para los
dormitorios del personal.
ESCUELA DE APRENDICES DENTRO DEL AMPLIO PREDIO |
El ingeniero Marcos
Mañé, director del establecimiento hacia 1876, se enorgullecía por la
habilitación de otro motor para la carpintería, que consistía en una simple
caldera fuera de uso (tal vez de alguna locomotora desguazada) que no costaba
nada en cuanto a combustible, pues servían a tal fin trozos de madera vieja,
grasa usada y material de descarte.
En el centro del
costado oeste estaba el “cubilete”, horno cilíndrico de 3 metros de alto por
0,50 de diámetro, que entregaba unas 2.000 libras de fundición por hora.
Cabe destacar que en estos talleres se producía no sólo
para el Ferrocarril Oeste, sino que también se fundían proyectiles cónicos para
el gobierno, pudiendo además, cuando el estado de los trabajos lo permitía,
realizarse labores para particulares.
Próximo al cubilete
había un horno especial con capacidad para dos crisoles, destinados a la
fundición de bronce o latón.
Junto al ventilador y
las fraguas, venía un gran punzón y guillotina de H. Gielgud. Pasando al local
de las fraguas hallábase primero una interesante prensa hidráulica, destinada a
probar resortes de suspensión de locomotoras y coches.
El gobierno provincial, entonces
a cargo de Mariano Acosta, promulga una ley el 3 de agosto de 1872, autorizando
invertir $ 270.000 para la ejecución de una obra que fue el sueño de su vida: la creación de la Escuela de Artes Mecánicas en los
talleres Centro América, proyecto en el cual fue secundado por el ministro de
Obras Públicas, Francisco Madero.
Desde el comienzo
mismo de su construcción, el crecimiento paulatino del ferrocarril iba
creándole a los talleres Centro América más necesidades que atender. Hacia
febrero de 1873 quedó terminado el nuevo edificio destinado a bodega y una mesa
giratoria para locomotoras, ya que no había espacio cubierto donde estacionar
las que estaban fuera de servicio, siendo ello causa de permanente deterioro.
Por
entonces el Directorio había adquirido un galpón en los
saladeros junto al Riachuelo, que una vez desarmado, se trasladó a los talleres
Centro América, siendo modificado
convenientemente para montarlo como una Escuela de Aprendices.
Ésta era dirigida por
un profesor residente y concurrían jóvenes de once a quince años, que
permanecían cinco años en el establecimiento. Contaba con dormitorios propios,
ya que en su mayoría los jóvenes provenían del interior, viviendo a modo de
pupilos. La mayor parte del tiempo estaban ocupados en los talleres, cada uno
al cuidado de un maestro operario. La administración les asignaba un
presupuesto diario con el cual debían proveerse alimentación, vestimenta y
otras necesidades para el alumnado, si sobraba algo, era para el aprendiz; si
faltaba, en años sucesivos, el sueldo pasó a depender de la habilidad
individual.
Ya desde aquellas
épocas se notaba el trabajo precario, en este
caso de los ferroviarios, que eran los pocos obreros concentrados, ya que la
industrialización del país vendrá ya entrado el siglo siguiente.
Hacia 1877 había en
circulación en el Ferrocarril Oeste 34 locomotoras de todo tipo, 71 coches de 6
clases distintas y 767 vagones de 11 clases; todos ellos dependían de la
atención de los talleres Centro América. Hacia fines de la década de 1870 llegó
a contar con un plantel de 215 empleados (incluyendo 60 aprendices) cuyos
sueldos insumían el 11 % del presupuesto anual de la compañía.
Al habilitarse la
nueva extensión hasta Bragado, se construyeron en aquellos talleres varias
bombas y los tanques metálicos de agua necesarios –que en otros tiempos venían del extranjero–. Se llegaron a
producir 30 vagones plataforma para el transporte de carretas, sistema
introducido con éxito en 1875, primera experiencia autóctona en materia de
transporte multimodal. Otro detalle de importancia lo constituyó la
construcción del puente metálico reticulado para el
río Salado de 90 metros de largo.
OTRO ASPECTO DEL PREDIO |
Cuando el gobernador
Carlos Casares, por decreto del 29 de abril de 1878, prohibió el tránsito de
trenes del Ferrocarril Oeste por las calles del municipio –desde la estación del Parque hasta Once de
Septiembre– puede decirse que la suerte de los
talleres Centro América quedó echada, aunque se fue prorrogando aquel decreto
hasta el 28 de septiembre de 1880, fecha en que se resolvió el traslado
definitivo de la estación terminal desde el Parque hasta el Once de Septiembre.
También hacia enero de 1883 se autorizó la venta en remate público de la
antigua estación cabecera Parque y sus terrenos adyacentes.
En cuanto
a los talleres Centro América se buscó un nuevo lugar
para su emplazamiento, eligiéndose la localidad de Tolosa.
El traslado se
efectivizó entre enero y mayo del año 1887, inaugurándose con toda pompa en el 30º
aniversario de la inauguración de aquel Ferrocarril.
Las algo más de dos
hectáreas de aquellos primitivos talleres Centro América permanecieron
inactivas bajo propiedad del ferrocarril hasta que una ley provincial del 3 de
enero de 1890 promulgada por Máximo Paz, dispuso la venta en remate público de
todas las propiedades inmuebles residuales de los ex ferrocarriles de la provincia que no fueran de utilidad para la
explotación. Luego de casi un cuarto de siglo de tareas se producía la
desaparición de los talleres pioneros de nuestro ferrocarril. Hoy aquellas
manzanas no guardan la mínima señal que imaginara que en aquel sitio estuvieron
durante 30 años los talleres del Ferrocarril Oeste.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
http://www.oocities.org/ferrocarrilesargentinoshoy/Primerostalleresferroviarios.htm
http://www.cin.edu.ar/descargas/asuntosacademicos/art.%2043/INGENIERIA%20FERROVIARIA/26-
02-13%20Ferroviaria%20-%20Cap%20III.pdf
https://www.taringa.net/posts/info/1004808/El-Primer-Ferrocarril-Argentino-Hoy-Sarmiento.html
http://wwwcronicaferroviaria.blogspot.com.ar/2014/08/la-historia-de-nuestro-primer.html
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