miércoles, 3 de mayo de 2017

LA ROSA DE LOS VIENTOS





 

 

De nada sirve que el parte meteorológico pronostique sol o escasas nubes para los últimos días de agosto; tampoco que seamos fervientes católicos o abracemos con pasión el agnosticismo. Para estas fechas, todos cumpliremos a rajatabla con la tradicional ceremonia de mirar de reojo al cielo a la espera de que, de un momento a otro, el fenómeno suceda. Sólo bastará un relámpago, una línea delgada de luz que quiebre el horizonte, para que repitamos como autómatas que "se viene Santa Rosa”.
Incorporado definitivamente al calendario climático nacional, a fines del mes de agosto, los porteños aguardan con atención el hecho místico-natural de la tormenta de Santa Rosa, que con cierta regularidad se repite año a año, previa a la llegada de la primavera. El origen de la leyenda se remonta al siglo XVII, pero, curiosamente, no aconteció a orillas del río color chocolate que filetea la silueta de Buenos Aires, sino en las playas del Océano Pacífico, muy cerca de la ciudad peruana de Lima.
Dice la tradición que en 1615 un grupo de piratas holandeses pretendió desembarcar en las costas de El Callao, con el objetivo de apoderarse de la actual capital del Perú. Sin embargo, una furiosa tormenta impidió que sus barcos tocaran tierra y los obligó a retirarse, por lo cual la salvación de Lima quedó asegurada. Todo este encadenamiento de buenos sucesos fue atribuido a los rezos de una jovencita llamada Isabel Flores de Oliva, más conocida en aquel entonces como Rosa, nombre que recibió a los pocos meses de nacida, cuando en una noche de desvelos vieron su rostro convertido en esa bella flor. Sus milagros y la devoción de la gente bastaron para que, luego de su muerte, fuera proclamada como la primera santa de América y la patrona del Perú, adoptando la denominación de “Rosa de Lima”.
Si bien hay voces que aseguran que la famosa tormenta nada tiene que ver con lo religioso, lo cierto es que ya no sucede con la violencia de aquellos tiempos y hoy es sólo un conjunto de factores meteorológicos fuertes vientos y lloviznas leves que anuncian la proximidad del equinoccio de primavera en el Hemisferio Sur. No obstante, cada 30 de agosto, en coincidencia con la festividad de Santa Rosa de Lima, el mito revive en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Balvanera, donde las distintas comunidades latinoamericanas se congregan ante la preciosa basílica situada en la avenida Belgrano al 2200 para venerar, en colorida procesión callejera, a la joven limeña de los milagros. Entre agradecimientos y plegarias, cientos de gargantas emocionadas acompañan la liturgia proclamando a viva voz su nombre, mientras un sinfín de manos perdidas entre pétalos de rosas se elevan hacia el firmamento como implorando una última señal, incluso aquella capaz de desatar la más feroz de las tempestades.

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