21 de junio de 1918: Manifiesto liminar
de la Reforma Universitaria
En el año del Centenario
de la Reforma Universitaria
“Si
en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien
alto el derecho sagrado a la insurrección” (Manifiesto liminar de la Reforma Universitaria,
21 de junio de 1918)
La Reforma Universitaria marcó un antes
y un después en la educación superior, como previamente lo había hecho la Ley 1.420 de educación común,
laica, gratuita y obligatoria, sancionada el 8 de julio de
1884.
Con
la reforma y la gratuidad de la enseñanza universitaria se lograba el acceso a la
educación superior de los hijos de los trabajadores, para los que hasta entonces
la universidad era un coto cerrado, un instrumento esencial
de control ideológico que garantizaba la continuidad
del sistema, inculcando los valores de la clase superior en el poder. Así se formaban los futuros dirigentes de un país al
que consideraban una propiedad privada.
ANTECEDENTES
La Primera Guerra Mundial
hizo comprender a muchos el porqué de las luchas inter imperialistas que se repartían
el mundo al igual que los triunfos bélicos, modificando los mapas a su antojo, creándose colonias y países artificiales sin considerar su historia
ni las etnias sociales que los componían.
La Revolución Socialista Soviética de 1917 llevó por primera vez al poder a los trabajadores, eliminó las clases sociales y creó un Estado Moderno de nuevo tipo. El gobierno radical de la Argentina, elegido en 1916 por el sistema de la Ley Sáenz Peña (de sufragio universal, secreto y obligatorio), trajo al plano político a la clase media en la persona de Hipólito Yrigoyen.
En la Argentina comenzaban a advertirse grietas en sus estructuras pastoriles hasta entonces inconmovibles, no bien se desplazó a ciertas fuerzas reaccionarias de algunos puestos oficiales, éstas fueron a refugiarse a la Universidad para reafirmarla en su condición de reducto conservador. Los académicos de Córdoba eran fieles representantes de su clase y de sus intereses, se designaban profesores entre sus familiares o allegados, confeccionaban los planes de estudios, controlaban la formación de las nuevas generaciones para mantenerlas sujetas a las cadenas semifeudales.
La Revolución Socialista Soviética de 1917 llevó por primera vez al poder a los trabajadores, eliminó las clases sociales y creó un Estado Moderno de nuevo tipo. El gobierno radical de la Argentina, elegido en 1916 por el sistema de la Ley Sáenz Peña (de sufragio universal, secreto y obligatorio), trajo al plano político a la clase media en la persona de Hipólito Yrigoyen.
En la Argentina comenzaban a advertirse grietas en sus estructuras pastoriles hasta entonces inconmovibles, no bien se desplazó a ciertas fuerzas reaccionarias de algunos puestos oficiales, éstas fueron a refugiarse a la Universidad para reafirmarla en su condición de reducto conservador. Los académicos de Córdoba eran fieles representantes de su clase y de sus intereses, se designaban profesores entre sus familiares o allegados, confeccionaban los planes de estudios, controlaban la formación de las nuevas generaciones para mantenerlas sujetas a las cadenas semifeudales.
Las ideas fundamentales acerca de los cambios políticos necesarios se fueron
desarrollando, durante las primeras décadas del siglo, en las universidades de varios
países latinoamericanos. En ellas se formaron las nuevas generaciones de jóvenes
que comenzaron a luchar con el objetivo de modificar el sistema de privilegios existente
en la Universidad (profesores pertenecientes a una élite de apellidos notables,
nula participación de los estudiantes en las decisiones, etc.), y de lograr cambios
en las sociedades en que vivían.
Hasta la llegada del radicalismo al gobierno (el 12 de octubre de 1916), accedían a las universidades sólo los hijos de los poderosos (oligarquía) y algunos pocos hijos de inmigrantes, cuyos padres, pequeños comerciantes, hacían un doble sacrificio para poder lograrlo.
Hasta la llegada del radicalismo al gobierno (el 12 de octubre de 1916), accedían a las universidades sólo los hijos de los poderosos (oligarquía) y algunos pocos hijos de inmigrantes, cuyos padres, pequeños comerciantes, hacían un doble sacrificio para poder lograrlo.
En 1918 en la Argentina existían solamente tres universidades: la Universidad Nacional de
Córdoba (fundada en 1613),
la de Buenos Aires (fundada
en 1821) y la de La Plata (de 1890). La matrícula
de las tres juntas llegaba por aquel entonces a tan sólo catorce mil alumnos, los
únicos que podían acceder a semejante privilegio.
La Ley Electoral
y la llegada al poder del radicalismo alentó las esperanzas de la clase media, y
hasta de los hijos de los trabajadores, de acceder a una aspiración natural, fomentada y frustrada
a la vez, por la lógica histérica del sistema capitalista imperante, el ascenso
social por medio del ejercicio de profesiones liberales. El sistema universitario
vigente era obsoleto y reaccionario. Los planes de estudio estaban décadas atrasados.
MANIFESTACIÓN DE ESTUDIANTES |
LOS SUCESOS DE CÓRDOBA
En junio de 1918, la juventud universitaria
de Córdoba inició un reclamo por una verdadera democratización de la universidad
de entonces, que se mostraba encerrada en estrechos límites académicos y sociales.
Esta lucha estudiantil, la Reforma Universitaria, terminó en un importante movimiento
que traspasó los ámbitos universitarios nacionales y se proyectó a Latinoamérica
y el mundo, mostrando un nuevo modelo de institución que logró cambios y se impuso
la misión de ser parte real de la sociedad.
Esta reforma “…no sólo significó
un nuevo planteo para la universidad, una nueva concepción del contenido y de la
metodología a implementar, sino que también implicó
una nueva concepción del país, de la América latina y de la unidad de los pueblos”, por lo tanto también fue un movimiento político y social.
Las palabras de Deodoro Roca: “buscando un maestro ilusorio, descubrimos un mundo nuevo”,
fueron la síntesis.
El movimiento reformista fue un gran acontecimiento social y político en
la educación y la cultura que llevó a los estudiantes
a reconocer en las demandas sociales, sus propios derechos. La contradicción entre
la realidad social del país y la vieja universidad cerrada, oligárquica y clerical
fue el detonante de un proceso que una vez iniciado superó a sus actores.
En la Universidad de Córdoba la influencia
clerical era notable y los egresados, independientemente de su credo, debían jurar
al recibirse, obligatoriamente, sobre los santos evangelios. Valga como ejemplo
del atraso el programa de Filosofía de la cátedra
del doctor Ignacio Garzón, en cuya “bolilla” 16 se hablaba de los “deberes para
con los siervos”.
Todo empezó a fines de 1917 cuando
las autoridades de la Universidad de Córdoba decidieron modificar el régimen de
asistencia a clase y cerraron el internado del Hospital de Clínicas. Esto llevó
a la movilización de los estudiantes que crearon un “Comité pro Reforma” integrado
por ocho delegados de las facultades de Medicina, Derecho e Ingeniería. Presidido
por el estudiante de Derecho Horacio Valdés
y el de Medicina Gumersindo Sayazo, el
comité declaró la huelga general estudiantil el 31 de marzo de 1918, en un acto
en el Teatro Rivera Indarte.
Frente al reclamo de los estudiantes,
el 2 de abril, el “democrático” Consejo Superior decidió clausurar la Universidad.
El comité estudiantil redactó un memorial con sus reclamos y se lo envió al ministro
de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, José S. Salinas: “No sólo es el
régimen orgánico de los estudios superiores que precisa modificase: es urgente la
renovación del profesorado, en forma que asegure la competencia de los docentes
designados; es indispensable la reforma de los planes de estudio para modernizar
y mejorar la enseñanza, y queremos, por fin, los estudiantes, otra
FESTEJO ESTUDIANTIL POR EL TRIUNFO |
organización
disciplinaria, menos meticulosa, más sincera y más útil. Todo ello, a nuestro juicio,
si no es secundario, tiene como base la reforma de la constitución universitaria,
que, entregando hasta la fecha a unos pocos el gobierno de la casa, mediante las
academias vitalicias, ha substraído la universidad a las innovaciones que su propio
progreso necesita”.
El accionar de los estudiantes cordobeses
se fue extendiendo y obtuvo la adhesión de sus pares porteños, de distintas organizaciones
obreras y de políticos e intelectuales destacados como Homero Manzi, Alfredo Palacios,
Francisco Borroetaveña, Juan Zubiaur, José Ingenieros, Juan B. Justo, Alfredo Palacios,
Juan Luis Ferrarotti, Mario Bravo, Telémaco Susini, Enrique Dickmann, Nicolás Repetto,
Augusto Bunge, Antonio de Tomaso, Juan P. Tamborín y Leopoldo Lugones, pero todo
no terminó allí, la Reforma Universitaria se extendió también a otros países de Latinoamérica.
El morado de las casullas
de los obispos (vestidura exterior que utiliza el sacerdote para la
celebración de la misa), que los enfervorizados estudiantes cordobeses
enarbolaban como trofeos, pasó a ser desde entonces el color distintivo del
movimiento. Se reanudan parcialmente algunos cursos, pero los estudiantes se
acantonan y resisten a las fuerzas policiales. Uno de los líderes
estudiantiles, Enrique Barros, es traicioneramente golpeado y el país
entero se indigna.
El nuevo interventor es
nada menos que el doctor José S. Salinas, ministro de Justicia e
Instrucción Pública del gabinete de Yrigoyen, lo que demuestra la importancia
nacional que había adquirido el conflicto. Se suscribe un decreto de reformas
el 12 de octubre de 1918.
Lamentablemente
este proceso no pudo mantenerse durante mucho tiempo porque el acceso al
gobierno de Alvear en 1922 significó un retroceso y la vuelta a las cátedras de
profesores reaccionarios contrarios a la Reforma.
Las
luchas posteriores marcarán jornadas históricas entre lo nuevo que nacía y lo viejo que quería
retornar.
MANIFIESTO
LIMINAR DE LA REFORMA UNIVERSITARIA
El 21 de junio de 1918 los reformistas dieron a conocer el denominado “Manifiesto Liminar”, redactado por Deodoro Roca, dirigido no sólo a al estudiantado
cordobés, sino también a "los hombres libres de América del Sur”:
"Hombres de una República libre,
acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua
dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el
nombre que tienen. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad
más (...) Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten:
estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana. La juventud
ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento
propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada
de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias,
no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”.
Y
una postrera reflexión actual: La Gobernadora de Buenos Aires María Eugenia
Vidal dijo en un almuerzo en el Rótary
Club, "¿Es equidad que durante años hayamos poblado la provincia de
universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que
nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?”.
¡Tristísimo!
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-Felipe Pigna, Los mitos de la
historia argentina 3, Buenos Aires, Planeta 2006, págs. 46-51.
-http://hojeando.com/la-reforma-universitaria/
-https://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/12440868/De-Cordoba-para-el-mundo-Reforma-universitaria-1918.html
-https://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/manifiesto-liminar
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