miércoles, 29 de abril de 2020

EDITORIAL AL Nº 299 DE MAYO 2020


EDITORIAL Nº 299 – MAYO 2020




El oficio de periodista si bien es arriesgado como en épocas de dictaduras y persecuciones y a veces estresante especialmente en estos tiempos de pandemia y encierro, no deja de ser gratificante y permite dejarse llevar por territorios inexplorados del pensamiento y la expresividad.
 Ya no existe el viejo periodismo de lapicera y papel, o al menos es escasamente utilizado, fue dejado atrás por la computadora, ante el avance de las tecnologías se esfuman las fronteras que separan la realidad virtual de la realidad cierta. Las percepciones de nuestro entorno se potencian o se distorsionan, también la investigación fue perdiendo el encanto de visitar bibliotecas y sumergirse en empolvados antiguos tomos escasamente consultados, hoy la tarea periodística es más práctica, aunque a su vez más arriesgada, ya que es mucho más sencillo colocar un artículo en internet que escribir un libro, cosa que tampoco garantizaba lo fidedigno de lo narrado.
La vida está transitando por un angosto callejón que dejará seguramentehuellas profundas en la historia. Indudablemente ya nada será igual en el devenir de la humanidad, tras este azote que cayó sobre ella.
Siempre se habló de un antes y un después de la Edad de piedra, antes o después de Cristo, del feudalismo, de las guerras mundiales, y por supuesto de las grandes pestes que dejaron tierra arrasada, aunque siempre el hombre renació de las cenizas y de los escombros de los desastres.
Hoy se piensa y se habla, en plena época de un neoliberalismo, tan salvaje como el antiguo liberalismo y tan destructor como el capitalismo que emergió tras el feudalismo y que perdura, agresivo y desalmado como siempre lo fue.
Hay quienes se llenan la boca afirmando el fin de las ideologías, de la famosa grieta, sin embargo siempre existieron ideologías y siempre existieron grietas, brechas, de diferentes colores y profundidades y en el futuro, tras la superación de la pandemia, no cabe duda, repetimos, que casi seguramente ya nada será igual.
Las buenas y malas enseñanzas que dejarán la manera de abordar “la peste” por los gobernantes de los distintos países, ya que algunos priorizaron la economía a pesar de las muertes, por sobre la vida, y este abordaje es profundamente una cuestión ideológica.
Decía el Papa Francisco en febrero pasado, cuando la pandemia recién comenzaba: “…Un mundo rico y una economía vibrante pueden y deben acabar con la pobreza. Se pueden generar y estimular dinámicas capaces de incluir, alimentar, curar y vestir a los últimos de la sociedad en vez de excluirlos. Debemos elegir qué y a quién priorizar: si propiciamos mecanismos socioeconómicos humanizantes para toda la sociedad o, por el contrario, fomentamos un sistema que termina por justificar determinadas prácticas que lo único que logran es aumentar el nivel de injusticia y de violencia social (…) En este contexto donde el desarrollo de algunos sectores sociales y financieros alcanzó niveles nunca antes vistos, qué importante es recordar las palabras del Evangelio de Lucas: «Al que mucho se le da, se le exigirá mucho» (12,39). Qué inspirador es escuchar a san Ambrosio, quien piensa con el Evangelio: «Tú [rico] no das de lo tuyo al pobre [cuando haces caridad], sino que le estás entregando lo que es suyo. Pues, la propiedad común dada en uso para todos, la estás usando tu solo» (Naboth 12,53). Éste es el principio del destino universal de los bienes, la base de la justicia económica y social, como también del bien común”.
La peste que hoy ataca de nuevo, puso en evidencia los egoísmos y las injusticias de sociedades completamente desiguales, equivalentes a épocas del esclavismo o el feudalismo, que se creían superadas y que sin embargo reaparecen bajo distintos ropajes y justificaciones baladíes, lo que demuestra que las ideologías retrógradas continúan en vigencia.
Es de esperar que tras esta pandemia se produzcan los cambios sociales anhelados y necesarios para posibilitar sociedades más justas e igualitarias, en las que el hombre deje de ser un esclavo moderno. Ya nada será igual al ayer, pero ¡ojo! que siempre el gran capital se repuso para continuar acumulando ganancias y bienes exorbitantes.
Hoy los grandes ricos se quejan anticipadamente y derraman lágrimas de cocodrilo frente a una contribución especial a las grandes fortunas, sobre dineros que fugaron al exterior y hasta despiden trabajadores, como extorsión ante la menor posibilidad de tener que disminuir sus ganancias y privilegios.

Cinco multimillonarios acumulan:
Paolo Rocca ................................  u$s 3.300 millones
Alejandro Bulgheroni ..................  u$s 2.700 millones
Marcos Galperín .........................  u$s 2.400 millones
Alberto Roemmers ......................  u$s 2.300 millones
Gregorio Pérez Companc .............  u$s 1.700 millones

Esta otra cara de la pandemia, es la pandemia de las desigualdades, en la que el 10% más rico se apropió del 31,5% del ingreso nacional (según datos del cuarto trimestre del año pasado), mientras que el 10% más pobre solo recibió el 1,7 %. Estos datos no fueron extraídos de “El capital” de Karl Marx, sino que fueron los publicados por el INDEC, que además rebeló que la mitad de los argentinos ocupados gana menos de 10.000 pesos por mes. ¡¡¡Vergüenza propia!!!
El gobierno debe ser firme en aplicar un impuesto de emergencia a los grandes capitales, que además debiera extenderse a las grandes cadenas de supermercados que en esta pandemia recogieron ganancias “en paladas”, y a los bancos que se enriquecieron en la ruleta financiera de las Leliq, las Lebac y los intereses y comisiones usurarios que cobraron por tarjetas y descubiertos.
De esta peste profundamente riesgosa puede surgir un mundo, que no se sabe si será mejor o peor, lo que sí es muy probable que sea diferente.
¡¡¡La peste mata, el capitalismo también!!!

Hasta la Próxima




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