EDITORIAL Nº 251 MAYO
“El cinismo es la
única fuerza bajo la cual las almas vulgares rozan lo que se llama sinceridad”
Friedrich Nietzsche (1844-1900)
El concepto cinismo
proviene del latín cynismus
aunque tiene origen griego, permite hacer referencia a la impudencia, a la obscenidad descarada y a la falta de vergüenza a la hora de mentir o
defender acciones que son condenables.
Ésta es la triste presentación del accionar de
un gobierno que aplica un plan perverso, del que afirma que tiene un propósito
salvador, aunque sin dar precisiones de los receptores de la salvación.
A falta de un intento
teórico claro se vale de un conjunto de improvisaciones, que aplicadas a mansalva,
en la práctica producen un grave descalabro a un sector de la sociedad contra
el cual conscientemente enfiló aquel plan perverso.
Allí es donde se verifica el
cinismo, defendido sistemáticamente, por
propios, aliados y hasta desprevenidos en los que prendió el mensaje.
Son los funcionarios de primera, de segunda y de tercera línea los encargados de aplicarlo, difundirlo y
defenderlo, no importa dónde ni hasta cuándo.
Cuenta lamentablemente con
la fragilidad ideológica de un pueblo golpeado, decepcionado y sin una clara
visión de futuro.
Se recitan con rigurosidad conceptos y slogans, atribuyéndoles todas las culpas propias a funcionarios del anterior
gobierno, a los que se pretende además
judicializar, amparados en el manejo casi exclusivo de los medios (los que por
su gracia le dieron el triunfo en las urnas), y a una parcial e impresentable
corporación judicial.
Tres son los clásicos
“caballitos de batalla” de la inmensa campaña, a saber: la
herencia recibida, la fiesta kirchnerista y el escaso tiempo de gobierno.
Vale desmenuzar cada una de estas muletillas:
La herencia recibida: tergiversando la realidad de los hechos ya
que recibieron un país desendeudado, con apenas 5% de desocupación y aunque con
dificultades, en pleno funcionamiento.
La fiesta
kirchnerista: considerando como sinónimo de derroche
las inversiones en planes sociales en beneficio de los sectores más
vulnerables.
El hay que dar tiempo: la gran excusa
y la gran estafa, ya que cínicamente se pretende
hacer pasar por necesario el “gran ajuste” implementado desde el primer día de
gobierno en beneficio de los sectores más favorecidos (empresarios, campo,
minería, grandes CEOs, fondos buitres, etc.) y
en detrimento de los trabajadores, jubilados, pequeños comerciantes y
profesionales, que hoy sufren las consecuencias.
¡¡¡No existió ninguna medida –ni
por mínima que fuera– en beneficio de aquellos sectores más
bajos de la sociedad!!!
El gran
ajuste vía aumento del dólar, tarifazo o estampida en los precios, ahogados por
el apagón estadístico, pega de lleno en la economía familiar, especialmente del
asalariado que ve tardo el proceso paritario, con la complicidad de ciertos
gremios dirigidos por burócratas enquistados en sus direcciones, que en muchos
casos colocaron hombres en el parlamento. Como excepción los bancarios le
torcieron parcialmente el brazo, pero qué hay de
los otros… y de los jubilados, último orejón del tarro, aplastados en el fondo.
Nada hicieron
por impedir la “fiesta” (ésa sí que fue una
fiesta) de despidos y suspensiones generalizadas que se implementaron con el
cuento de los “ñoquis” y alcanzaron a centenares de trabajadores con antigüedades
de 10 y hasta 15 años. Los afectados se calculan en más de 150.000.
Para ello
se desmontaron ministerios y secretarías, creando otros con empleados nuevos,
en lugar de trasladar los que quedaron sin funciones.
Los medios, en su absoluta mayoría, siguieron
el juego de demonizar al gobierno anterior e invisibilizar
la tragedia de los despedidos.
La justicia, una verdadera cofradía judicial que en lugar de administrar
justicia, paga favores recibidos, aplicando métodos heredados de la dictadura
militar.
El endeudamiento, que trepó a 16.500 millones de dólares, para pagar a los buitres,
será una pesada herencia para las generaciones venideras.
Los paraísos fiscales son la vedette del
momento, en los que se encuentran complicados desde el presidente, ministros,
secretarios, asesores y empresarios beneficiados por el gobierno, con cuentas non santas en empresas offshore.
Es la cara y la máscara de una corrupción
nunca vista, una sonriente, otra dolorida que derrama una lágrima ante
un futuro incierto, un futuro imprevisible de no mediar una resistencia
popular coordinada y urgente que le ponga coto a la situación.
Mientras los actuales gobernantes fingen
derramar lágrimas de cocodrilo, viven en
un mundo de felicidad, juran que
los ajustes los hacen “¡¡¡de corazón!!!”
y crean el “Ministerio de la Felicidad” a cargo de Daniel Cerezo, quien opina que: "la peor pobreza es perder la capacidad de soñar,
de proyectarse… erradicar la pobreza no tiene que ver sólo con dar alimentos y
ni siquiera trabajo, erradicar la pobreza pasa por darle sueños y
esperanzas". Como cantó alguna vez Palito: “La
felicidad jajá… jajá… la felicidad jojó… jojó”.
Los
cínicos, toman como modelo a los animales, como el perro. “Los animales tienen pocas necesidades y se adaptan rápidamente a la
situación en que se encuentran”, adoptan el ejemplo de autosuficiencia, de
ahí su comportamiento ético –bastarse
a sí mismo– y su rigurosa
disciplina física y mental. Es posible así “éticamente” vivir en la miseria y
adaptarse a ella felizmente. Algo parecido pensaba el conocido
filósofo, escritor y orador espiritual
Jiddu Krishnamurti, 1895-1986, que abreviaba al mundo hostil que lo radiaba proyectando un cambio positivo en su mente.
Sin embargo el gobierno, no sabe ni
calcula hasta cuándo podrá resistir la impaciencia de los humanos, que
terminarán en algún momento por hartarse de tanto cinismo… ¿entonces?
Hasta
la próxima
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